La polémica acerca de la hipotética fidelidad de la serie al videojuego nos va a estar acompañando hasta el final de la primera temporada (y más allá). Pero mientras la generación de cristal clama al cielo para que saquen a los personajes gays de sus apocalipsis, hay otros cambios en la serie de HBO con respecto al original que no han llamado tanto la atención, y que sin embargo nos dicen mucho acerca del planteamiento de Druckmann y Bazin con respecto a su ficción.
Estos cambios afectan a la línea temporal de la serie, que sufre transformaciones en dos aspectos. Por una parte, el juego arranca en 2013. Conocemos a Joel, que vive con su hija en Austin. Después del estallido de la infección y los trágicos sucesos que se desencadenan, pasan veinte años. Eso nos lleva a 2033, año en el que se desarrolla el juego. Ese salto de una década también se produce en la serie, pero el año de origen es 2003. Es decir, la serie se ambienta en 2023, en una visión alternativa del presente.
¿Y esto a qué se debe? Al salto tecnológico que se produce entre 2003 y 2013. En esos diez años se produjeron una serie de avances que convierten 2013 en un mundo más capacitado para acabar con la invasión. En cambio, llevar el estallido a 2003 (y que se refleja en aspectos como el primitivísimo teléfono móvil que tiene Pedro Pascal) permite no solo una producción con menos complicaciones, sino brindar una bienvenida credibilidad a la historia.
En 2013 las posibilidades de detener una infección de Codyceps como la que describe 'The Last of Us' habrían sido muy inferiores a las que se habrían tenido en 2023 pero, sin duda, serían muy superiores a las de 2003. Así que convenía ir una década atrás en el tiempo para justificar un desastre a escala masiva, global y sin cura inmediata, tal y como sucede en la serie.
Las cuatro estaciones
Y hay otra variación más con la línea temporal tiempo que diferencia a serie y juego, esta relativa a las estaciones del año. En el juego, cada sección del mismo avanza una estación, desde verano de 2033 a primavera de 2034. En la serie, sin embargo, se arranca en primavera, no en verano. Las razones de esta decisión no están tan claras como las de la ambientación una década antes. Se puede tratar de que el viaje de Joel y Ellie va a estar más condensado en unos pocos meses, para dotarlo de un sentido de urgencia y amenaza constante, que no parezca un road trip con algún que otro infectado por el camino.
Por otra parte, es bueno que la serie vaya jugueteando con la línea temporal original. Recordemos que la historia de origen de Ellie no se nos contaba en el juego en sí, pero la serie tiene todas las papeletas, tal y como está discurriendo, para dedicar un episodio al pasado de la protagonista. De momento, HBO está jugando bien sus cartas a medio camino entre el respeto reverencial al juego y los cambios pertinentes. La línea temporal es solo otro detalle que varía para que la historia se cuente de forma más adecuada para una narración no interactiva
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