Hace casi dos años que el Ford Mustang Mach-E pasó por las manos de nuestro compañero Héctor Ares. En este tiempo, hemos descubierto y redescubierto muchas cosas. Entre ellas lo rápido que va la industria del automóvil, el brutal encarecimiento en los precios de los productos y cómo el Ford Mustang Mach-E sigue siendo una de las alternativas más interesantes para quien busca un coche eléctrico deportivo.
Para ello, hemos contado con el SUV norteamericano en su configuración de 216 kW (294 CV) y rango extendido. Es decir, que cuenta con la batería de mayor capacidad (98,7 kWh de los cuales 88 kW son útiles). Una versión que en su configuración promete alcanzar los 600 kilómetros de autonomía, según ciclo WLTP, y dejar los consumos en 17,3 kWh/100 km. Veremos si cumple con todas estas cifras.
Ficha técnica del Ford Mustang Mach-E RWD 216 kW
Ford Mustang Mach-E Premium RWD 216 kW | |
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Medidas y peso. | 4.712 mm de largo, 1.881 mm de ancho y 1.597 mm de alto. Distancia entre ejes de 2.984 mm. 2.160 kg de peso. |
Maletero. | 402 litros en el maletero y 100 litros extra bajo el capó. |
Tipo de carrocería. | SUV de cinco plazas. |
Potencia máxima. | 216 kW (294 CV) y 430 Nm de par. |
Consumo WLTP. | 17,3 kWh/100 km. |
Distintivo medioambiental DGT. | Cero emisiones. |
Ayudas a la conducción ADAS. | Control de crucero adaptativo con sensor de ángulo muerto, mantenimiento en el carril, alerta de tráfico cruzado, frenada de emergencia. E-One Pedal. |
Sistema operativo. | SYNC 4, compatible con Android Auto y Apple CarPlay. |
Pantalla multimedia. | Pantalla de 10,2 pulgadas para el cuadro de instrumentos y pantalla central de 15,5 pulgadas para el infoentretenimiento. |
Otros. | Carga inalámbrica con una entrada USB-C y USB-A delante otra entrada USB-C y USB-A en las plazas traseras. Perfiles individuales. Apertura con Key Pass. |
Mecánica. | Un motor eléctrico (tracción trasera) de 216 kW (294 CV) con un par máximo de 430 Nm. |
Precio y lanzamiento. | Ya disponible desde 72.658,08 |
Todo un acierto y todo un problema
El lanzamiento del Ford Mustang Mach-E para Ford ha sido todo un acierto para la compañía. No es algo que diga yo exclusivamente, es lo que dicen los números. Como bien explicaba nuestro compañero Héctor Ares durante su prueba a principios de 2021, el apellido Mustang entusiasmó a unos y horrorizó a muchos otros. Pero, sobre todo, consiguió una repercusión entre el público general que prácticamente ningún coche eléctrico ha replicado.
Además, se vistió de SUV para terminar de provocar a los más entusiastas del clásico deportivo de gasolina. Sin embargo, al público le ha gustado esta versión completamente eléctrica y moderna del Ford Mustang. El mejor ejemplo es que se estableció un plan inicial de producción de 50.000 unidades al año. Las últimas noticias apuntan a que se quieren producir 200.000 unidades anuales del SUV eléctrico para todo el mundo.
Aunque en Europa tiene un duro rival con Volkswagen, en Estados Unidos sí ha conseguido arrancar en ventas, lo que le ha posicionado como el tercer modelo más vendido en el país entre los vehículos eléctricos. Eso sí, la diferencia con el Tesla Model 3 y Model Y sigue siendo inmensa.
El mayor problema para el Ford Mustang Mach-E (y por ende para Ford) es que el contexto ha cambiado por completo desde su lanzamiento. La realidad es completamente distinta en materia de precios y costes. En 2020, esta versión del Ford Mustang costaba en nuestro país 56.277 euros. Ahora, el configurador nos escupe unos "desde 72.658,08 euros". Con la pintura seleccionada y un par de posibles extras (con los que nuestra unidad no contaba), como el techo solar o el paquete tecnología, con altavoces Bang & Olufsen o asientos eléctricos, podemos alcanzar los 76.707,20 euros sin despeinarnos.
El precio cambia por completo cómo la fotografía general del producto. Este Ford Mustang Mach-E, como veremos, se ha quedado atrás en algunos aspectos clave para quien busque un modelo sobresaliente en software y conducción autónoma. Sin embargo, sigue mostrándose como una de las opciones más válidas (o la que más) para quien busca un eléctrico con una autonomía suficiente para realizar viajes largos y, sobre todo, disfrutar en una carretera revirada.
Tecnologías multimedia: queremos algo más
Igual que en otros vehículos como el Mercedes EQS comentábamos que su precio no era decisivo a pesar de que es prohibitivo para la inmensa mayoría de los ciudadanos, en este Ford Mustang Mach-E sí tenemos que prestar atención al precio. Y mucha. No olvidemos que estamos ante un coche que supera ampliamente los 70.000 euros de partida.
Digo esto porque, por norma general, todo cumple cuando hablamos de software en este eléctrico de Ford. Pero echamos de menos que algo nos sorprenda realmente. Echamos en falta un poco más de atrevimiento, algo que llame más la atención. Pero no hay que perder de vista que, al menos en nuestro país, el cliente potencial al que estaba destinado este Ford Mustang Mach-E apenas unos meses atrás es muy distinto del que visitará ahora su configurador. Y, aquí, tiene todas las de perder.
Si hacemos un repaso rápido por el habitáculo, nos gustan los mandos del volante, con su botones físicos, bien terminados y fácilmente legibles. Menos gustoso, sin embargo, es la rueda central para la selección de marchas que, particularmente, la noto menos contundente y que está terminada en un negro piano que no deja de ser un pequeño imán para las huellas.
Detrás del volante tenemos una pequeña pantalla de 10,2 pulgadas muy alargada y contenida en altura. En ella se muestra la información justa, ni más ni menos. Tenemos un cálculo de la autonomía restante (que tiene en cuenta los consumos que hemos venido realizando), una imagen del vehículo para recalcar qué elementos tenemos a nuestro alrededor cuando activamos el control de crucero adaptativo y la velocidad. También se suman las indicaciones cuando activamos una ruta, tanto con el navegador propio del coche como en su integración con Android Auto o Apple CarPlay.
La pantalla, además, tiene buena resolución y no cansa a la vista. En resumen, tiene justo la información que necesitamos, ni más ni menos.
Saltamos, evidentemente, a la inmensa pantalla central. Desde hace ya mucho tiempo, Tesla ha sido el gran rival al que quiere alcanzar Ford y la firma no se ha escondido. Durante el anuncio de que la compañía se dividiría en dos para contar con una división exclusivamente eléctrica (Ford Model E) y otra de combustión (Ford Blue), también se apuntó a Tesla como el objetivo a alcanzar. Y, sin duda, no pueden esconder que este modelo eléctrico está claramente influenciado por lo que la compañía estadounidense lleva años ofreciendo.
Un gran pantalla en formato vertical de 15,5 pulgadas es la gran protagonista en el habitáculo. En ella, hay una rueda incrustada para manejar el volumen del sonido multimedia. Una solución curiosa y que, además, está bien terminada con un tacto rugoso que facilita mucho su manejo. Lamentablemente, una vez más, los botones de la climatización vuelven a ser táctiles.
Empezamos por aquí porque es una queja recurrente. La climatización se maneja en su mayor parte con botones situados en la zona inferior de la pantalla que, pese a que no es algo que nos termine de gustar, están bien distribuidos, son rápidamente accesibles y permanecen disponibles independientemente de lo que estemos reproduciendo en la zona superior mientras estamos en marcha.
La climatización es, por tanto, una de las tres subzonas en las que se reparte la pantalla. La del extremo superior está dedicada a un acceso para el menú de ajustes del vehículo y a mostrar la temperatura ambiente. En un gran espacio central se muestra todo lo que tiene que ofrecer el sistema de infoentretenimiento del vehículo o los menús de la integración con Android y Apple.
En términos generales, la pantalla se comporta bien. No tiene fallos de respuesta a nuestros toques, los menús se mueven con soltura y sólo hemos encontrado un pequeño problema en la animación que desplaza la visualización de Apple CarPlay para dar lugar al sistema operativo propio del vehículo, en el que hemos recibido un ligero lag. Pese a ello, la resolución es buena y, además, no se calienta pese a tener un tamaño enorme.
También adapta su brillo a unos niveles muy adecuados cuando se hace de noche o pasamos por un túnel. En estos casos, activa un modo oscuro para que no deslumbre al conductor. Sí es cierto que en los túneles tarda un poco más de lo deseado en activarlo y puede ser un poco incómodo durante los primeros segundos. Pese a ello, no deja de ser un problema menor y tampoco hemos encontrado fallos en los que la pantalla no haya reaccionado como se espera y permaneciera brillante demasiado tiempo. La única pega, por tanto, es que el cambio podría ser más rápido.
La integración es buena, rápida y juega con indicaciones del navegador en las dos pantallas
Si entramos a valorar lo que se nos muestra en pantalla. La integración con Apple CarPlay y Android Auto es muy rápida y gustosa. Apenas bastará con abrir el coche (luego iremos con esto), sentarnos en el asiento y tendremos disponibles todas sus funciones y la música sonando cuando queramos iniciar la marcha. Además las indicaciones del navegador también beben de la ruta marcada en las aplicaciones Mapas o Google Maps. Y, al menos en el caso de Apple (no pude comprobarlo con Android), cuando detecta que al coche le queda menos de un 20% de batería lanza un aviso y ofrece posibles cargadores en las zonas cercanas.
Donde más se deja notar esa sensación de que el tiempo avanza inexorable (y abre el debate de lo rápido que pasan de moda según qué aspectos en los coches actuales) es en el sistema operativo y las interfaces de este Ford Mustang Mach-E. La información es buena en su contenido pero la forma de hacerlo es tosca y ruda, como si le faltara refinamiento o un poco más de sutileza.
Las recreaciones mostradas por los navegadores han avanzado tanto que parece que entre los nuevos modelos de Kia o Volkswagen y este Ford Mustang Mach-E ha pasado un siglo, cuando apenas se llevan unos meses. Las imágenes 3D (especialmente) y las indicaciones de navegación quedan muy lejos de unas interfaces mucho más agradables en vehículos sensiblemente más baratos.
A favor del entorno digital diremos que los menús están bien estructurados y que, a pesar de que cuenta con una cantidad ingente de información, generalmente está bien explicada e, incluso, dispone de un pequeño botón de información alrededor de todas las funciones que tienen que ver con los ajustes para explicar qué es cada cosa y qué cambios podemos esperar.
En cuanto a cómo se muestra el entorno relativo al infoentretenimiento. El navegador se controla de forma sencilla, los botones para seleccionar la dirección son muy grandes y aprovechan todo el tamaño de la pantalla para facilitar las tareas al conductor. Unos botones de gran tamaño nos ofrecen accesos directos a la radio, a la reproducción Bluetooth de nuestro teléfono móvil o al ordenador de a bordo, con sus consumos que, además, son muy fáciles de resetear. Es curioso cómo una función tan sencilla no siempre se deja tan a mano del conductor.
La mayor pega en este caso es que no nos queda del todo claro qué nos quieren transmitir unas barras en las que se muestra dónde ha ido a parar el consumo de la energía. Se especifica cuánta electricidad se ha enviado al sistema de infoentretenimiento, a la climatización o a la conducción pura y dura. Pero también se muestran unas barras que se llenan hasta un máximo de un 100%. Hemos entendido que cuanto más llena está la barra, mejor nos hemos comportado como conductores y más eficientes hemos sido, pero no ha terminado de quedarnos claro.
Si saltamos a los menús en los que se controlan los ajustes del vehículo, hay una inmensa cantidad de pantallas que recogen diferentes funciones. Todas son claras y no dejan lugar a dudas (además tienen el botón de información extra) pero sí nos gustaría que hubiera dos acciones que estuvieran más a mano. La primera es la selección de los modos de conducción, que aunque son fáciles de identificar tampoco llevan por nombre los evidentes ECO, Dynamic, Normal o Sport (por poner algunos ejemplos), en su lugar encontraremos unos menos intuitivos Whisper, Active y Untamed.
Tampoco está a mano del conductor sin entrar en el submenú correspondiente el botón que activa el E-One Pedal, que queda escondido entre el resto de funciones y que, en nuestra opinión, es un grave error.
Para terminar, señalar que el coche eléctrico de Ford reconoce a la perfección la llave cuando nos acercamos y que no cuenta con unas manillas al uso para su apertura. Para abrir el vehículo, hay que pulsar un botón en el pilar del coche y la puerta se abre mecánicamente. Para tirar de ella hay una pequeña pieza de plástico negro que ayuda a traernos hacia nosotros la puerta.
El vehículo también cuenta con tecnología Pass Key, que permite utilizar el teléfono móvil para que el coche nos reconozca y podamos dejar en casa las llaves del coche. ¿Qué pasa si nos quedamos sin batería en el teléfono? Tan sencillo como introducir un código en los números que se iluminan sobre el mismo pilar del coche. Una vez dentro, el coche también se arranca seleccionando un código guardado con anterioridad.
Como última curiosidad, el Ford Mustang Mach-E cuenta contra tres minijuegos para poner en marcha cuando el coche está parado. Eso sí, para más seguridad, será necesario tener el coche con el contacto dado, es decir, activo pero sin estar arrancado del todo, pues en ese momento el sistema de infoentretenimiento abandonará el juego automáticamente.
Tecnologías de conducción: un conductor implicado
Saltamos al apartado donde más se deja notar esa falta de refinamiento que hablábamos unos párrafos más arriba. Para bien o para mal, el Ford Mustang Mach-E se mueve entre las ayudas a la conducción y una clara vocación porque sea este el que tome las riendas del asunto.
Si hablamos de ayudas ADAS y conducción autónoma. Esta versión del coche eléctrico norteamericano cuenta con control de crucero adaptativo, sensor de ángulo muerto, cámara trasera o alerta de tráfico trasero cruzado. Una dotación que ya está presente en la mayoría de los vehículos desde que la Unión Europea haya obligado a todos los automóviles que se homologan a contar de serie con esta amplia dotación en materia de seguridad.
Los sistemas de conducción semiautónoma deberían ser más finos en su funcionamiento
Centrándonos en su comportamiento en conducción semiautónoma, el Ford Mustang Mach-E cumple, pero no sobresale en este apartado. El control de crucero adaptativo nos llevará a nuestro destino en carretera abierta en la mayor parte de las situaciones pero obliga al conductor a no relajarse o, al menos, no transmite la confianza suficiente para ser empleado con tranquilidad en un día de tráfico intenso.
El centrado en el carril interviene más tarde de lo que nos gustaría. En caso de que no hayamos activado el control de crucero adaptativo, no es hasta que pisa la línea de uno de los laterales cuando el coche redirige al conductor. Este problema también se deja ver con el sistema activado, lo que da cierto grado de inseguridad cuando nos desplazamos a los límites máximos permitidos en la carretera.
Lo cierto es que en ningún momento el coche ha obviado la presencia de una línea o se ha saltado sus márgenes, pero no actúa hasta que está encima de la misma, por lo que podemos llegar a pensar que quizás nos salgamos. La sensación al coger una curva es que el coche va recto contra al misma y cuando la rueda delantera derecha reconoce los límites del carril, se lanza a tomar la curva. Es algo así como si rebotara en esta parte delantera y, a continuación, se empleara en el giro. Eso sí, una vez en el mismo, el funcionamiento es muy fino y está lo suficientemente pulido como para no hacer rectificaciones.
Esta falta de finura también se deja ver cuando nos acercamos a un coche por delante. De hecho, ante la duda, he tenido que emplear el pedal del freno para asegurar que me detenía en un atasco. Probablemente el coche hubiera actuado correctamente, pero, una vez más, no se ofrece la tranquilidad necesaria como para ir más relajado al volante cuando el tráfico es denso.
También hay que tener cierto cuidado con el sensor de ángulo muerto. Aunque indica el peligro claramente cuando detecta a otro coche e interviene si no ponemos el intermitente, esto no sucede cuando sí activamos las luces de cambio de carril. En este caso, el aviso del sensor parpadea, pero no rectifica la dirección del volante si estamos dispuestos a abandonar el carril por el que circulamos.
Lo que sí nos ha gustado mucho es el funcionamiento del E-One Pedal. Este sistema, permite conducir únicamente con el pedal del acelerador está muy bien terminado. La regeneración de la frenada es muy alta y basta un pequeño movimiento para activarla. Al contrario, el peso del acelerador también es notable pero su recorrido se regula muy bien para mantener la velocidad inalterable sin caer en una frenada inesperada.
El One Pedal de este Ford Mustang Mach-E también frena por completo el coche, por lo que en ciudad es muy recomendable su uso. Sólo me ha sido extraño en las maniobras a la hora de aparcar pero a poco que podamos acostumbrarnos a él, también es una alternativa a tener muy en cuenta en estos casos, pues se puede afinar los movimientos con mucho tacto.
Lo que menos nos ha gustado, sin duda, es que el botón para activar este sistema se encuentra en el submenú relativo a los modos de conducción, por lo que llegar hasta él es incómodo y, sobre todo, lento cuando queremos activarlo o desactivarlo.
Si llegamos a ciudad y queremos ponerlo en marcha, es menos problemático, pues podemos llegar hasta él en el primer semáforo, pero cuando salimos a una carretera abierta desde una incorporación y se nos ha olvidado desactivarlo, es un dolor de cabeza tener que buscar su ubicación cuando ya estamos circulando a una velocidad alta.
Pero todo la finura que le falta en materia de conducción autónoma, el Ford Mustang Mach-E lo devuelve con un carácter divertido que lo eleva a una de las primera opciones si buscamos un coche deportivo con el que movernos por carreteras reviradas.
Hay que tener en cuenta, eso sí, que echamos de menos una posición de conducción más deportiva. En mi caso, mido 1,68 metros y lo primero que hice fue bajar el asiento para tener una posición más cercana al suelo. Primer disgusto cuando comprobé que el volante no se ajusta en altura todo lo que necesito y que, irremediablemente, necesitaba elevar la posición del asiento.
A cambio, el volante es redondo, acolchado y tiene un buen tacto. Pero, sobre todo, la dirección es mucho más informativa de lo que estamos habituados últimamente. Tiene peso y en todo momento sientes dónde pisas, lo que rápidamente te hace notar cuánta tracción tienes en los neumáticos delanteros y hasta dónde puedes jugar con ellos.
Es especialmente útil porque aunque el coche no se nota el más rápido del sector, es fácil descolocar ligeramente su trasera si le buscamos las cosquillas. Y hablamos de la versión con tracción trasera de 294 CV, las más potentes tienen que ser auténticas bombas en este sentido.
El chasis hace su trabajo a la perfección. El coche tiene aplomo en carretera abierta pero cuando nos metemos en una secundaria y empezamos a enlazar curvas, es cuestión de dejar correr al coche y pisar el acelerador en la salida de la curva para disfrutar de unas sensaciones deportivas que no he tenido en ningún otro coche eléctrico. Sí es cierto que el BMW i4 era más eficaz y que hasta el BMW iX sorprendía en este aspecto, pero el Ford Mustang Mach-E exige una implicación del conductor que no se da en ninguno de los casos anteriores.
Tampoco he sentido lo mismo en mi breve prueba del Mercedes EQE. Todos ellos son coches formidables, rapidísimos pero, sin embargo, el más divertido ha sido el Ford Mustang Mach-E, pese que hablamos de un SUV de 2.160 kg y el motor menos potente pero, también, con el que más jugo se le puede sacar a su batería.
Tecnologías de carga: un coche para viajar
Sencilla y llanamente, hace falta entender al coche y saber qué le podemos exigir pero, en líneas generales, el Ford Mustang Mach-E con esta combinación de motor/batería es un coche eléctrico con el que se puede viajar con cierta tranquilidad.
En nuestras pruebas, en las que hemos combinado ciudad y carretera, el consumo nos ha arrojado unos interesantes 19 kWh/100 km. En carretera abierta, eso sí, este consumo se ha elevado hasta los 23kWh/100 km cuando hemos podido circular de forma sostenida a las velocidades legales de la vía. Pese a ello, la enorme batería reduce el impacto de un consumo que, por otro lado, no es desmesurado.
Y es que si en el Volkswagen ID.5 reclamábamos un consumo más contenido o ligeramente inferior para poder realizar un viaje largo con cierta tranquilidad, el Ford Mustang Mach-E sustituye el problema sumando kWh a su batería. Hemos calculado que, circulando a la velocidad máxima de la vía, podremos realizar unos 430 kilómetros sin miedo. Si sumamos kilómetros de ciudad en nuestros recorridos, no es raro acercarse mucho o sobrepasar los 500 kilómetros sin acercarnos a un punto de carga.
Donde sí hay margen de mejora para Ford es en el software. Pese a que nos hemos movido en los mismos consumos que ya tenía guardado el ordenador de abordo, en un recorrido de poco más de 100 kilómetros nos ha entregado una proyección demasiado optimista de la carga que nos quedaría una vez estuviéramos en el destino.
Cuando salimos, el coche nos aseguraba que deberíamos contar con 354 kilómetros disponibles una vez alcanzáramos nuestro destino. Sin embargo, al llegar nos informaba de que nos quedaban 277 kilómetros en nuestras baterías. Una desviación inasumible de 77 kilómetros en un recorrido de apenas 106 kilómetros.
Para empezar, el coche ya nos marcaba 460 kilómetros disponibles con un 81% de carga cuando emprendimos el viaje. El ordenador de a bordo nos anticipaba, por tanto, que los 106 kilómetros tendrían exactamente ese mismo impacto en la batería del coche, sin tener en cuenta que la mayor parte de los kilómetros a recorrer se iban a realizar por una autovía. Para que esto se cumpliera, el consumo debería haber sido de apenas 15,50 kW/100 km, lo que es algo completamente irreal.
Ford tiene mucho que mejorar en la predicción del consumo de batería
Estas predicciones son, evidentemente, inútiles si sólo se basan en el uso que hemos dado del coche desde el último reinicio del ordenador de a bordo, como parece ser el caso. Cuando emprendimos el viaje, sólo habíamos utilizado el coche en ciudad y este debe ser el motivo para que el cálculo fuera extremadamente optimista.
No es un problema real, pues los cálculos son sencillos y la información está muy a la mano del conductor cuando quiere estudiar sus consumos pero no es entendible que un fabricante que ofrece un vehículo tan avanzado como este y que es, hasta el momento, su verdadera bandera en el coche eléctrico falle en un error tan sencillo de solventar como calcular los consumos cuando el vehículo circula a altas velocidades.
En cuanto a la carga, la toma se encuentra en la parte delantera, en su zona derecha y permite potencias de hasta 150 kW. Es decir, podremos pasar del 0 al 80% de los kilómetros disponibles en 45 minutos. Una vez más, los cargadores a los que acudimos nos han jugado una mala pasada en este sentido y no han cargado a la potencia esperada.
Resumiendo este apartado, el Ford Mustang Mach-E nos parece un vehículo eléctrico muy apto para largos viajes, con el que tenemos asegurados más de 430 kilómetros cuando viajamos a la velocidad máxima de la vía. Una distancia que, en mi opinión, es suficiente para trayectos largos pero para los que siguen siendo necesarios baterías tan grandes como las de este eléctrico de Ford y, por tanto, tamaños considerables.
La opinión de Xataka
Si nos alejamos del Ford Mustang Mach-E lo suficiente, encontramos ante nosotros uno de los mejores vehículos eléctricos disponibles si se quiere viajar con asiduidad y, sobre todo, si buscamos unas sensaciones y un dinamismo que parecen haber quedado atrás en la industria.
El problema es que nos hemos alejado tanto que hemos llegado hasta 2020, cuando este eléctrico de Ford estaba disponible por 56.277 euros euros. Ahora, es necesario invertir 72.658,08 euros y esa cifra cambia por completo la imagen que tenemos del coche.
Porque por ese dinero sí echamos en falta alguna tecnología más rompedora o un sistema operativo en las pantallas más fino, depurado y elegante. El Volkswagen ID.5, por ejemplo, empleaba la realidad aumentada por un precio parecido. Lo cierto es que el funcionamiento de esta ayuda no era sobresaliente pero agradecíamos que los germanos se atrevieran con la misma, pues ofrecían algo diferente y tomaban riesgos.
Si, por el contrario, como comprador no eres de los que valoran este tipo de tecnologías, el Ford Mustang Mach-E sigue ofreciendo un equilibrio perfecto para divertirse al volante sin ir pidiendo una manguera cada pocos kilómetros. En carretera abierta es cómodo, el espacio en las plazas traseras es amplio y la posición es cómoda, sin pecar de esas “rodillas altas” que tienen que sufrir las berlinas eléctricas.
Y, además, el comprador se llevará un coche eléctrico con un carácter único en el mercado, lejos de esos vehículos perfectamente confortables o absolutamente eficaces en carreteras reviradas. Este Ford Mustang Mach-E exige que le conductor se aplique, lo que gustará a los más reacios a probar este tipo de tecnologías.
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