Un reciente análisis en Politikon de la evolución de la escolarización en nuestro país con relación a la OCDE deja claras varias conclusiones. Entre ellas, la de que las mujeres estudián más que los hombres, algo que se hace evidente en las mujeres de menos de 44 años, que tienen más estudios superiores o han alcanzado al menos secundaria con respecto a los hombres.
Hay datos muy preocupantes, como el hecho de que de los chicos entre 25 y 34 años sólo el 65% acabaron la secundaria -en la OCDE la media supera el 80%-, pero de ese análisis queríamos extraer otra de esas conclusiones que persisten en nuestra sociedad y, por lo visto, en la mayoría de países analizados: aunque las mujeres estudian más, su elección de estudios superiores suele alejarse de carreras técnicas.
Como explica Kiko Llaneras (@kikollan) en dicho análisis "las mujeres consiguen el 59% de todo los títulos universitarios en nuestro país, pero representan solo el 32% de los titulados en ingeniería y apenas el 21% de todos los titulados en informática". Ese sesgo es sorprendentemente común a todos los países de la OCDE, y como a Llaneras, sorprende que tanto aquí como fuera de nuestro país suceda que las mujeres sean mucho menos de la mitad de los estudiantes que cursan ingenierías o Informática, y algo menos de la mitad en ciencias, matemáticas o ciencias físicas.
A esos datos se le suma otro igualmente singular: el 71% de los hombres con estudios de ciencias acaban trabajando en campos relacionados con la ingeniería, las matemáticas o la estadística, mientras que solo el 43% de las mujeres con esos estudios acaban trabajando en esos ámbitos. Como revela Llaneras en sus estudios, "si hay más hombres con estudios de informática e ingeniería, es de esperar que haya también más hombres en esas ocupaciones, pero lo que encontramos no es que hay más sino que hay muchos más."
Este estudio deja claro que como se indica en el análisis la OCDE recomiende estrategias para interesar a los chicos por la lectura y a las chicas por las matemáticas y las ciencias. No solo eso: las carreras técnicas suelen dar lugar a mejores condiciones laborales y mejores perspectivas. Aquí hay un problema probablemente social, pero también uno laboral en el que las políticas de flexibilidad y conciliación deberían avanzar también mucho para dar un necesario giro a esta situación. Un tema que de hecho repasamos recientemente al reflexionar sobre la inalcanzable igualdad de género en empresas tecnológicas.
Vía | Politikon
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