Por desgracia, para muchas personas las características inherentes juegan un papel vital en la obtención de puestos de trabajo. A pesar de los intentos de las empresas de reducir los sesgos derivados de lo que es innato, muchos estudios han documentado los impactos que tienen el género, la altura o la etnia en la determinación del éxito. En Magnet hemos ahondado en ello a lo largo de varios artículos: aquí, aquí o aquí.
Ahora, diversas investigaciones han comenzado a explorar otras fuentes de prejuicio, en particular, nuestros apellidos. ¿Afectan sus iniciales a nuestras oportunidades futuras?
El estudio. En un estudio publicado en 2017, dos investigadores de la Universidad de Colorado se propusieron determinar el impacto que tenían los apellidos en una variedad de resultados, incluida la probabilidad de graduarse en la universidad y el prestigio de los primeros trabajos. Al analizar una muestra de 3281 hombres en Wisconsin encuestados entre 1957 y 2011, asignaron rangos a individuos basados en apellidos, en los que un individuo cuyo apellido comienza con 'A' recibe un rango de uno, y un individuo cuyo apellido comienza con 'Z' recibieron un rango de 26.
Llegaron a la conclusión de que el "rango alfabético de la inicial del apellido tiene efectos significativos y negativos en los resultados en la escuela secundaria, el nivel educativo y las experiencias en el mercado laboral". En otras palabras, las personas con apellidos que comienzan con letras más abajo del abecedario tenían menos probabilidades de asistir a la universidad y con frecuencia se les ofrecían oportunidades laborales menos prestigiosas, un fenómeno que llaman "alfabetismo".
¿Por qué? Si bien los autores del estudio no ofrecen una razón explícita para el alfabetismo, afirman que muchas de las primeras oportunidades laborales se cubren a través de personas o instituciones que clasifican de forma automática a sus candidatos alfabéticamente, por lo que a las personas con apellidos de mayor rango se les ofrecen menos oportunidades. Además, plantean la hipótesis de que muchas de las discrepancias surgen de las escuelas que utilizan listas alfabéticas.
“Nuestra mejor suposición es que si estás al final, no puedes esperar que te llamen, y si es así, te sorprendes y no estás preparado. La acumulación de ese tipo de experiencias a lo largo de la infancia puede tener algún tipo de efecto condicionante sobre cómo te comportas como adulto”, afirmaban.
Discriminación. Mientras que los Álvarez y los Castillo del mundo recibieron un aplauso estruendoso en aquella ceremonia de graduación, nosotros, los habitantes de los 26 últimos, fuimos relegados a aplausos cansados al recibir nuestros diplomas, debido a un orden arbitrario de símbolos lingüísticos establecido por un grupo de romanos del primer siglo. Irrumpir en contra de este tipo de jerarquía alfabética puede parecer una angustia adolescente superficial, pero resulta que hay una cantidad decente de investigación que muestra que este no es un tema insignificante.
Es menos probable que las mejores universidades te acepten. Un estudio de 2010 en la revista Economics of Education Review examinó la relación entre la posición alfabética del nombre de un estudiante y las probabilidades del estudiante de ser admitido en una escuela competitiva. El estudio concluyó que cuanto más cerca del principio esté tu nombre en el alfabeto, más probabilidades tendrás de ser admitido, probablemente debido a que las solicitudes están ordenadas alfabéticamente.
¿Quieres ser profesor? Peor carrera. Un estudio de 2006 de Standford-CalTech concluyó que los miembros de la facultad "con iniciales de apellido del inicio del abecedario tienen una probabilidad significativamente mayor de recibir la titularidad en los 10 mejores departamentos de economía". ¿Una posible razón? En economía y ciencias políticas, la tradición es que los coautores de artículos y trabajos se enumeren en orden alfabético.
¿Quieres ser político? Menos votantes. El efecto también se traslada al ámbito político. Un estudio de la revista Public Opinion Quarterly sugería que el orden de los nombres tiene el efecto de "siempre favorecer a los candidatos enumerados en primer lugar" en aproximadamente un 2,5%, y muchas papeletas están ordenadas alfabéticamente.
En una encuesta de 2007, el periódico Telegraph sugería que los lectores cuyos apellidos comenzaban con letras al principio del alfabeto se calificaron a sí mismos como significativamente más exitosos que aquellos con apellidos al final del alfabeto. Así que no culpes a tus padres por darte ese nombre; culpa a tus antepasados por adoptar ese apellido en primer lugar. Y la próxima vez que la sociedad te diga que te alinees alfabéticamente, lucha contra el poder promoviendo la anarquía alfabética.