"La medicina tradicional china es una gema del patrimonio científico nacional y, por ello, las terapias alternativas contarán con el mismo apoyo gubernamental que la medicina occidental". Así de rotundo fue Xi Jinping, el presidente de la República Popular de China, al presentar el ambicioso proyecto de su gobierno para promover los remedios tradicionales sin importarle los riesgos que ello conlleve para la salud.
Un apoyo sin precedentes a la Medicina Tradicional
Desde hace décadas, la medicina tradicional china ha vivido un revival en el gigante asiático y el apoyo financiero ha ido creciendo. Pero las nuevas medidas del Gobierno Chino van mucho más allá. Para empezar, en los primeros meses del año que viene, la Agencia China del Medicamento tiene pensado eliminar la necesidad de que este tipo de productos pasen controles de seguridad y eficacia. Eso sí, aún se mantienen los estudios de toxicidad.
La idea es que todo producto que use los métodos clásicos listados por la Administración Estatal de Medicina Tradicional China establecerá serán dados por buenos sin más pruebas. Además, el gobierno ha aligerado los requisitos para practicar medicina tradicional y ha simplificado los permisos para crear hospitales.
Desde 2017, los estudiantes de medicina china no necesitan aprobar los exámenes nacionales de medicina que se realizan por todo el país. Los objetivos del gobierno están claros, antes de 2020 quieren pasar de 4 a 3 expertos en medicina tradicional por cada 10.000. También quiere que los remedios tradicionales crezcan hasta hasta representar el 30% de todo el gasto farmacéutico del país.
Un retroceso histórico en una sanidad bastante débil
La industria farmacéutica tradicional ya tenía muchísimos problemas de seguridad y reducir los controles no parece que vaya a ayudar. En septiembre, sin ir más lejos, se retiraron varios lotes de remedios tradicionales después de que más de diez personas se pusieran gravemente enfermas.
En octubre, Science Transitaional Medicine publicó un estudio que relacionaba el cáncer de hígado (y de otros tipos) con algunos remedios tradicionales. Hay decenas de informes contra prácticas como la extracción de la bilis del oso negro o sobre los riesgos del ácido aristolóquico. Y ahora se redoblan los esfuerzos.
Cuando la política llega a la salud
Si nos fijamos en la evolución de la política del Gobierno Chino, podemos comprobar que existen dos grandes líneas de presión. Por un lado, hay un argumento 'económico' que entiende que promover este tipo de medicinas es una forma reducir la factura médica (eliminando la parte de la cara medicina occidental que no es necesaria). No es un argumento extraño y, en algunos círculos, goza de cierto predicamento también en Occidente.
El otro argumento es social. El runrun que existe entre la élite china es que el principal fuente de inestabilidad interna está vinculada a la "etnificación y regionalización de la desigualdad social". El aggiornamiento de la cultura tradicional china permite ahondar en la pretendida unidad étnica que usan como relato vertebrador del país. La Medicina Tradicional tiene un rol importante ahí. Un papel que, indudablemente, puede tener un costo importante en términos de salud.
Ante esto, se entiende mucho mejor por qué la preocupación de los científicos que no ha dejado de crecer. La medicina tradicional china es muy popular en las zonas más desfavorecidas y, como señalan sus detractores, se necesita más pedagogía para explicar al público que estos remedios que pueden ser peligrosos.
Sin embargo, un apoyo institucional tan radical y decidido en un estado con serios problemas de libertad de expresión puede hacer que esa crítica y divulgación científica no se produzca. Ya hay antecedentes de estudios científicos retirados a petición de la asociación de medicina tradicional china y el futuro se esboza como algo bastante desesperanzador.
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