La violencia xenófoba ha vuelto a Sudáfrica: el conflicto que nunca termina de erradicarse

Soweto Housing In Johannesburg South Africa
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“Que los extranjeros se vayan a su país”, dice un colectivo de trabajadores sudafricanos al este de Johannesburgo portando porras, bastones típicos de las tribus zulús y palmas verdes. Los extranjeros a los que se refieren son principalmente nigerianos, somalíes y congoleños. Según una fuerte corriente de pensamiento en el país, estos grupos son los responsables de la drogadicción, del tráfico de personas y de quitarles el escasísimo trabajo.

Recuento de una catástrofe cíclica: en las últimas dos semanas 12 personas han muerto con motivo de las revueltas callejeras que han estallado este país de 55 millones de habitantes. La turba local tenía como objetivo atacar a los inmigrantes, pero la policía ha declarado que, de los 12 muertos, ocho son sudafricanos, dos de origen extranjero y dos con nacionalidad desconocida. Más que los ataques a los individuos, los asaltantes se centraron en la destrucción y el saqueo de cientos de tiendas de extranjeros en todas las ciudades. 

Tanto los saqueos como los brutales ataques son violencias que se desatan con cierta periodicidad desde hace décadas. Según las estadísticas del Centro Africano de Migración y Sociedad (ACMS), los ataques xenófobos encontraron sus mayores picos en 2008 y 2015, con 110 y 80 asesinatos aproximadamente en cada uno de esos años. Los desplazados tanto en 2019 como en años anteriores se cuentan por miles a raíz de estos estallidos de xenofobia.

El conflicto xenófobo: un 28% de la economía sudafricana es informal, y en ella trabajan buena parte de los inmigrantes del país, muchos de ellos ilegales, aunque la mayoría no son nigerianos (como Sudáfrica, otro país rico dentro del contexto africano) sino congoleños o mozambiqueños, entre otros. Muchos empleadores contratan a inmigrantes sin papeles por un salario más bajo que el que les correspondería pagar a los locales. 

Por otra parte, el paro real de Sudáfrica roza el 40%, el peor de la última década. Según las estadísticas oficiales, más de la mitad del país vive por debajo del umbral de la pobreza y uno de cada cuatro en la extrema pobreza, cifras que apenas han variado en la última década.

¿Y dónde está el dinero? No en los trabajadores inmigrantes y pobres, que viven en su mayoría en peores condiciones que los ciudadanos locales, sino en los poderosos, ya que en el país hay una enorme desigualdad de rentas. El 10% de la población acumula el 90% de la riqueza. Los ricos, además, aún arrastran una fuerte herencia del apartheid: el 55% de los millonarios del país son blancos, cuando el porcentaje demográfico de esta etnia es del 8% frente a un 92% de negros, mestizos y otros. Según algunos analistas esta inestabilidad y los altísimos índices de criminalidad le conviene al status quo.

Un problema social enquistado: muchos africanos condenan los actos vandálicos y xenófobos de estos días, pero, según recientes estudios, hay también un importante porcentaje de la población que permite estos ataques: más de uno de cada diez adultos del país reconoce que estaría dispuesto a implicarse contra los extranjeros "en caso de ser necesario". Mientras este es el clima interno, los africanos de República Democrática del Congo, Zambia o Nigeria ya están asaltando oficinas y negocios sudafricanos en sus propios países en respuesta vengativa a la violencia ejercida contra sus poblaciones.

Populismo de la diferencia: pero una parte sustancial del conflicto es la actitud de los gobiernos y la policía. Ésta, por ejemplo, no lleva estadísticas oficiales de los asesinatos de odio. Como la xenofobia es un nuevo coladero de votos, tanto el hegemónico African National Congress (ANC) como la oposición de la Democratic Alliance estarían avivando este sentimiento, cosa que enfada a los dirigentes de los países vecinos. "Nuestros líderes políticos han encontrado un objetivo fácil en los africanos vulnerables que buscan hacer un nuevo hogar en Sudáfrica. Este populismo xenófobo emergente que conduce a ataques contra ciudadanos extranjeros es extremadamente peligroso", decía el texto de Campaña Right2Know,

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