"Made in China" se ha convertido en un sello que hoy a nadie sorprende encontrarse en piezas de electrónica, etiquetas de prendas de ropa, paneles fotovoltaicos o incluso vehículos. El gigante asiático ha movido ficha ya para que en el futuro podamos ver esas tres palabras en un sitio distinto, uno que ahora pocos relacionan con su potente economía: las botellas de vino.
Músculo tiene para lograrlo.
China en el mapa vinícola. China es un gigante manufacturero, gran taller tecnológico, una potencia en renovables y tierras raras… y también —aunque esa faceta haya pasado más inadvertida— un productor solvente de vino. Los rankings varían de un año a otro y los datos de la organización sectorial OIV muestran que, al menos entre 2018 y 2022, la producción y el consumo nacional cayeron de forma sensible, pero China ocupa un lugar significativo en el mapa del vino.
Llegó a colarse en el Top 5 de la clasificación de OIV, en 2020 Forbes la identificaba como el 10º productor global, con 6,6 millones de hectolitros y en 2022 Visual Capitalist la situaba en el puesto 12º. Sus datos quedan lejos de los de Italia, Francia o España, pero le permiten liderar con fuerza el sector en Asia.
Hectáreas de viñedos. De lo que puede presumir China es de su gigantesca producción de uva y sus extensos viñedos, lo que la convierten en uno de los países que más espacio dedica a parras del mundo, solo por detrás de España e Italia.
Se calcula que en 2022 el país sumaba unas 785.000 hectáreas cubiertas de vides, superficie que algunos cálculos elevan por encima de las 800.000 h, y que solo en 2023 cosechó algo más de 14,8 millones de toneladas de uva. Con esos datos el país acapararía más del 10% de las extensiones de viñedos del mundo, si bien al menos a día de hoy solo una pequeña parte se dedica a la elaboración de caldos.
Haciéndose hueco en España. Con esos datos y aunque buena parte del vino producido en el gigante asiático se bebe en el propio país, los productores de China parecen mirar con interés otros mercados. Incluido el español. Los vinos chinos se han dejado ver en ferias comerciales de Londres, Düsseldorf… O Madrid, donde a finales del año pasado se organizó la primera presentación oficial de vinos con denominación de origen Yantai, un importante foco productor situado en Shandong que destaca por su enorme peso en el mapa vinícola del país.
China Wine Competition precisa que en Shandong hay más de 140 bodegas, la mayor parte en su costa norte, y que aglutina el 40% de la producción nacional. El objetivo de su delegación, como reconocían en declaraciones recogidas por la web especializada Verema, era "promover el diálogo" para los intercambio y "preparar el terreno para hacerse un hueco" en las mesas españolas. Yantai es una referencia en el sector chino. Fue allí, a finales del siglo XIX, donde se estableció la primera bodega industrializada del país, Changyu Pionner Wine Company.
Un interés con solera. No es la primera vez que el sector chino miran con interés a España. En 2016 la bodega Marques del Atrio —con un peso importante en su accionariado de Ghangyu Pionner Wine— avanzaba sus planes de importar un caldo chino: el Changyu Noble Dragón. Su objetivo, compartía por entonces, era comercializarlo en los lineales de grandes cadenas y restaurantes. El anuncio se presentó como la distribución del primer caldo chino de venta en España.
Aprovechar el tirón de su cocina. "La región de Yantai busca afianzar su presencia en España de la mano de la gastronomía china, ofrecer a los aficionados la posibilidad de probar vino oriental en sus restaurantes favoritos", reconocían a El Mundo tras el acto celebrado a finales del año pasado en Madrid. El sector hizo además una puesta de largo para los periodistas especializados en el sector.
"No es un competidor, sino un complemento para el mercado del vino español. Somos conscientes de que la calidad del vino chino todavía no es tan alta como la de los españoles o franceses por muchos motivos. Además el coste del vino chino resulta mayor porque la mayoría de bodegas son jóvenes, igual que los viñedos", abundan las declaraciones recogidas por El Mundo. Entre los vinos de la región de Yantai se encuentra por ejemplo un Château Lafite chino de 300 euros.
Ziyang Zhang, embajador oficial de Yantai y director de la Guía Peñín China, reconoce además que aún habrá que esperar para ver un amplio despliegue de estos caldos. "De momento, no contamos con importadores de vinos chinos en España, pero en mercados exteriores asiáticos como Corea del Sur, Japón o Estados Unidos, sí están, aunque en poca cantidad", comenta.
La clave, el contexto. Importan las palabras, e importa el contexto. El sector vinícola chino atraviesa un momento peculiar, marcado por la caída de demanda doméstica. "China ha sido una de las fuentes más importantes de crecimiento de la demanda mundial de vino este siglo, con un 7% del consumo y las importaciones mundiales de vino en 2017. Pero el consumo de vino per cápita de China alcanzó su punto máximo en 2012 y ha caído anualmente desde 2017. En 2022 era un tercio de su pico y sus importaciones se han reducido a más de la mitad desde 2017", recogía en septiembre un estudio de la revista Journal of Wine Economics.
Sus autoreas apuntaban que parte de ese "pinchazo" puede explicarse por los efectos de la pandemia, tanto en las importaciones como en los bolsillos de los consumidores chinos, pero desliza también que el retroceso de la demanda data de antes del COVID-19. "La caída del consumo de alcohol en China comenzó tres años antes. Y entre 2019 y 2022 fue considerablemente mayor para el vino (47%) que para los licores (17%) y la cerveza (3%). Así, la cuota del vino en el consumo de alcohol en China se redujo en dos quintas partes en esos tres años", zanjan.
Menos, pero premiado. Con ese trasfondo, la producción de vinos china ha estado marcada por varias tendencias durante los últimos años. La primera es una caída de la producción, constatada por la propia OVI, que en su informe de hace un año constataba una reducción más que sensible de producción entre 2021 y 2022, en sintonía con la tendencia registrada a lo largo de la década anterior.
"El declive de la producción de vino en China es consecuencia, entre otros factores, de una caída de la demanda interna y ciertos problemas estructurales, como las difíciles condiciones climáticas, limitaciones tecnológicas y baja productividad".
Otra clave es la transformación del propio sector chino, que ha logrado ganar medallas que prestigian sus caldos, ha visto cómo el enoturismo se desarrollaba en la región de Ningxia, se ha dotado del sorprendente Yantai Changyu International Wine City y se ha extendido a nivel internacional, adquiriendo e invirtiendo en viñedos de Burdeos y expandiéndose incluso a bodegas de España o Italia.
Imágenes | Fredrik Rubensson (Flickr) y Visual Capitalist
En Xataka | El vino vive un crisis existencial en Francia. Así que en Burdeos quieren arrancar miles y miles de viñas
Ver 11 comentarios