España es el país al que más se menciona en los himnos de otros países. Y siempre para mal

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¿Qué es un país sino un cúmulo de fronteras con las que significarse internamente frente a otros? Este mapa elaborado por los chicos de Map Porn (vista ampliada aquí) muestra cómo muchos países hablan de sí mismos en sus propios himnos frente a los demás, reflejando a golpe de vista una noción básica en la construcción de los Estados modernos: muchos de ellos lo son por oposición a su entorno.

Ahora bien, no todos los países gozan del mismo protagonismo en la construcción del otro. ¿Cuántas menciones se lleva cada país en himnos ajenos? El listado no es muy extenso. Portugal: 1. Turquía: 2. Italia: 2. Reino Unido: 3. Francia: 8. Y España: 13. La ristra de naciones que se ha acordado de nosotros es Colombia, Venezuela, Honduras, El Salvador, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Guinea Ecuatorial, República Dominicana, Perú, Chile y Sáhara Occidental.

Ganamos por goleada. El soneto patriótico es así un reflejo de la lucha anticolonialista, aunque parece que los portugueses y los británicos (especialmente flagrante en este caso) han sabido sortear el odio de sus subordinados. Como señalan algunos usuarios de Reddit, no en todos los casos las citas a otros países indicadas en el mapa son literales en las letras. A veces las referencias se incluyen en partes del texto que, por lo general, no se cantan, o son alusiones que se sacan por el contexto.

"Cedió al fin la fiereza española"

Por ejemplo, el himno del Sáhara dice "corte la cabeza del invasor. Corte la cabeza del invasor", que podríamos pensar se puede referir tanto a España o a Marruecos, salvo que tengamos en cuenta que España abandonó el territorio en febrero de 1976, tras lo cual el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática y tres años después se constituyó su himno.

Parecido ocurre con Guinea Ecuatorial, cuyo himno se creó después de su independencia de España en 1968, y cuya letra de Saturnino Ibongo y Atanasio Ndongo dice: "Tras dos siglos de estar sometidos bajo la dominación colonial, en fraterna unión, sin discriminar: ¡Cantemos Libertad!". Los colombianos también aluden de forma indirecta a nuestro país, lamentando que sea llamada "la tierra de Colón".

Himnos

Curiosamente, mientras los hondureños lamentan los tres siglos de "el mandato imperioso del amo", es decir, España, mentan a Francia como "la libre, la heroica, que en su sueño de siglos dormida despertaba iracunda a la vida al reclamo viril de Dantón". Es una de las únicas cuatro alusiones positivas que hace un país de otro en su letra, en el caso francés muy influenciado por el halo de la Revolución Francesa en la construcción nacional y liberal de los países latinoamericanos.

El piropo, de hecho, no indica ninguna hazaña histórica compartida entre Francia y los centroamericanos, sino la misma celebración del triunfo de los valores liberales e ilustrados tras los hechos de 1789. Un modelo anti-monárquico, republicano, que rinde culto a los valores racionales que en su himno Honduras deja claro que quiere para sí.

En general, y como se va viendo, la gran mayoría de países latinoamericanos poseen un himno patriótico reactivo, que celebre la contienda emancipadora contra el yugo español. A cambio, los españoles carecen a día de hoy de letra en su himno, una particularidad sólo compartida por otros tres países (Kosovo, San Marino y Bosnia y Herzegovina; dos de hechos países con enormes conflictos internos en torno a su identidad, fruto de la convivencia de varias minorías étnicas).

España, una musa lírica que se quedó muda

España ha tenido dos himnos con letra en su historia, el Himno de Riego, que se aprobó durante el Trienio Liberal (entre 1820 y 1823 y prohibido durante la Década Ominosa de Fernando VII) y que fue después rescatado por la Segunda República (entre 1931 y 1939); y la actual Marcha Granadera o Marcha Real, que se interpretó por primera vez en 1770 con Carlos III pero que no fue declarada oficialmente como himno nacional hasta 1871.

La razón por la que hoy no contamos con letra es, oficialmente, que el himno se trataba de composición de origen militar utilizado en los desfiles de los militares, aunque parece que podría ser otra. Eso no significa que a lo largo de su historia hubiera intentos por dotarle de una. De 1927 data la ideada por Eduardo Marquina, diseñada como un homenaje al rey y auspiciada por Primo de Rivera, y de un año más tarde la de José María Pemán, reconocido monárquico y posteriormente franquista entusiasta.

Su adscripción a la causa golpista es la que le convirtió en un candidato idóneo para rediseñar la letra del himno tras el triunfo de los sublevados. En 1939 retocaba algunos pasajes para que encajasen como un reflejo de los golpistas ("alzad los brazos", "los yugos y las flechas"), mucho antes que del conjunto de los españoles o de un espíritu unánimemente patriótico. Su recorrido terminó con la llegada de la democracia, y aún hoy seguimos a la espera de encontrar una respuesta que satisfaga a todo el mundo.

Hace algunos años el gobierno de Rodríguez Zapatero intentó encontrar una letra que nos aunara a todos en un momento de entusiasmo nacionalista gracias al deporte... Con el resultado de una letra demasiado blanda, metafórica y carente de toda profundidad simbólica. Marta Sánchez aportó su propia versión con escalofriante resultado.

En fin. En el resto de países la letra tiene un carácter menos controvertido, y hay otras menciones a terceros más allá de España. ¿A qué vienen esas citas Israel por parte de Uruguay y Holanda? No, no se habla del actual estado judío, sino a una alegoría de Israel como paraíso en la Tierra. Por su parte, Italia y Polonia se laudan mutuamente: Italia cuenta "Ya el águila de Austria las plumas perdió; la sangre de Italia, la sangre polaca, bebió con el cosaco, pero el corazón le quemaron"; Polonia dice "Marcha, Marcha, Dąbrowski. Desde tierra italiana a Polonia, tras tu liderazgo, nos uniremos con la nación".

Esta confraternidad entre pueblos viene porque el futuro de ambas naciones estuvo inextricablemente ligada a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX durante las guerras revolucionarias francesas de Napoleón Bonaparte, y ambos países se ayudaron a luchar por su independencia contra el eje Austria, Rusia y el reino de Cerdeña. Es decir, una lucha y un padecimiento común con el resultado de una rara armonía en sus himnos. Para cuestiones más agresivas, podemos recurrir a La Marsellesa.

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