La entrada en Amazon del Satisfyer Pro 2 Next Generation tiene 5.144 valoraciones y una media de 4.5 estrellas. Si fuese cualquier memoria USB o unos auriculares estaríamos hablando de una compra automática y segura en la que apenas pensaríamos en lo que estamos haciendo. Le das a la cesta y punto.
Encima, si entras a mirar valoraciones en prensa y en redes sociales (eso si no tienes alguna amiga pesada que lleve meses prodigando las bondades del juguete de la temporada) parece que el Satisfyer, y los succionadores de clítoris en general, son la nueva gran revolución del placer femenino. Nuestras métricas internas de visualizaciones de posts nos hacen sospechar que son muchos muchos los masajeadores que van a traer este enero Melchor, Gaspar y Baltasar.
Y sin embargo, existen. Las mujeres (o personas con clítoris, más correctamente) que se han dejado llevar por la oleada de entusiasmo y que al ir a probarlo en casa se han llevado un chasco. Las damnificadas además lo son por partida doble: no sólo es que el aparato no las convenza, es que se trata de un producto que por comprensibles cuestiones de higiene no se puede devolver. Las insatifyers se quedan con 40 euros menos en la cuenta corriente.
Y en algunos casos, también con la amarga sensación de que algo en ellas no funciona. De las opiniones desfavorables en las tiendas, la inmensa mayoría tienen que ver con cuestiones de fabricación del aparato y no con que no cumpla su cometido. “¿Seré sólo yo? ¿No funciono bien?”, se preguntan al sentir que no están invitadas a la última gran fiesta. Por si tú también necesitas leer esto, te lo aseguramos: no estás sola.
Por todo esto, y para que puedas valorar todas las posibilidades antes de comprarlo para ti o alguna amiga, hemos recopilado las opiniones de mujeres desencantadas. Hemos encontrado algo más de una docena de experiencias y pueden agruparse en tres categorías.
Insatisfyers tipo 1: ¿seré demasiado sensible?
“Lo que siento es un poco... es difícil expresarlo, desagradable casi. Como estar en una bici de spinning. Es el sitio, pero la estimulación siento que no es la adecuada”. Habla Elena (todos los nombres de usuarias son ficticios) de cómo para ella el contacto con el clítoris es hasta cierto punto doloroso. “Me pasa igual con los geles lubricantes de frío, que si no me lo quito rápido me duele. No sé por qué puede ser. Ya te digo, creía que usaba mal el Satisfyer hasta que hablé con una amiga. Ahora supongo... ¿Que soy demasiado sensible?”.
"Es como si me estuvieran dando descargas eléctricas. Acabo antes rozándome con un cojín".
Sus conclusiones son parecidas a las de Paula, que cree que “es demasiado directo y el nivel más bajo es súper intenso. Duele y en uno de los intentos hasta me lastimé por insistir”. Ella no usa el Satisfyer sino el Lelo Sona, con la misma tecnología de pulsos. Lo mismo cuenta Carmen: “es demasiado directo, mi cuerpo se tensa como si le estuvieran dando descargas eléctricas y eso hace que me cueste llegar al orgasmo. Llega a dormirme la zona y al quitarme sensibilidad tampoco ayuda. Acabo mucho antes rozándome con un cojín”, dice sobre el Penguin. “Menudo chof, ¡pero si es como un martillo hidraúlico!”, nos dice otra que ha probado el Pro 2. Respuestas de este tipo son las más habituales.
“Puede darse el caso de mujeres que tengan el clítoris muy sensible por falta de estimulación y una estimulación directa haga que no sea bien gestionado por el cerebro y que este de la señal de cosquillas en lugar de placer. La sensibilidad depende del uso que hagas”, explica el sexólogo Raúl Padilla, que apuesta que un mayor entrenamiento de esta parte haría que el cuerpo se habituase al contacto y rompiese la barrera de la sensibilidad.
Insatisfyers tipo 2: ¿Y si me lo estoy poniendo mal? ¿Y si mi clítoris no tiene un tamaño normal?
En toda la red sólo hemos encontrado un análisis negativo de los succionadores de clítoris en blogs sobre juguetes sexuales. Felicity de Phallophilereviews, alguien con una dilatada experiencia y rigor profesional, comparte la misma sensación que las mujeres del primer punto, una excesiva sensibilidad que, entre otras cosas, hace que no le estimule tanto el sexo oral como a la mayoría de mujeres. Pero también dice:
“La boquilla del Satisfyer Pro 2 es grande y no encaja con mi clítoris. La anatomía individual varía y mi clítoris es, aparentemente, más pequeño y encapuchado que lo normal. No sale cuando se excita. Creo que la decisión de Womanizer de mudarse a aberturas ovales fue una decisión inteligente dado que, estadísticamente, los clítoris son más largos que anchos”. Si necesitas entender qué es el glande y el capuchón del clítoris aquí tienes un par de imágenes muy gráficas sobre el asunto y aquí otra sobre cómo debe colocarse el aparato.
"¡Madre de Dios, eso era como un martillo hidráulico! Menudo chof".
Es otra de las dudas, muchas usuarias no descartan volver a probarlo en otro momento con más calma, porque hay algo que no hace clic. “¿Hay que meter dentro todo el clítoris, con su capuchón, o sólo el glande?”, dice una; “¿No dicen por ahí que tiene que hacer efecto vacío? Porque a mí me baila…”, otra. Más de una tiene dudas sobre el tamaño de su zona erógena: “Yo tengo todo muy pequeñito, confirmado por el ginecólogo”, apuntaba Elena. “No voy por ahí comparando clítoris todos los días, pero algún chico me ha dicho que sí que le parecía pequeño, no sé”, dice Silvia.
En su mayoría las otras entrevistadas desencantadas no han podido confirmar si también lo tenían más pequeño que la media mientras que algunas han asegurado que el tamaño de su clítoris es de lo más normal. Padilla apuesta a que una solución sería “que los succionadores viniesen con cabezales de distintos tamaños, para poder ajustarse mejor, aunque igual no les sale a cuenta”.
Sin embargo Laura Morán, también sexóloga, no cree que el problema del funcionamiento esté tan vinculado al tamaño del glande sino a otra cosa:
“Cuando el capuchón del glande del clítoris se retira es porque hay excitación. Es exactamente igual que en el caso de los penes*, que cuando hay excitación y el glande crece el prepucio se retrae. Así que si las mujeres que lo usan tienen que retirarse el capuchón eso es porque no hay excitación previa, para usar el Satisfyer habría que alcanzar un grado de excitación lo suficientemente grande como para orgasmar. Es muy posible que muchas se lo estén poniendo ahí de forma automática sin dar tiempo a que el clítoris se desarrolle”.
Padilla le añade una perspectiva psicológica al asunto. “Cuando nos ponemos en modo, ‘esto me tiene que gustar porque le gusta a todo el mundo’ no vas a conseguir placer porque tu cabeza está funcionando en modo científico, mientras que si estamos en modo sexual es más fácil que nos ponga cualquier cosa”.
Sobre si se está usando mal el aparato o no, Morán afirma que hay una falsedad en el modo de promocionarse que tienen los succionadores de clítoris y que es que sean contactless. “Tocarse va a haber que tocarse en alguna zona genital en algún momento, no queda otra, por mucho que lo vendan así, de ahí que no me extraña que haya personas desencantadas con el juguete porque es muy posible que lo estén usándolo mal”.
Insatisfyers tipo 3: la decepción de bombear orgasmos
En este tercer y último grupo las respuestas difieren en el grado de placer final del uso, aunque todas coinciden en que funcionar, funciona, pero no tanto como herramienta de placer sino como extractor de orgamos, una alegría a medio gas, algo que también se ha comentado en algunos otros medios. “Me decepciona que sea algo tan rápido”, dice María. “Por suerte en mi sexualidad y relaciones siempre he sido abierta y no he tenido miedo de probar cosas. Entonces tener esa sensación tan intensa en tan poco tiempo es como que me chafa un poco toda la experiencia”.
"Tía, ese bicho sirve de pisapapeles".
“Es una manera de ahorrar tiempo más que de flipar de placer”, afirma más tajante Laura. “Estimular, estimula. Cuando ando con las prisas, o más para quitar una ‘necesidad’. Tiro de él y en cinco minutos estoy, pero he probado con otros juguetes y el placer es mayor. Conozco mi cuerpo y lo que le gusta. Se vende como la décima maravilla del mundo y no es el caso”.
Otra compradora: “no es que no me dé placer, es que mi vibrador de siempre me da más. No encuentro una diferencia abismal entre un vibrador y un succionador. Puede que sea cosa de mi cuerpo, pero para mí está demasiado focalizado en el clítoris. Un vibrador tipo Hitachi Wand abarca una mayor superficie, no está tan concentrado ahí, mientras que el Satisfyer acaba como en punta, y eso me resulta un poco extraño y, si lo subo al máximo, casi desagradable”.
Claro que hay más mundo que el Satisfyer
Como dice Morán, la llegada del aparato a la opinión pública ha tenido dos factores positivos, que “ha ayudado a que la masturbación femenina termine de salir del armario y que lo ha hecho con un objeto que no es vaginal”, como venían siendo la mayoría de masturbadores femeninos populares.
Pero hay obviamente un territorio más amplio dentro del repertorio de juguetes sexuales que pueden adaptarse mejor a las necesidades orgásmicas de las usuarias. “Me gustaba más el vibrador tradicional’ que tenía antes”, nos dicen, o “voy mejor con señor consolador fucsia cantoso que me pillé en una vending de pueblo por diez euros”. “La verdad es que si me masturbo suele ser más centrado en todo el clítoris y por eso prefiero las de tipo Hitachi Wand, aunque Hitachi no tengo que es muy caro :(”, y también “tengo mis juguetes, pero para mí el santo grial es el combo masturbación y sexo oral, ahí tienes el ORGASMO CELESTIAL. Todo lo demás, márketing”.
En resumen, que el Satisfyer no es ni la llave maestra del placer femenino ni el destructor de perfiles de Tinder definitivo aunque las abrumadoras críticas en Amazon nos hagan creer lo contrario. Como con tantas otras cosas sobre el sexo, mejor escapar de la visión túnel que impone la moda de comprar el Satisfyer por obligación y abrirse a todas las posibilidades.
*Esto no es un comentario de Morán, sino mío. Es un poco triste y elocuente por sí mismo que sea más sencillo para todos nosotros comprender el funcionamiento de la fisionomía sexual femenina si la comparamos con la masculina.
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