Con su libro “El Secreto de Las Zonas Azules: Come y Vive Como la Gente Más Saludable Del Planeta”, Dan Buettner se convirtió en uno de los más conocidos expertos en longevidad. También popularizó el concepto de “zonas azules”, áreas del mundo donde supuestamente los habitantes gozan de una esperanza de vida sobresaliente.
Los datos que secundaban la existencia de estas zonas fueron puestos en cuestión: según algunos expertos, la excepcional longevidad en estas áreas podía ser explicada por cuestiones administrativas y no sanitarias. Es por ello que existen dudas relevantes sobre el concepto de las zonas azules y su vigencia.
Buettner es, pese a todo, visto como uno de los expertos en longevidad más relevantes: su Instagram suma más de 600.000 seguidores, que se suman a quienes siguen su trabajo a través de sus publicaciones o documentales.
Fue precisamente a través de su cuenta de Instagram, cuando hace unos meses daba una lista de alimentos que deberíamos evitar en la medida de lo posible si nuestro objetivo es vivir más años. Y un “truco” para facilitar esta tarea: no llevarlos a casa.
La lista de Buettner incluía cuatro grupos de alimentos: dulces empaquetados, snacks salados, bebidas azucaradas y carnes procesadas. No existe gran debate en torno a lo saludable de estos alimentos: por una razón o por otra, los alimentos en estos grupos suelen ser considerados poco saludables o incluso perjudiciales en algunos casos.
En el caso de los dulces y de las bebidas azucaradas, el problema está precisamente en su contenido en azúcar. Si bien nuestro cuerpo necesita azúcares para funcionar correctamente, un consumo excesivo puede perjudicar nuestra salud y bienestar.
La diabetes es uno de los problemas más habituales derivados de un consumo excesivo de azúcares, pero este también puede inducir problemas a nuestra salud dental. El consumo de azúcar en exceso puede también facilitar la aparición de sobrepeso, lo que a su vez es un factor de riesgo para nuestra salud cardiovascular, por ejemplo.
En el caso de los snacks salados, el problema está en la sal. De nuevo, la sal nos aporta nutrientes, pero a partir de cierto punto también puede traernos problemas de salud, o dicho de otra forma: nos cuesta años de vida. Su consumo excesivo se manifiesta especialmente en la salud cardiaca, aumentando por ejemplo el riesgo de que padezcamos un infarto.
El cuarto grupo que Buettner nos propone sacar de nuestras casas es el de las carnes procesadas, que abarca productos variopintos como embutidos, salchichas o algunos alimentos cárnicos precocinados. No sin cierta polémica alrededor de la cuestión, hoy en día sabemos existe una vinculación entre el consumo de algunas carnes y la aparición de ciertos cánceres, especialmente los del sistema digestivo.
Nada más que un truco
La ciencia está asentada en lo que respecto al hecho de que el impacto de estos alimentos sobre nuestra salud puede oscilar, pero es, en general, negativo. Entonces, ¿debemos hacer caso a Buettner y sacar estos productos de nuestros hogares? La respuesta es que depende.
Como señala el propio Buettner, detrás de la idea de no llevar estos alimentos a nuestros hogares no está la necesidad de sacarlos completamente de nuestra dieta. No llevarlos a nuestros hogares es un truco para consumirnos menos, para convertirlos en un alimento especial que consumimos ocasionalmente y no parte de nuestro día a día. Una recompensa que nos tenemos que ganar, al menos saliendo de casa a por ella.
La estrategia podría ser aplicable a otros alimentos, por ejemplo a las bebidas alcohólicas. De hecho es habitual asociar el consumo social de estas bebidas con el consumo moderado. Aunque esto no sea exactamente equiparable con la separación entre consumo doméstico y exterior, nos puede dar una noción que podemos extrapolar.
Ahora bien, aun teniendo en cuenta que no estamos hablando de otra cosa que de un truco, ¿ se trata de un truco que funciona? Aquí tampoco hay una respuesta determinada. A falta de estudios solo podemos guiarnos por la experiencia, y puede que haya personas a quienes este sistema les facilite la tarea de mejorar su alimentación. Otras personas quizás no noten ningún cambio, las circunstancias personales pueden determinar la utilidad del mecanismo.
Cuando hablamos de alimentación y salud, hay otros factores a tener en cuenta. Tratar de sumar años de vida a través de una mejor alimentación es siempre una gran idea, pero complementarla con otros cambios en nuestros hábitos es más que recomendable. Una vida más activa, fortalecer nuestras relaciones sociales o tratar de dormir más y mejor pueden ser consejos que nos ayuden, si no a ser más longevos, al menos a mejorar nuestra calidad de vida.
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