La cadena de suministros está rota y los fabricantes tiemblan. Si hace dos semanas hablábamos de los problemas que estaba teniendo Ford en bolsa (registró su mayor caída desde 2011) debido a sus problemas para entregar los vehículos reservados, ahora es Tesla la que está sufriendo en sus propias carnes los movimientos de los inversores.
La cadena está rota. La industria del automóvil está sumergida en una crisis que parece no tener fin. Un túnel que comenzó con la pandemia de coronavirus y los reiterados cierres de fábricas, que siguió con la escasez de chips, a la que se sumó la Guerra de Ucrania y a la que puso la puntilla el cierre del puerto de Shanghái.
Todo ello ha provocado un colapso que ha llevado alas marcas a ofrecer paquetes cerrados de equipamiento para garantizar las entregas en un corto plazo de tiempo. Todo lo que se sale de estos paquetes y en los que influyen una importante personalización están derivando en tiempos de espera de varios meses, en algunos casos superiores a los seis meses y hasta al año.
Lo saben bien. Hablábamos de Ford hace dos semanas. La firma tiene parados 45.000 modelos sin entregar a falta de que terminen de llegarles todos los componentes. Vehículos que están terminados a un 99% pero que la falta de unos pocos chips los hacen inservibles. La consecuencia ha sido una dura caída en bolsa después de anunciar ganancias mucho menores a las esperadas.
Pero no es la única firma que está teniendo que hacer frente a las dificultades como puede. Volkswagen se plantea mover parte de su producción al suroeste de Europa para paliar los altos costes energéticos que está sufriendo en el centro y el este del continente. Incluso el mercado de las caravanas, que estaba viviendo uno de sus momentos dorados están acuciados por los importantes problemas que están encontrando en su fabricación.
No es suficiente. La "mala" noticia que comunicó Ford y que desembocó en su caída en bolsa es que ganará 1.400 y 1.700 millones de dólares antes de impuestos en el tercer trimestre. El problema era que la compañía esperaba alcanzar los 3.700 millones de euros. Los inversores castigaron duramente estas informaciones.
Algo similar le ha sucedido a Tesla. Sus acciones han pasado de costar 265 dólares el 30 de septiembre a 243 dólares en estos momentos. Las cifras dicen que la marca ha vendido más que nunca (343.830 coches, un 42,5% más que en 2021) y ha entregado más unidades que nunca (325.158 unidades de los Tesla Model 3 y Model Y y 18.672 unidades de los Model S y Model X, un 40,1% y 101% más, respectivamente).
Pero esto no ha sido suficiente para los inversores. Desde Bloomberg apuntan a que los analistas auguraban 358.000 entregas de los Tesla Model 3 e Y. Además, aunque el dato del 45% más de ventas que el año pasado es llamativo, la marca había anunciado que esperaba superar en un 50% del volumen de 2021.
Fiebre por Tesla. Pese a los retrasos en las entregas, la fiebre con hacerse por alguno de los modelos de Tesla es evidente, más si nos fijamos en los modelos más asequibles. Comprar un Tesla Model 3 nuevo en España es sinónimo de esperar, al menos, hasta el primer trimestre de 2023, salvo en su versión Performance (la más cara).
Esto ha desembocado en que se estén pagando grandes cantidades de dinero por saltarse la cola oficial. Es decir, comprar un Tesla Model 3 de kilómetro 0 o con algunos miles de kilómetros de uso. De hecho, en el mercado de segunda mano hemos encontrado anuncios que ofrecen un Tesla Model 3 con 18.000 kilómetros unos 5.000 euros más caro que uno nuevo e, incluso, hasta 11.000 euros más caro si buscamos uno de kilómetro 0 a estrenar.
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