Para los trabajadores sin estudios, las ciudades ya no son tierra de oportunidades. Son una trampa

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¿Qué ha pasado con los salarios de los trabajadores durante el último medio siglo? La pregunta ocupa los desvelos de gran parte de la investigación económica. Sabemos que durante las últimas décadas la productividad de los países occidentales se ha disparado, y al mismo tiempo que los sueldos se han congelado. Es algo que afecta especialmente a los trabajadores no cualificados, cada vez más precarios, cada vez más temporales.

Una tendencia muy acentuada en las ciudades.

Éxodo. Los últimos cien años se han caracterizado por un traslado de población de los núcleos rurales a los urbanos. Las ciudades se han llenado. Allí han acudido los trabajadores cualificados (especializados y con estudios) y los no cualificados (manuales, gestores, supervisores, proveedores de servicios), con la esperanza de obtener un mejor salario. Durante un tiempo fue así. Hasta 1980, en Estados Unidos, los trabajadores cualificados urbanos cobraban un 40% más que los rurales.

Lo mismo sucedía entre los no cualificados urbanos, cuyos salarios eran un 35% superior a los recibidos por sus contrapartes rurales.

Evolución. Pero a partir de la década de los ochenta algo se rompió. Lo analiza un trabajo (PDF) elaborado por David Autor, profesor de Economía e investigador en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Entre 1990 y 2015 la ventaja salarial de los trabajadores no-universitarios urbanos se esfumó. Se redujo a la mitad. "Las ciudades solían ser un imán para las personas menos afortunadas, huyendo de la discriminación o el trabajo mal pagado, y servían como un ascensor para la movilidad social", explica. Algo que ya no es necesariamente cierto.

Cifras. ¿Qué ha sucedido? Que la economía también se ha polarizado fruto de la desaparición del sueldo medio. En 1980, un 33% de los estadounidenses se empleaba en trabajos que ofrecían sueldos bajos; un 37% en los medios; y un 30% en los altos. En 2015 el panorama había cambiado. Los trabajadores con sueldos medios representaban sólo el 27% del total nacional. Diez puntos menos. Y la mayoría de ellos no habían ascendido en la pirámide social. Habían pasado a empleos peor pagados.

Con o sin estudios. Antaño, los trabajadores no-universitarios huían de las zonas rurales con la esperanza de encontrar un buen puesto (y un buen salario) en las ciudades. A menudo lo conseguían. En 1980 el 43% de los trabajadores no cualificados ocupaban salarios medios, y un 18% salarios altos. Treinta años más tarde el primer porcentaje se había reducido al 33%. Para una persona sin estudios, hoy es más complicado encontrar un salario decente en los entornos urbanos. La economía es distinta.

¿Por qué? Hay múltiples teorías al respecto. Dos tesis populares: por un lado, la automatización ha eliminado la necesidad de operarios, oficinistas y supervisores, cuadros medios con salarios buenos; por otro, la globalización ha despojado a las economías occidentales de trabajadores manuales que en su día disfrutaban de ingresos decentes. En su lugar ha aparecido la economía precaria: transportistas, cuidadores, repartidores, empleados de grandes superficies y cadenas de alimentación, etcétera.

A mediados del siglo XX, el hijo de un granjero sin estudios podía aspirar a llegar a la ciudad y escalar socialmente gracias a un empleo técnico. Hoy lo tendría más complicado. Y tendría que recurrir a trabajos con muy poco valor añadido, precarios y temporales.

Estudios. Es algo que concuerda con el enorme estancamiento salarial tanto de Estados Unidos como de Europa. A nivel relativo, los sueldos han quedado al mismo nivel que a principios de los setenta para una mayoría de la población, en especial la no cualificada. Y que también sucede en España. Como vimos, los salarios se están polarizando. Durante la última década, comunidades como Madrid y Barcelona han creado ingentes puestos muy bien y muy mal pagados, mientras los medios se han desvanecido excepto en un puñado de regiones.

Más pobres. Según Autor, hoy los trabajadores urbanos sin estudios cobran relativamente menos que los de 1980 incluso descontando el alquiler, a su vez otro factor de empobrecimiento. El resultado es sombrío: en España, semejante coctelera de factores ha provocado que el 13% de los trabajadores no llegue a fin de mes. Tener un empleo no es suficiente para sobrevivir. Desde 2008, el 10% más pobre del país ha perdido un 40% de su nivel adquisitivo. Es la ruptura del ascensor social urbano.

Consecuencias. ¿Soluciones? Desde el plano individual, tener estudios. En Estados Unidos (y cada vez más en Europa) es la única forma de acceder a salarios altos. A nivel político las hay variadas. Una de ellas son los salarios mínimos, cada vez más populares en América ($15). Otra, más experimental, los ingresos mínimos, como el implementado por España. Y la última, más compleja, pasa por redistribuir el éxodo rural. Las megalópolis pueden ser una oportunidad... O una trampa, en especial si incluimos otros factores, como el encarecimiento de la vida.

En cualquiera de los casos, una palabra domina ya no sólo la economía, sino también la política: polarización. Adiós al término, al sueldo medio.

Imagen: Kai Pilger

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