Hay una guerra mundial contra las bebidas azucaradas: las próximas batallas se librarán en la publicidad y en los envases

Hay una guerra mundial contra las bebidas azucaradas: las próximas batallas se librarán en la publicidad y en los envases
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San Francisco será la primera ciudad de Estados Unidos en obligar a que toda la publicidad de bebidas azucaradas en la zona lleve una advertencia: AVISO: Beber refrescos con azúcares añadidos contribuye a padecer diabetes, obesidad y caries. Es un mensaje de la Ciudad y el Condado de San Francisco.

Se trata del último capítulo, el más importante por situarse en el país de los principales productores, de una guerra silenciosa contra un hábito de consumo que, sólo en países como el Reino Unido, tiene un coste sanitario de 6.800 millones de euros al año.

El planeta Tierra está gordo

Hombre obeso en un supermercado | Wikipedia

La Organización Mundial de la Salud y los ministerios de Sanidad llevan años advirtiendo del aumento de la obsesidad en los países desarrollados, que actualmente afecta a unos 2.100 millones de personas. Las predicciones para España, por ejemplo, indican que para 2030 el 39% de los hombre y el 36% de las mujeres sufrirán obesidad.

La obesidad no sólo tiene un efecto estético: se trata de una condición física que aumenta el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. En lo que respecta al sobrepeso, "esos kilitos de más", la proyección se dispara para nuestro país: afectará un 80% de los hombres y un 58% de las mujeres en década y media.

Parte de la culpa de esa pandemia que nos espera recae en nuestros hábitos de consumo. Como el de bebidas azucaradas, hábito al que la medicina quiere declararle la guerra, aunque no sea la única responsable. La primera bomba importante la emitió la propia Organización Mundial de la Salud este año con una nueva guía de recomendaciones.

Importante, porque esas recomendaciones, junto a las de la Agencia Europea de la Seguridad en la Alimentación y otro par de organizaciones, son las que deciden las Cantidades Diarias Orientativas que pueden aparecer en el etiquetado de los alimentos. La nueva guía implica que el azúcar añadido -presente en todas las latas de refrescos, entre otros alimentos- no debería superar el 10% del aporte calórico recomendado. Es decir, 50 gramos de azúcar al día como máximo.

¿De cuánto azúcar estamos hablando?

Y eso que hizo una concesión. En su primer borrador, la OMS quería limitar el consumo a 25 gramos, algo que habría provocado la ira de un sector, el de los fabricantes de refrescos, que en 2013 facturó (también con bebidas sin azúcar, ojo) 470.000 millones de euros. Y que en 2014 se estimaba que hubiesen producido unos 65 litros por cada habitante del planeta.

Al final, la OMS ha dejado la cantidad de 25 gramos (el 5% del total, o la cuarta parte de lo que veíamos hasta ahora) únicamente como un "produce beneficios para la salud", dejando la señal de alerta en esos 50 gramos. Esa cantidad de 25 gramos destrozaría el marketing de las bebidas azucaradas.

Porque una lata normal de refresco azucarado (330 mililitros) contiene unos 35 gramos de azúcar. Más o menos algo como esto:

Azúcar La cantidad de azúcar que lleva una lata de refresco, en Mazingers.

Y que, para hacerse una idea de cuánto supone en una lata, hemos comparado con el envase de una bebida NO azucarada

¡Coca-Cola Zero y Mazinger Z van combinados! El tamaño de una lata de refresco, en Mazingers.

¿Por qué las bebidas azucaradas?

En lo que respecta a la comida rápida, el público está tomando poco a poco consciencia de la importancia de una dieta saludable, algo que está sufriendo McDonald's por ejemplo, que intenta adaptarse en medio de una caída constante de ventas a unos clientes que buscan hábitos más saludables.

Y es el temor que tiene la industria de bebidas azucaradas, que podrían pasar de un mundo en el que los padres estadounidenses creen que son buenas para la salud a uno en el que reciban el mismo tratamiento que el tabaco o el alcohol. Sobre todo teniendo en cuenta que un estudio de este mismo año apunta a riesgos con sólo dos semanas de consumo desmedido.

El baile del etiquetado en el azúcar

Sugardance

Es lo que pretende San Francisco: la normativa propuesta pondría -a nivel publicitario, la ciudad no tiene poder para alterar el etiquetado- al mismo nivel una lata de refresco que una cajetilla de tabaco en lo que respecta a la publicidad. Y el resto de California, que acaba de rechazar por segundo año consecutivo una ley en la que se impusieran las mismas restricciones al sector en todo el Estado.

No son los únicos intentos. El Estado de Nueva York propuso la reducción del tamaño de los envases. Y países como Francia y México, por citar dos ejemplos, ya imponen una tasa a estas bebidas para frenar su consumo entre adolescentes y niños, los más vulnerables a los cantos seductores del azúcar.

Del otro lado, la industria azucarera presiona desde hace décadas, entre el patrocinio de investigaciones propias favorables, una fuerte inversión publicitaria y grupos de influencia política, para evitar la conclusión lógica a este conflicto: una etiqueta en cada lata que advirtiese de los peligros del consumo sin moderación de azúcar. Y que el público pudiese decidir con la información disponible.
_ Fotos: Andre Terán, Parenting Patch

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