La economía turca llevaba un tiempo en la picota. En el pasado año su lira ha perdido un 50% de su valor con respecto al dólar. Empeorando las cosas de forma definitiva, este viernes la economía otomana se ha desplomado un 20% de un día para otro. Los precios actuales de CDS (los productos de especulación crediticia más volubles) anticipan un 25% de probabilidad de impago de aquí a los próximos cinco años, según Bloomberg. Por comparar, es la peor crisis del país desde 2001, más grave que lo sufrido durante la caída de Lehman Brothers, y los expertos internacionales dudan de su porvenir más aún que el de Grecia.
Andrew Brunson: sacerdote evangélico y la gota que ha colmado el vaso. Trump anunció que duplicaría los aranceles de importación a Estados Unidos del acero y aluminio turco, una disputa comercial que parece esconder más una reprimenda política por la detención de este pastor cristiano. Brunson lleva encarcelado desde 2016 por espionaje y terrorismo, habiéndole vinculado Ankara con el golpe de Estado fallido. Los conservadores religiosos favorables al presidente norteamericano llevan tiempo reclamando su devolución.
Hacia el precipicio: según analistas y rivales, el nuevo triunfo en las presidenciales de junio de Erdogan ha causado la desconfianza de los mercados. Su economía tendría un problema de inflación y de sobrecalentamiento, como muchos países mediterráneos antes del colapso de 2008. La reelección de Erdogan, que le ha entregado más poderes (entre ellos el de tener un mayor control del Banco Central), es la confirmación de que el presidente iba a continuar con su bloqueo al aumento de precios internos y con el control de los tipos de interés, lo cual va en contra de las medidas necesarias para sanear la economía que pedían los economistas nacionales. Este mismo fin de semana Erdogan culpó de la situación a Estados Unidos, hablando de que su desajuste no era más que una “guerra económica”. Lo cierto es que la política de alza de tipos de EE. UU. ha perjudicado a varias economías mundiales, entre ellas, Turquía.
Liquidez: es la receta a la que se ha comprometido el Banco Central Turco, sin embargo es una estrategia que no les llevará demasiado lejos: en el último año la inflación ha ido creciendo un promedio de un 17.5% al año, cuatro veces más que lo que crecen las economías prósperas.
Y España puede salir perjudicada: como indica The Guardian, varios bancos europeos sustentan buena parte de la deuda pública turca. Las bolsas europeas ya están viendo lo efectos, con un desplome de en torno al 1% este lunes por la mañana. Concretamente los inversores españoles han comprado 82.300 millones de esta suma, con lo que en caso de desplome total nos llevaríamos la peor parte. El gran perdedor: el BBVA, tener casi un 50% del banco turco Garanti.