Lo que ha dado tanto éxito a los muertos vivientes y los ha convertido en el monstruo moderno por excelencia es, sin duda, su versatilidad y variedad de significados potenciales. De símbolos de la sociedad de consumo a resumen de la banalidad de nuestras vidas, de amenaza monstruosa sobre la violencia inherente en los humanos a reflejo deformado de nuestras miserias. En el caso de 'La noche devora el mundo', que puedes ver en Prime Video, son el contrapunto a un humano que se queda atrozmente solo cuando llega el apocalipsis.
Un joven que, tras una fiesta, se topa con el fin del mundo zombi en un piso de París del que no puede salir. Y al principio se las arregla para sobrevivir e incluso entretenerse, bien con las actividades más insustanciales, bien contemplando desde el balcón el punto y final de la civilización, bien manteniendo diálogos para besugos con un zombi encerrado en un ascensor. Pero pronto empieza a pensar que no quiere verse morir en una distopía kafkiana.
Habrá sorpresas en su aventura, pero desde luego estas no consisten en localizar un laboratorio clandestino donde esté la vacuna para el virus zombi, sino en nuevos encuentros en su apartamento y en otras formas de enfrentarse a un evento cuyos mayores peligros son la soledad y la melancolía. 'La noche devora el mundo' puede entenderse como una especie de 'Soy leyenda' solo con las partes pochas, y ahí está su atractivo.
En la originalidad del tono y de la propuesta reside el encanto de esta pequeña película francesa de Dominique Rocher, responsable también del guión de la curiosísima 'La bruma' y de la miniserie tristemente inédita en España 'La corde'. Una propuesta diferente para un fin del mundo igual de enigmático que todos los demás.
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