Las elecciones presidenciales de Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. Tendrán lugar, como es habitual, el próximo 4 de noviembre de 2016, a más de un año y medio vista, pero la carrera para liderar la candidatura de ambos partidos ya ha comenzado. Es pronto, de modo que hay un respetable número de candidatos cuyas posibilidades dentro de la carrera presidencial son limitadas. Pero que son tremendamente divertidos. Y uno de ellos es el republicano Donald Trump.
Al contrario que muchos otros candidatos tempranos cuyo perfil es esencialmente político, Trump es un hombre que acaba de aterrizar en la alta política estadounidense. Excéntrico, personalidad televisiva, magnate, poseedor de varios negocios que le han hecho multimillonario, Donald Trump está causando un ruido ensordecedor fruto de sus declaraciones altisonantes, polémica o abiertamente estúpidas. Y pese a todo, está liderando las encuestas republicanas. ¿Cómo?
Donald Trump, una boca gigantesca
Diciendo lo que mucha gente quiere oír pero no se atreve a decir.
La composición étnica de Estados Unidos está cambiando por culpa de la inmigración, y va a cambiar aún más en el futuro. Cada vez hay más "latinos", o sea, hispanos, el grupo racial que más va a crecer en los próximos cincuenta años, hasta el punto de amenazar la tradicional hegemonía (demográfica, política, económica, mediática) del hombre blanco. Eso no gusta a muchos votantes republicanos, y por supuesto no gusta a Donald Trump.
Ya en su primer discurso como candidato a las primarias republicanas, Trump puso el grito en el cielo afirmando, de forma muy sutil, que todos los mexicanos en EEUU son drogadictos y violadores:
Cunado México nos envía a su gente, no nos están enviando lo mejor. No te están enviando a ti. No te están enviando a ti. Están enviando gente que tiene un montón de problemas, y esa gente nos está trayendo esos problemas a nosotros. Nos están trayendo drogas. Nos están trayendo crimen. Son violadores. Y algunos, asumo, son buena gente. Pero yo hablo con los guardas fronterizos y ellos nos dicen lo que estamos recibiendo. Y es sólo sentido común. No nos están enviando a la gente adecuada.
Ni que decir tiene que todo lo que dice Donald Trump no sólo es erróneo, sino racista hasta el extremo. Trump está optando por el populismo, hasta el punto de que cuando ha tenido la ocasión de disculparse, no lo ha hecho. Más aún: para Trump, sus bellas palabras para con sus ciudadanos hispanos no harán sino granjearle aún más apoyo por su parte, en un esquema mental un tanto sorprendente. Pero Trump mantiene una relación tortuosa con la realidad.
En otro alarde de abierto racismo, Trump insistó hace pocos días en una de sus polémicas favoritas: Barack Obama no ha nacido en los Estados Unidos. Para él es del todo irrelevante que Obama publicara su certificado de nacimiento en 2011 tras sucesivos rumores y polémicas, en las que el propio Trump participó activamente, sobre sus orígenes reales. Cuatro años después, Trump insiste: "No sé dónde ha nacido. Realmente no sé por qué no publicaría su historial".
Entre otros arrebatos entre la genialidad cómica (involuntaria) y una muy ¿cuidada? estrategia de comunicación para captar a los votantes atraídos por esta clase de retórica, Trump se vende a sí mismo como la salvación a la América decadente. El único problema es que él es parte de esa decadencia. Otro ejemplo: cuando quiso tuitear un mensaje patriótico sobre el esfuerzo y el liderazgo, lo hizo sobreimpresionando a soldados de las SS sobre la bandera norteamericana.
Here's the tweet Donald Trump just deleted featuring what appear to be Nazi soldiers http://t.co/k3c8Q5L2Ig pic.twitter.com/EYeSszEnQt
— Tim McDonnell (@timmcdonnell) julio 14, 2015
Su apropiación de símbolos ajenos de forma bastante torpe no ha terminado ahí. Cuando anunció su campaña, lo hizo utilizando la célebre canción de Neil Young 'Rockin' in the Free World', que por título y mensaje podría parecer un mensaje liberal-conservador-patriótico por parte del músico canadiense. Young salió presto a cargar contra Trump, denunciando el uso de la canción, y Trump contraatacó subiendo una foto suya y de Young juntos, prueba del acuerdo, y llamándole hipócrita.
Todo esto está granjeando numerosos problemas a Trump, incluso dentro de su propio partido pero también muchos beneficios, en forma de apoyo electoral
Young escribiría posteriormente que la foto fue tomada tiempo atrás en un contexto diferente.
Todo esto le está granjeando un montón de problemas, pero también le está permitiendo perfilar su personaje político. Naturalmente, desde dentro del partido republicano se observa con celo la agresividad mediática y de mensaje de Trump. No sólo ha recibido toques de atención, sino que se ha enemistado de forma natural con candidatos hijos de inmigrantes hispanos como Ted Cruz o Marco Rubio. Pero a Trump, todo esto también le reporta beneficios.
¿Pero quién puede apoyar a este tío?
Una parte sustancial, aunque minoritaria, del electorado. Lo explica Matthew Yglesias en Vox: Trump airea ideas que muchísimos americanos mantienen sobre el orgullo nacional y la inmigración, pero que pocos candidatos de altos vuelos están dispuestos a abrazar dadas las nefastas consecuencias en las élites y en la recaudación de fondos para mantener sus campañas que eso tendría. Trump no necesita fondos, al fin y al cabo él es multimillonario.
Tanta, de hecho, que hay quien ha especulado con la posibilidad de que Trump acuda a las presidenciales como independiente. Él la ha negado y es improbable que suceda, pero su ideario invitaría a ello
Y eso le permite tener cierta libertad. Tanta, de hecho, que hay quien ha especulado con la posibilidad de que Trump acuda a las presidenciales como independiente. Él la ha negado, pero sus visiones sobre determinados temas son tan tóxicas y al mismo tiempo poderosas en parte del electorado que la posibilidad no sería remota. Ningún político se atreve a atacar con tanta dureza a la inmigración. Pero la idea en sí misma no es tan impopular, como demuestra Gallup:
De los gráficos se extraen dos lecturas: que desde mediados de 2013 cada vez más americanos consideran que debería haber menos inmigración y que, desde esa misma fecha, el porcentaje de americanos que opinan que la inmigración es "mala" para el país ha aumentado. Es por supuesto minoritario (un 33% frente a un 63%), pero existe, y está creciendo. Trump podrá ser un excéntrico impresentable diciendo cosas exageradas, pero no está disparando a ciegas.
Trump es la imagen arquetípica que muchos americanos admiran: la de un hombre "hecho a sí mismo" extremadamente rico cuyo atractivo es precisamente la gran cantidad de dinero que ha amasado a lo largo de su vida
Y quizá incluso ser un excéntrico impresentable le esté ayudando. Trump es la arquetípica imagen de hombre hecho a sí mismo (no tanto, su padre ya construyó un pequeño emporio inmobiliario), que se ha labrado su camino con vanidosa personalidad y muchísimo dinero. Él lo sabe, a mucha gente le gustaría ser tan rica como él: "Parte de la belleza que hay en mí es que soy muy rico". Lo enfatizó nada más presentarse. Y por si no fuera suficiente, Trump también es una estrella televisiva.
Su vida es inusual. Es famoso antes que político. En ese sentido, es un animal raro y fascinante.
Todo esto le está permitiendo obtener una proyección mediática durísima, pero muy amplia. Prácticamente todas las publicaciones progresistas, todos los comentaristas políticos, artistas o humoristas de posiciones no conservadoras están hablando de él, ridiculizando sus ridículos comentarios, su imagen (hay gente trumpizando a sus gatos). Para bien o para mal, es imagen: en Business Insider creen que en el ruido informativo hay parte de la respuesta a su éxito.
Sin embargo, puede que sea una ilusión. Primero, la carrera electoral está demasiado abierta como para sacar conclusiones. Y segundo, y mucho más importante, las encuestas sólo están apuntando al electorado o conservador o muy conservador, allí donde Trump puede obtener buenos resultados. Sin embargo, se está dejando de lado a los demócratas y al electorado indeciso, los grupos donde Trump tiene muy pocas posibilidades. Y eso puede beneficiar indirectamente a Hillary Clinton.
Imagen | Gage Skidmore, iprimages