Ratko Mladić pasará el resto de sus días en una prisión, penando por los múltiples crímenes a los que hoy mismo ha sido condenado por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia. La corte, creada en su día con el propósito de juzgar las atrocidades cometidas durante las guerras yugoslavas, culmina así un larguísimo trayecto judicial que ha impedido que el mayor responsable del genocidio de Srebrenica quedara impune.
El encarcelamiento de Ratko Mladić pone así un punto y final parcial a la larga lista de procesados por los crímenes cometidos en Bosnia, Kosovo y Croacia durante los noventa. Su figura es de especial importancia: altivo y en absoluto arrepentido por sus hechos, Mladić es el último genocida de Europa, el heredero final de una larga lista de ilustres criminales que atormentaron al continente durante su convulso siglo XX. Su cadena perpetua es el triunfo de la razón sobre la violencia.
¿Pero quién fue exactamente Ratko Mladić y, más importante aún, por qué se le juzgaba? ¿Qué hizo? Para entenderle, es conviente repasar qué estaba pasando en Serbia, Croacia y Bosnia-Herzegovina tras el derrumbe del régimen comunista yugoslavo. Tras la independencia de Eslovenia, relativamente pacífica, se amontonaron conflictos donde se revivieron los fantasmas étnicos, políticos y sanguinarios de la reciente memoria europea. Y en ellos, Mladić jugó un papel fundamental.
1. El explosivo contexto de Yugoslavia en 1995
La independencia de Eslovenia se había saldado sin mayores problemas. Pero las de Croacia y Bosnia desencadenaron dos guerras paralelas en las que Serbia, con Slobodan Milošević, buscaba reafirmar su proyecto de "Gran Serbia". Para ello ocupó militarmente las porciones de Bosnia y Croacia habitadas por serbios étnicos. La mezcolanza étnica y cultural en las tres repúblicas provocó que, al contrario que en Eslovenia o Macedonia, las independencias fueran traumáticas. En azul claro, los territorios ocupados por Serbia entre 1992 y 1995.
2. Sprska: el territorio de los serbios en Bosnia
Al territorio ocupado mayoritariamente por los serbios en Bosnia se le conocía y se le conoce como "Srpska". La línea blanca delimita su actual límite (es una de las entidades federales de Bosnia y Herzegovina, con parlamento y representación propia, y el color azul indica los territorios bosnios ocupados por el Ejército Serbo-bosnio. Mladić era su comandante, y Radovan Karadžić el presidente de la república. La división étnica (los bosnios eran musulmanes, los serbios ortodoxos) partió la región por la mitad, y favoreció una campaña de extermino que condujo hacia Srebrenica. Mladić, como comandante del ejército de Sprska, fue el responsable último de muchas de las atrocidades cometidas.
3. Mladić, uno de los nuestros
Mladić se convirtió con prontitud en una figura clave del expansionismo serbio durante la guerra. Su origen en el ejército se remontaba a una larga carrera tras las fuerzas yugoslavas. La desintegración de estas, y el testigo recogido por Serbia, le colocó en una posición preferente a la hora de dirigir el Ejército Serbio-bosnio, creado con objeto de defender los intereses de la minoría serbia en Bosnia. En la imagen (1993), Mladić aparece junto al presidente de Sprska, Karadžić, y a Goran Hadžić, presidente de la República de Krajina, el equivalente a Sprska pero en territorio croata. (Srdjan Ilic/AP)
4. Un papel activo y determinante en la guerra
Mladić supervisó la mayor parte de operaciones del ejército serbo-bosnio durante la guerra en Bosnia, alargada tres años (1992-1995). En la imagen, le vemos dando instrucciones a sus compañeros frente a las fuerzas movilizadas y desplazadas por las fuerzas armadas del recién constituido estado bosnio. Mladić tuvo un papel central en las matanzas, los desplazamientos forzosos y la persecución sistemática de los bosnios no serbios, y un año después de esta foto, tomada en Goražde en 1994, su ejército asesinaría a miles de personas en Srebrenica. (Emil Vas/AP)
5. Un serbio de Bosnia luchando por Serbia
El objetivo tanto de los dirigentes de Sprska como de los de Krajina era compartido con los intereses de la "Gran Serbia" de Milošević: asegurar la supervivencia de los serbios bajo un estado común. Esto chocaba con las delimitaciones tradicionales de las repúblicas de Croacia y Bosnia, en la que Mladić había nacido. La guerra descubrió que, lejos de una identidad yugoslava común, los vectores fundamentales de pertenencia en Yugoslavia los seguían marcando la religión, la cultura y, más suavemente, la guerra. En la imagen, Mladić y Karadžić rotan una tarta, una celebración típicamente serbia, en 1995. (Dragan Filipovic/AP)
6. Una guerra y varias negociaciones fallidas
Los hechos trágicos de Srebrenica, los que dotaron a Mladić de su fama internacional y su carácter grotesco, podrían haberse evitado. En 1993, tanto él como los otros generales de las facciones enfrentadas en Bosnia (los croatas y los bosnios) se reunieron bajo el paraguas de la misión desplegada por Naciones Unidas. En la imagen, le vemos caminando junto a los cascos azules. Las charlas resultarían en un fracaso y prolongarían los enfrentamientos durante dos años más. (Michael Stravato/AP)
7. El cabecilla de una limpieza étnica sistemática
Los planes de Serbia y de la República Srpska tenían un inconveniente: la población en las comarcas y los municipios bosníacos no era homogénea. La mayor parte de musulmanes y ortodoxos vivían mezclados, como habían hecho durante siglos. Para solucionarlo, y para reclamar la adhesión o independencia del territorio habitado por serbios dentro de Bosnia, el Ejército Serbo-bosnio realizó una limpieza étnica sistemática destinada a asegurar la homogeneidad étnica del espacio reivindicado. En el proceso, el ejército de Mladić asedió ciudades como Sarajevo, la capital. En la imagen, una mujer huye entre los escombros durante el asedio serbobosnio, que duró tres años. (Michael Stravato/AP)
8. Una limpieza parcialmente exitosa
Hacia 1994, la población de Sarajevo, la capital de los bosnios musulmanes, atravesaba ya dos años de sitio. El ejército de Mladić había cortado los suministros de agua, electricidad y gas, en una última intentona de derribar las defensas de la ciudad y tomarla. En su interior resistía el débil ejército de la recién independizada República de Bosnia. Al término del sitio, más de 13.000 personas habían perecido, entre ellas 5.000 civiles. Mladić haría lo propio con otros seis enclaves bosníacos durante la guerra. Entre ellos, Srebrenica. (Rikard Larma/AP)
9. Srebrenica: un enclave crucial
El plan de la República Sprska, alentada por Serbia y su ejército, implicaba asegurar la continuidad territorial (ergo étnica) de su espacio declarado. Como ya hemos visto, esto era un problema: había numerosos enclaves bosníacos en el hipotético territorio serbosnio. Srebrenica, en el este de Bosnia, era uno de ellos (a día de hoy sigue bajo jurisdicción de la Repúblic Sprska, entidad confederal del país). Desde 1992 en adelante, el ejército de Mladić intentaría hacerse con la ciudad, tanto aniquilando las poblaciones bosníacas periféricas como cortando los suministros al centro urbano. La situación generaría un contexto de hambruna, parcialmente cortado por la declaración de la ciudad como "espacio seguro" por la misión de Naciones Unidas. Srebrenica quedaría, sin embargo, rodeada por las fuerzas serbias. Entre tanto, la ONU trataría de evacuar al máximo número de personas posibles hacia territorios controlados con seguridad por las fuerzas bosnias. En la imagen, un convoy se marcha de Srebrenica en los meses previos a la matanza. (Michel Euler/GTRES)
10. La caída de Srebrenica y las 8.000 víctimas mortales
Entre el 13 y el 15 de julio de 1995 Srebrenica caería. El territorio, protegido en teoría por un destacado holandés de los cascos azules, caería en manos de las tropas serbobosnias de Mladić, y durante dos días cometería el mayor crimen contra la humanidad registrado en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Más de 8.000 varones bosníacos fueron asesinados por las fuerzas del Ejército Serbo-bosnio, en una matanza de proporciones incomparables en la segunda mitad del siglo XX. Más de 20.000 personas (en su mayoría mujeres, ancianos y niños) serían evacuados tras la caída de la ciudad, huyendo de la violencia generada por las tropas serbobosnias. En la imagen, civiles bosníacos esperan frente a cascos azules suecos a ser atendidos en el aeropuerto de Tuzla, territorio aún controlado por las fuerzas bosnias al sur de Srebrenica. (Darko Bandic/AP)
11. Un crimen de lesa humanidad a las puertas del siglo XXI
Durante diez días, las tropas de Mladić lograron lo que hasta entonces no habían conseguido durante los tres años de guerra: sitiar con éxito un enclave bosnio, uno declarado como "espacio seguro" por la misión de Naciones Unidas. El resultado fue aterrador: a las 8.000 víctimas mortales (la mayoría varones) que delataban una evidente preparación del genocidio hubo que sumar entre 20.000 y 30.000 mujeres violadas y abusadas sexualmente. Tanto el ejército serbobosnio como Serbia negarían en los juicios posteriores su implicación en los crímenes, pese a las evidentes pruebas de ellos. En la imagen, una fotografía utilizada en el juicio de Krstić, general serbobosnio, en el que se mostraban las fosas comunes donde las tropas serbobosnias enterraron a sus víctimas. (AP)
12. Responsabilidad diluida, pero última, de Mladić
Gran parte de los bosníacos que huían de Mladić se concentraron en Potočari, cuartel general del destacamento holandés de la ONU en la guerra de Bosnia. Cuando el ejército serbobosnio llegó allí, separó a los hombres y niños varones del resto, y los exterminó con fusilamientos sumarios. Las tropas de la ONU en Srebrenica habían fallado en su defensa de la ciudad. No sólo eso: Thom Karremans, la máxima autoridad holandesa en la zona, charló con Mladić tras su virtual rendición. Una fotografía del encuentro, en el que Karremans aparece bebiendo alcohol (más tarde declararía que lo hizo obligado) pasó a la historia como símbolo de la incompetencia de las tropas holandesas (y de su parcial responsabilidad) en la defensa de la población bosníaca, asesinada a sangre fría.
13. El fin de la guerra y la larga huida
Los hechos de Srebrenica motivarían la definitiva intervención de la OTAN en la guerra de Bosnia. Los bombardeos de las posiciones serbobosnias en el país debilitarían su ventaja estratégica, y forzarían al gobierno de Sprska a sentarse en la mesa de negociación. Inicialmente, Karadžić depuso a Mladić de su puesto, pero su popularidad le obligó a retractarse. Sólo con la guerra terminada y los acuerdos de Dayton firmados, Mladić abandonaría definitivamente su posición al frente del ejército serbobosnio. En la imagen, una intervención pública en 1995, una de las últimas durante la guerra (y ya tras Srebrenica). (Oleg Stejpanovic/AP)
14. Quince años escapando de la justicia
Poco después de Srebrenica, Mladić fue imputado por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia por genocidio y otros cargos. Al término de la guerra, sin embargo, Mladić logró esquivar a la justicia. Lo hizo primero bajo el abrigo de la República Sprska, y más tarde dentro de la propia Serbia, en Belgrado. La detención de Milošević en 2001 le retiró de la mirada pública en la capital serbia. Desde entonces, se inició un tira y afloja entre las autoridades europeas, que por aquel entonces negociaban con Serbia la posible incorporación del país a la UE, y la entrega del comandante. Con todo, Milošević se las apañó para escapar durante quince años a la justicia, tanto en Sprska como en Serbia, fuera o no bajo la permisividad de las autoridades locales. Sólo en 2011, y tras una larga búsqueda, las autoridades serbias le encontraron y le entregaron a la justicia europea.
15. Condenado por diez de sus once crímenes
Acusado de exterminación, asesinato, persecución, terror, secuestro, deportación, desplazamiento forzoso, actos inhumanos y ataques ilegales contra civiles y dos genocidios, uno en Srebrenica y otro en Bosnia y Herzegovina, Mladić fue encontrado culpable por el tribunal en diez de los once crímenes de los que se le acusaba. Sólo se libró del último, en tanto que no se consideró suficientemente probado que el genocidio de miles de bosnios (murieron más de 100.000 durante la guerra) fuera responsabilidad última de Mladić. Sin embargo, sí fue declarado culpable por el genocidio de Srebrenica y por el resto de cargos. Mladić pasará el resto de días que le queden en prisión. En la imagen, una de las sesiones del juicio en 2012. (Toussaint Kluiters/AP)
16. La alegría de la justicia que, al fin, se cumple
Veintidós años después de Srebrenica, Ediba Salihovic, una mujer bosnia, celebra la sentencia a Mladić. Dos décadas después, Bosnia quedó profundamente marcada por los hechos de la guerra y por la limpieza étnica sistemática desarrollada por las autoridades de Sprska. Sin embargo, hoy es un día feliz. Un día en el que un asesino cumplió su justa condena. (Amel Emric/AP)
17. La Bosnia de Mladić, veinte años después
Veinte años después, Bosnia es un país diferente al que era antes de Mladić. A la izquierda se puede ver un mapa de la composición étnica de los municipios bosnios en 1991. En rojo, mayoritariamente serbios; en azul, mayoritariamente croatas; en verde, mayoritariamente bosníacos. A la derecha, el mismo mapa en 1998: allá donde antes había mezcolanza y colores suaves, denotativos de una mayor diversidad étnica, hoy hay regiones fuertemente homogeneizadas por la fuerza de los crímenes contra la humanidad (cometidos, estos sí, por todos los implicados, aunque en distinto grado). Los territorios de la actual República Srpska (en rojo) son mayoritariamente serbios, aunque no lo fueran antes de la guerra (mucho más variados en el este de Bosnia. El mapa de la derecha es un producto de la demente visión de Mladić y otros que, como él, revivieron las peores pesadillas de Europa.