A menos de un mes de los próximos comicios electorales estadounidenses, Facebook ha decidido dar un pequeño vuelco en su estrategia de permisividad de contenidos conspiranoicos. QAnon, el famoso movimiento que defiende la teoría de que Trump está en una guerra secreta contra las élites liberales y las cloacas del Estado, es ahora objetivo explícito de los moderadores de las plataformas de Zuckerberg, y la compañía se ha puesto desde este mismo martes a borrar todos sus grupos.
La envergadura: los periodistas se han sorprendido de lo enorme y tajante del golpe de Facebook contra el movimiento, que dice haber cribado más de 1.500 foros. Si BBC recogía la semana pasada que había 220 grupos y 205 páginas activas como fuente de difusión de estas teorías, así como más de 400 en Instagram, el emporio les ha dejado temblando: de esos hoy sólo quedan 31 grupos y 49 páginas, y se ha acabado sobre todo con las más grandes y notorias.
Hablamos de comunidades de cientos de miles de personas. Entre enero y agosto de este año esta corriente había acumulado 44 millones de interacciones en texto y 50 millones en vídeo en Facebook, y 63 y 133 millones respectivamente en estas dos categorías en Intagram.
Contra la violencia: la justificación de Facebook es que han llegado a la conclusión de que QAnon es un grupo que fomenta la violencia y el terror, lo que les ha llevado a tratarlos con el mismo baremos con que se trata cualquier movimiento social militarizado, como pueden ser las páginas nazis o de extrema izquierda. En el caso de los “anónimos”, esta violencia se puede detectar, por ejemplo, en su defensa de que hay que prepararse (y armarse) para una próxima y cercana guerra contra los “libs”, algo que podría estallar con algo tan sencillo como unos resultados electorales muy apurados.
Por qué esto tiene que ver con las elecciones presidenciales estadounidenses: las conspiraciones se han tratado durante años como entretenimientos o aficiones más o menos apolíticas e inocuas. No pasaba mucho si alguien creía que el asesinato de Kennedy había sido planeado. Con QAnon nos encontramos con que no se trata simplemente de gente que cree que los demócratas esconden anillos de pederastia y violación por todo el país, sino que el actual presidente alimenta el fuego haciendo guiños públicos a los seguidores, ayudando no sólo a que la gente crea en ideas disparatadas sino fomentando entre la población general una actitud antisistema y erosionando la credibilidad en las fuentes de autoridad tradicionales.
Paralelo a esto son las cifras de confianza estadounidenses en los medios: hoy día un 90% de los Republicanos, es decir, de la mitad de los votantes del país, desconfía en algún grado de ellos, mientras que paradójicamente los demócratas cada vez confían más en estas fuentes. En ese sentido, QAnon sólo representa la punta del Iceberg de un problema mucho más profundo que no se podrá solucionar con el simple baneo de algunos grupos en Facebook.
Encuesta USA: Solo el 10% de los republicanos dice que confía en los medios, frente al 32% en 2015. Durante este período, la confianza de los demócratas en los medios se ha movido en la dirección opuesta, pasando del 55% en 2015 al 73% en 2020 pic.twitter.com/jCTGZ0gl0l
— Antonio Ortiz (@antonello) October 6, 2020
¿A dónde irá ahora esta gente? Pese a todo, el movimiento se enfrenta a un panorama complicado por culpa de la medida de Zuckerberg. Gab, página que imita a Reddit creada en 2016 y pilar de la comunidad de la alt-right estadounidense, ha hecho un anuncio público diciendo que acogerá en su seno a todos los qaners y que se erige como red de la libertad de expresión donde no podrán ser censurados. Sin embargo ya se vio que esto no funcionaría gracias a una situación muy parecida de hace un par de años, con la campaña de censura de la extrema derecha en Twitter: los perseguidos dijeron que se moverían a otra plataforma llamada Parler, pero así lo único que consiguieron es que la nueva red sirviese de cámara de eco para los ya convencidos: los movimientos extremos necesitan de estas enormes comunidades de ciudadanos normales e indecisos para pescar en el descontento, convencerlos y así ampliar la base de adeptos.
La larga espera: de esta forma se cierra también el capítulo sobre la equidistancia, falsa o no dependiendo de a quién preguntes, del creador de Facebook con respecto a la vigencia de la extrema derecha, un tema que trae cola desde hace casi un lustro. Hasta hace dos días Facebook era retratado como el gigante social más favorable a estas corrientes por su conocida falta de intervención, con gestos que habían levantado ampollas como la defensa de la existencia de los negacionistas del Holocausto por nocivos que nos parezcan, todo ello contaminado también por las suspicacias acerca de sus reuniones secretas con Trump. Con el anuncio del martes, el empresario ha cambiado drásticamente la narrativa sobre su postura.