El próximo mes de mayo se pondrá en marcha uno los grandes avances en materia de seguridad vial que se han dado hasta ahora en la Unión Europea. Todo coche nuevo homologado entre mayo de 2022 y mayo de 2024 estará en la obligación de disponer, de serie, de una serie de sistemas ADAS de seguridad (Sistemas Avanzados de Asistencia a la Conducción por sus siglas en inglés, Advanced Driver Assistance Systems), entre los que se encuentra la frenada de emergencia, el asistente inteligente de velocidad o la incorporación de una pequeña caja negra.
Esta caja negra, denominada oficialmente como registrador de datos o EDR (Event Data Recorder, en inglés) forma parte de las medidas tomadas por la Unión Europea para reducir los fallecidos y heridos graves en carretera. El proyecto se denomina Vision Cero y tiene el ambicioso objetivo de eliminar los muertos por accidente de tráfico en 2050. Pero, ¿qué sabemos de este dispositivo?
Cómo funciona una caja negra en un coche
La caja negra de un coche tiene el tamaño de una cajetilla de tabaco e irá soldada al asiento del conductor en su zona inferior. El sistema monitoriza de forma continuada hasta 15 parámetros del vehículo, como su velocidad, las revoluciones del motor, el movimiento del volante, el uso de los cinturones de seguridad o la fuerza del impacto en caso de accidente. Si esto sucede, el sistema airbag manda una señal de que se ha puesto en funcionamiento y el registrador de datos guarda la información relativa a los 30 segundos anteriores y cinco segundos posteriores al accidente.
El funcionamiento, por tanto, es similar al de una caja negra de un avión, pero existen algunas diferencias a tener en cuenta. En primer lugar, el dispositivo será incapaz de guardar la información personal del conductor, como el nombre, el sexo o la edad del mismo. Además, no grabará las conversaciones que suceden en el interior del vehículo, como sí pasa durante un vuelo.
Todos estos datos, se sobreescriben continuamente si no se registran impactos. "Los registradores de datos de incidencias deben funcionar en un sistema de bucle cerrado en el que los datos almacenados se reescriban y que no permita identificar al vehículo ni al titular de los datos", se recoge en el Reglamento (UE) 2019/2144 del 27 de noviembre de 2019 donde quedó aprobado.
Por tanto, no habrá manera de acceder a los datos si no se ha producido un impacto y, de suceder, quien acceda a ellos no encontrará ni información relacionada con el posicionamiento del vehículo ni un historial de por dónde se ha circulado.
Quién tiene acceso a mis datos y qué puede hacer con ellos
La implantación obligatoria de una caja negra ha elevado algunas voces críticas que aseguraban que este sistema es un medio para controlar al conductor, saber por dónde se mueve y un colchón para las aseguradoras, que pueden lavarse las manos en caso de accidente.
En cuanto al acceso y gestión de estos datos, sólo las autoridades competentes responsables de la seguridad del tráfico en cada Estado miembro podrán hacer uso de ellos y en su incorporación a bases de datos será imposible identificar los datos personales de cada conductor. "Esos registradores deben ser capaces de grabar y almacenar datos de manera que los Estados miembros puedan utilizarlos para realizar análisis de seguridad vial y evaluar la eficacia de medidas concretas que se hayan adoptado, sin la posibilidad de identificar al propietario o al poseedor de un vehículo concreto sobre la base de los datos almacenados", se lee en el documento.
Por tanto, el objetivo final de la implantación de estos datos será el de analizar lo sucedido en cada accidente, consolidar una base de datos en la que se reflejen los motivos del siniestro y, así, poder desarrollar informes que concluyan los motivos más habituales que se conjugan en un accidente grave o mortal en la carretera para, más tarde, aplicar las medidas correctivas necesarias.
¿Y en caso de juicio?
Además del registro estadístico, los datos grabados en una caja negra también pueden formar parte de un juicio como prueba para encontrar un culpable, si así se considera pertinente. Samuel Parra, abogado especialista en privacidad en Égida, nos explica que, de ser requeridos estos datos, pueden ser aportados por las autoridades de tráfico competentes y, como parte actora en el juicio, una aseguradora podrá eximir responsabilidades si se demuestra que el conductor incumplió alguna norma de tráfico.
Samuel Parra también nos deja claro que las aseguradores no podrán tener acceso a estos datos a menos que se pongan sobre la mesa en el proceso judicial. No será posible que la compañía solicite esta información a los responsables de tráfico ni tampoco podrán contar con un sistema automático que envíe la información grabada a un espacio privado de la compañía en caso de accidente.
Fotos | Cottonbro y DGT
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