El martes pasado se confirmaba el fichaje de Neymar por el club de fútbol Al Hilal, de Arabia Saudita. Una transferencia por el delantero del PSG que alcanza nada menos que los 98 millones de dólares, convirtiéndolo en el fichaje más caro en la historia de la liga saudí. Este viernes, el jugador llegaba a la ciudad de Riad, donde juega su nuevo club. No lo hacía como un futbolista del montón, sino como una superestrella, en un imponente avión de la flota real. Sí, un señor Boeing 747 vacío y sólo para él.
Un capricho que le ha supuesto al medioambiente 230.000 kg de emisiones de CO2 a la atmósfera, 32 veces más de lo que emite cualquier persona en todo un año (que ronda los 7.000 kg).
En una demostración de poderío económico, el Al-Hilal Saudi Football Club envió a Le Bourget un enorme Boeing 747 que aterrizó el jueves en el antiguo aeropuerto de la capital francesa, hoy convertido en una estación de vuelos privados. Al día siguiente, el jumbo ponía rumbo a su país de origen llevando a bordo (además de a la tripulación) a la estrella brasileña.
Casi seis horas de vuelo en un avión de tamaño un tanto grande para un traslado así y que tiene como coste nada menos que 23.000 euros por hora de vuelo. Y otro coste medioambiental brutal que el futbolista parece haber pasado de alto. Para que os hagáis una idea: si hubiera decidido ir en jet privado habría emitido 12.000 kg de CO2, que ya es una cifra enorme. Pero hacerlo en un avión comercial Boeing supone 20 veces esa cantidad.
¿De dónde sale ese avión? Para llegar ahí tenemos que saber que el Al-Hilal es uno de los cuatro equipos de fútbol de Arabia Saudí que tiene como accionista mayoritario al PIF (Public Investment Fund), el fondo soberano de inversiones de ese país, que es también propietario de un 16% de Kingdom Holding, la empresa de inversión del príncipe Al Waleed bin Talal Al Saud. Y esta persona tiene como uno de sus tres aviones personales al Boeing 747. El mismo en el que esta semana viajó Neymar.
El avión en cuestión es un modelo de la serie -400 que originalmente fue usado por la compañía Air China como una aeronave de líneas regulares para 344 pasajeros y que cuenta con tres clases: 10 butacas-cama de primera clase, 42 sillones de bussiness class y 292 asientos estándar de clase económica. La aerolínea China dejó de volar el aparato en 2001 y estuvo cogiendo polvo durante tres años en un aeropuerto estadounidense hasta hace poco.
Se enfrenta a multas por violación de los derechos ambientales
Durante su carrera futbolística, se ha hecho más que evidente el gusto del jugador brasileño por ciertos lujos extravagantes. Entre sus peticiones al club se encuentran una mansión de lujo de 25 habitaciones con una piscina de 400 metros cuadrados y tres saunas, una nevera siempre llena de zumos de Açai y guaraná, una flota de siete coches de alta gama (Ferrari, Audi, Lamborghini y Aston Martin) y un chofer disponible las 24 horas del día los siete días de la semana.
Pero con tanto lujo de por medio, al jugador parece que se le ha olvidado la contaminación que todo eso supone. De hecho, a Neymar Jr. se le han imputado decenas de infracciones relacionadas con la violación de los derechos ambientales en su país, por los que se enfrenta a una millonaria multa de 16 millones de reales (unos 3,3 millones de dólares).
La principal infracción recae en una edificación ilegal en su residencia ubicada en las afueras de Río de Janeiro. La fiscalía brasileña le sanciona por la gravedad que involucra la realización de una obra sujeta a control ambiental sin permiso, la captación y desvío de agua de un río sin autorización, así como la remoción de tierras y la supresión de vegetación sin el debido consentimiento. Todo para llevar a cabo la construcción de un lago artificial y una playa para él mismo.
El impacto de los jets privados
Pero el futbolista brasileño no es el único que participa de actividades nocivas para el medioambiente como son los vuelos privados. Sabemos que apenas un 1% de los viajeros de avión son los causantes del 50% de las emisiones de la aviación mundial. ¿Quiénes? Los políticos de primer nivel entran en ese saco, pero también superestrellas como Taylor Swift, Post Malone o Drake con sus juergas a bordo, cuyos asistentes contaminan en un solo vuelo lo mismo que un norteamericano al año.
Un problema aún mayor si tenemos en cuenta que hoy en día existe casi tanta flota de aviones comerciales (26.000) como privados (22.000). Y que se estima que en un cómputo global los jets de este tipo causan entre cinco y 14 veces más contaminación por pasajero que los aviones comerciales y 50 veces más que los trenes, según un estudio publicado por Transport & Environment.
Imágenes: Twitter
En Xataka | El 1% de los pasajeros de avión contaminan tanto como el 99% restante
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