Colombia ha votado "no" al acuerdo de paz entre el gobierno del país y las FARC. La decisión del pueblo colombiano ha sido sorprendente en tanto que las encuestas previas indicaban una cómoda victoria del "sí". Hay varias razones que contribuyen a explicar el fracaso del ejecutivo de Santos y de los partidarios del los acuerdos de La Habana. De entre todas ellas, hay una especialmente llamativa: han sido las regiones más afectadas por los conflictos armados quienes de forma más entusiasta han apoyado al "sí" en el referéndum.
Las agitadas lecturas a la clarividencia de los datos han sembrado las redes sociales y los medios de comunicación durante la mañana de hoy. Una narrativa popular en determinados sectores ha señalado a las zonas urbanas como ajenas al conflicto e incapaces de comprender lo que el acuerdo entre las FARC y el gobierno implicaba para las zonas rurales. Y al margen de lo acertado o no de su discutible acusación, lo que sí es cierto que, una vez más, la brecha entre la Colombia rural y urbana centra parte del debate público.
Una cicatriz que divide al país en dos y que tiene severas implicaciones para la economía, la sociedad y la política del país latinoamericano. Pese a contar con una mayoritaria población urbana, el conflicto sobre la propiedad de la tierra, el bienestar del campesinado y la reforma agraria en las llanuras y en la selva han dominado la política colombiana desde mediados del siglo XX. Y aún hoy, las enormes diferencias de estándares de vida entre el mundo urbano y rural representan una losa, en forma de conflicto, desigualdades y pobreza, para el estado Colombiano. Y qué mejor que repasarlo que a través de gráficos y mapas.
1. Colombia aún es un país muy rural
A nivel poblacional, el mundo puede dividirse en dos categorías: aquellos países que cuentan con más población urbana que rural y aquellos que no. Colombia está entre los primeros, habitualmente un buen predictor de prosperidad. Sin embargo, Colombia sigue siendo un país muy rural. Más del 30% de su población reside lejos de las grandes ciudades, en el campo, y es dependiente en su mayoría de economías relacionadas con el sector primario. Los municipios rurales, además, ocupan la vasta mayoría de la superficie del país.
2. Y vivir en el campo significa ser más pobre
Al igual que en otros puntos de Sudamérica, la vida en el campo encuentra una importante correlación con un menor bienestar. Las poblaciones rurales tienen acceso a menos recursos y servicios por parte del estado, además de trabajar en peores condiciones y de obtener menos ingresos anuales. De las aproximadas 11 millones de personas que viven en la Colombia rural, alrededor de 7 millones son pobres, y 2 de ellas indigentes. Mientras que el 30% de la población urbana colombiana es pobre, en el campo la cifra se eleva al 65%.
3. La desigualdad rural es un lastre para Colombia
Un trabajo reciente del Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas, centrado en la situación del campo colombiano, analizaba en profundidad las consecuencias para Colombia de la fuerte desigualdad económica entre el campo y la ciudad. Una de las conclusiones más interesantes del estudio era la incapacidad de Colombia para alcanzar estándares de desarrollo humano comparables al de los países occidentales mientras no solucionara su problema en el campo. Si bien la alta ruralidad no implica necesariamente menor IDH, en el caso colombiano la mayor parte de municipios rurales son mucho más pobres.
4. 600.000 pesos frente a 200.000 pesos
Quizá el dato que mejor resume el fuerte contraste entre el campo y la ciudad colombiana lo ofrezca Semana: mientras el ingreso promedio de un campesino es de aproximadamente 200.000 pesos, la cifra se triplica en las ciudades y supera los 600.000 pesos. Más del 80% de la población rural está en el régimen subsidiado de salud, el analfabetismo en el campo supera el 18% y alrededor del 60% de las poblaciones no tiene acceso siquiera a agua potable. Son cifras que multiplican con mucho los datos arrojados por los centros urbanos.
El mapa sale de aquí.
5. La violencia, aún persistente en el campo
Los conflictos violentos han sido protagonistas de la mayor parte del siglo XX colombiano. Pese a que la tasa de homicidios sigue siendo alta en las ciudades, el campo se ha llevado la peor parte. Según la investigación de Naciones Unidas, 18 de los 20 municipios más afectados durante las últimas décadas por la violencia se encuentran en el campo. Las víctimas, a menudo, sufren más las desigualdades por raza o por cuestiones económicas.
6. Las FARC, con más presencia en lo rural
Cuando las FARC se sentaron a negociar con el gobierno de Santos en 2012, la mayor parte de sus fuerzas armadas se desplegaban en territorios alejados del altiplano. El vínculo de los guerrilleros con el mundo agrario ha sido muy alto desde sus inicios: son las regiones rurales las que más han sufrido la violencia tanto de las autodefensas como de los grupos revolucionarios, y es allí donde el estado ha tenido menos acceso y control.
7. A nivel departamental, hay brecha
"Nuestras cordilleras son verdaderas islas de la salud rodeadas de un océano de miasmas."
— Roberto Angulo (@RobertoAnguloS) 3 de octubre de 2016
M. Samper 1867 pic.twitter.com/0I1HpjwSLZ
Es una de las lecturas que llaman la atención del referéndum fallido de Santos. Mientras los departamentos alejados de las cordilleras, más rurales y más afectados históricamente por la violencia de los conflictos armados posteriores a La Violencia, han votado a favor del acuerdo de paz promovido por Santos, los departamentos interiores se han decantado de forma mayoritaria por el "no" (con excepciones notables, como Bogotá).
8. Sin embargo, el patrón de voto no es claro
Pareciera que los municipios mas ricos le dieron la espalda a los más pobres pic.twitter.com/zl55B8bTw8
— Carlos Felipe Reyes (@cfreyes) 3 de octubre de 2016
La ruralidad no parece decir mucho pic.twitter.com/H9qUO9LHyb
— Carlos Felipe Reyes (@cfreyes) 3 de octubre de 2016
A nivel municipal, ni la riqueza ni la ruralidad parecen estar muy correlacionadas con un mayor o menor apoyo al acuerdo de paz. En cualquier caso, Semana ha recopilado los casos de algunos municipios particularmente golpeados por la violencia del conflicto armado durante los últimos cincuenta años, y en todos ellos ha encontrado un apoyo mayoritario en el referéndum. En Bojaya, Caloto o Cajibio, donde las FARC y las autodefensas protagonizaron algunas de las masacres más sangrientas, el "sí" se ha impuesto con claridad.
9. La situación está mejorando a nivel nacional
Los indicadores globales para Colombia son malos, pero tanto la pobreza extrema comola desigualdad están decreciendo de forma notable durante los últimos años. El índice Gini para Colombia se encuentra en mínimos históricos, y las estadísticas oficiales de los organismos colombianos han registrado descensos notables en la población bajo el umbral tanto de la pobreza como de la pobreza extrema. Si en 2009 alrededor del 40% de los colombianos entraba en la primera categoría, en 2014 tan sólo el 28,5%. El descenso tan acuciado sería impensable si la brecha entre campo y ciudad no se hubiera reducido algo.