El petróleo desencadenó la primera Guerra del Golfo, pero no es el único recurso líquido que puede traer guerras y crisis globales. El agua (o mejor dicho, la falta de ella) será causa de futuros conflictos porque es el recurso natural más preciado que puede ser manipulado por los humanos. En 2018, en medio de una sequía brutal, funcionarios de Irán concluyeron que alguien les estaba robando el agua de las nubes. Dijeron que Israel estaba haciendo esfuerzos para evitar que las nubes iraníes produjeran lluvia.
A medida que regiones como Oriente Medio se secan, los países se han embarcado en una carrera para desarrollar productos químicos y técnicas para exprimir las nubes. Y esto está causando conflictos internacionales.
El conflicto. A los países ya no les preocupa tanto que sus acuíferos sean drenados por un país ajeno, sino que les roben el agua directamente de las nubes. "Tanto Israel como otro país están haciendo esfuerzos para evitar que nuestras nubes produzcan lluvia", aseguraba Irán hace unos años. El otro país era los Emiratos Árabes Unidos, que lleva años desarrollando un programa de siembra de nubes, en el que se les inyectan productos químicos para forzar la precipitación. Y el objetivo no era realmente robar agua, sino lograr que lloviera en tierras resecas.
Escasez de agua. Alrededor de 2.700 millones de personas sufren escasez durante al menos un mes al año. Para 2025, dos tercios de la población mundial enfrentarán sequías y el racionamiento se convertirá en la nueva normalidad. Según este artículo de New York Times, 12 de los 19 países de la región del Golfo cuentan con menos de 254 milímetros de lluvia al año (una caída del 20% en las últimas tres décadas). Por eso sus gobiernos están desesperados y ven en la fabricación artificial de nubes una solución.
¿Por qué es controvertido? Básicamente porque si siembras nubes sobre tu región para combatir la sequía, esas nubes no llevarán la lluvia a la siguiente región, donde seguramente también tienen necesidad de agua. "Si haces que llueva en un lugar, entonces reduce la lluvia río abajo. Es como robar a Peter para pagarle a Paul, hace ganadores y perdedores", explicaba el profesor de física aplicada de la Universidad de Harvard, David Keith, en este artículo de DW.
Es decir, la preocupación de los expertos es que un país seque las nubes a expensas de otros. Principalmente porque la vida útil de una nube que produzca lluvia apenas supera el par de horas. Y en esa región, siete países están muy cerca, por lo que el conflicto está garantizado.
¿Cómo funciona? Para entender el proceso hay que saber cómo funciona la precipitación. Las nubes se forman cuando el aire que contiene vapor de agua asciende a la atmósfera, se enfría y forma partículas heladas. Dentro de las nubes, esas partículas se mezclan formando gotas que cuando se vuelven grandes y pesadas caen al suelo en forma de lluvia, nieve o granizo, dependiendo de la temperatura.
En la siembra de nubes, se les inyectan pequeñas partículas de yoduro de plata. Este proceso se puede realizar desde un avión o un dron, o incluso disparar desde el suelo. El método lo que hace es "engañar" al vapor de agua dentro de las nubes para que forme gotas alrededor de las partículas de yoduro de plata. Una vez que se vuelven pesadas, caen de las nubes como una precipitación normal y corriente.
Una tendencia. Multitud de países están experimentando con esta tecnología. Arabia Saudita acaba de iniciar un programa a gran escala y otros seis países de Oriente Medio y el norte de África lo están aplicando. El programa más ambicioso del mundo lo tiene China, que busca estimular la lluvia sobre el río Yangtsé, el cual se seca rápidamente. También se sabe que Rusia emplea la siembra de nubes antes de las festividades para que la lluvia no arruine las celebraciones públicas. EEUU también utiliza estos métodos en estados afectados por la sequía, como Idaho y Wyoming.
Los problemas. Aunque parezca una ciencia sencilla, en la práctica no lo es. No todas las nubes pueden producir lluvia, e incluso una nube que pueda parecer adecuada para la siembra puede no tener suficiente humedad. Además, en los climas cálidos las gotas de lluvia a veces se evaporan antes incluso de llegar al suelo.
No sólo eso: a veces el efecto puede ser mayor de lo esperado, produciendo demasiada lluvia o nieve. O los vientos pueden cambiar, alejando las nubes de la zona donde se realizó la siembra. Esto ya ocurrió en EAU en 2019, cuando la siembra de nubes generó lluvias tan intensas en Dubái que hubo que bombear el agua de los barrios inundados.
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