Creer en que un vehículo es neutro en emisiones de carbono es, prácticamente, una cuestión de fe en estos momentos. Para solucionarlo, un consorcio de once empresas, entre las que se encuentran BMW o Audi, desarrollará el Battery Passport (Pasaporte de Batería), lo que demostrará cuál es la huella de carbono de la misma en un coche eléctrico.
El consorcio está apoyado por el Gobierno alemán y puede definir un nuevo etiquetado medioambiental que se confirme con el futuro Reglamento sobre baterías de la UE. Este último proyecto ya tiene sus propias propuestas encima de la mesa que se contemplan en este Battery Passport.
El Reglamento de baterías y su pasaporte
Para mejorar la trazabilidad de los productos y conocer la huella de carbono que han dejado durante su producción, la Unión Europea está desarrollando un reglamento propio que contemple esta información para el usuario y que este sea consciente de la contaminación generada. Entre las propuestas que hay encima de la mesa, la Comisión europea quiere que todas las baterías fabricadas a partir del 1 de enero de 2027 muestren la información de la cantidad de material reciclado que se ha utilizado.
Las exigencias se endurecerán a partir de 2030. Aunque todavía tiene que ser aprobado, la intención es que a partir de esta fecha, todas las baterías contengan un mínimo de 12 piezas de cobalto reciclado, 85 piezas de plomo, 4 piezas de litio y 4 piezas de níquel. Para 2035, esto aumentaría a un 20% de cobalto, 10% de litio y 12% de níquel.
Para garantizar que se cumple con estas exigencias, el Gobierno alemán ha apoyado a un consorcio de este país con 8,2 millones de euros para desarrollar un etiquetado medioambiental para las baterías, en un proyecto a tres años vista. En él intervienen empresas como BMW y Audi y tendrán a la compañía Circulor como la encargada de aportar los requisitos técnicos para demostrar a los consumidores la información recogida.
Con un código QR se podrá mostrar qué componentes forman parte de la batería y qué porcentaje de ellos han sido reciclados. Además, desde 2024, todos los vehículos eléctricos recargables, el transporte ligero y las baterías industriales que se vendan en la Unión Europea estarán obligados a hacer pública su huella de carbono.
A este proyecto también está ligado Global Battery Alliance, un proyecto mucho más numeroso, en el que también se encuentran firmas automovilísticas como el Grupo Renault o el Grupo Volkswagen, que hace tiempo que estudia formas para reducir la contaminación generada por cada batería y reciclar la mayor parte de los componentes.
La huella de carbono en el coche eléctrico
El rastro de gases de efecto invernadero que cualquier persona deja tras de sí cuando compra un producto, recarga el teléfono móvil o enciende el horno de su casa es lo que se conoce como huella de carbono. En ella interviene la energía producida para poner aquello que se esté utilizando en movimiento, pero también los medios que han sido necesarios para su producción y traslado hasta tu domicilio.
Es decir, en un coche eléctrico, la huella de carbono refleja las emisiones contaminantes generadas para producir el chasis y cualquier otro componente del mismo (también su batería). A esto hay que sumar su traslado hasta la entrega al cliente y el uso que hace del mismo éste último. Incluso el reciclaje posterior de las piezas.
BMW ya asegura que sus BMW iX y BMW i4 son neutros en emisiones de carbono durante su producción. Lo mismo sucede con el Volkswagen ID.3. Pero luego hay que saber qué tipo de energía impulsa a estos vehículos. No es lo mismo que la electricidad provenga de fuentes limpias o de la quema de carbón. Y, pese a todo, Bloomberg NEF apuntaba a que con esta última opción, el coche eléctrico seguía siendo menos contaminante que uno de combustión.
Volvo también presentó su propio informe en el que aseguraba que producir un C40 Recharge (eléctrico) emitía un 70% más de emisiones contaminantes que un XC40 de combustión. Sin embargo, una vez en marcha, apenas necesitaba 49.000 kilómetros para compensar esta diferencia si se utilizaba electricidad exclusivamente obtenida por fuentes limpias de energía. Con el mix europeo, la compensación llegaba a los 77.000 kilómetros y tomando como referencia el mix mundial, era necesario recorrer 110.000 kilómetros para que el coche eléctrico empezara a ser menos contaminante que uno de combustión.
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