Cuando hace dos años Manuela Carmena planteó que los niños aprehendieran las realidades tangibles del urbanismo, de forma simple y visual, un pequeño escándalo llegó a los medios de comunicación. La ex-alcaldesa deseaba que el Colegio de Arquitectos madrileño editara un libro donde se presentaran las diferencias entre los barrios adinerados y los distritos más pobres, en la periferia. Una radiografía de la fisionomía visual de la ciudad, de sus desigualdades.
Los reproches se encaminarona el carácter "adoctrinante" y a redundar en cuestiones discriminatorias. Pero pese a ello, y al margen de la idea de Carmena, que también revestía fundamentos políticos, es cierto que existen diferencias acentuadas entre el urbanismo de los barrios ricos y pobres, y que contribuye a trazar líneas divisorias dentro de las ciudades del siglo XXI. Las políticas urbanísticas (o la falta de ellas) son un factor fundamental a la hora de entender la desigualdad urbana y su efecto en la vida diaria de sus habitantes.
Gravísimo
— Begoña Villacís (@begonavillacis) February 20, 2017
Por si a los niños no les da por discriminar, ya se encarga el Ayto de Madrid de adoctrinarle
Terrible
https://t.co/rMQdkwsz6V
Si la dicotomía entre barrios ricos y barrios pobres es especialmente evidente en las megaciudades de los países en desarrollo, se aprecia de forma visual e inmediata, aunque a menor escala, en nuestras urbes. Esta es una breve recopilación de imágenes que contrastan los distritos más adinerados con los más pobres, y que ejemplifican cómo el urbanismo de una ciudad también puede acentuar las dinámicas de desigualdad.