La expansión de la COVID19 está lejos de acabarse. A medida que la enfermedad avanza, así como las medidas de contención del virus, las previsiones cambian. Para poder entender cómo se expande la enfermedad en sus primeros momentos es indispensable conocer su R0 o ritmo de reproducción. El del SARS-CoV-2, tal y como vimos, parecía mayor de lo que vaticinaban las estimaciones iniciales. Sin embargo, una vez "controlada" la enfermedad, el R0 deja paso a otra cifra protagonista: el parámetro de dispersión, o k, que explica, de forma empírica, la capacidad de expandirse de un patógeno teniendo en cuenta factores de todo tipo.
Gracias a este valor, el perfil de del virus va mostrando algunas facetas que no esperábamos al comienzo de la pandemia. Por ejemplo, esta cifra apunta a que muchos de los contagios provienen, en realidad, de muy pocos de los contagiados. ¿Por qué ocurre esto? Aunque todavía existen muchas incógnitas, este parámetro podría explicar algunas de las evidencias más recientes sobre los contagios.
Algunos muchos, otros pocos: una de las grandesnuevas incógnitas del coronavirus
Según los últimos datos recogidos por la Johns Hopkins, la cifra de afectados por coronavirus alcanza ya los más de cinco millones. Esta cifra sigue aumentando, lo que vaticina que el SARS-CoV-2 seguirá expandiéndose y provocando brotes más controlados durante algún tiempo. Una de las evidencias más recientes señala que estos brotes no son homogéneos.
Explicado de otra manera, se ha observado que algunas personas transmiten el virus a decenas mientras que otras apenas producen contagios, aun estando afectadas. También existen algunos casos de "superdispersión" en los que una persona es capaz de contagiar a docenas o más. Es especialmente crítico controlar que no ocurran este tipo de casos.
Esto pone de manifiesto una cuestión: la R0, el ritmo de reproducción, tan importante al comienzo de la pandemia, se queda "obsoleto", en cierto sentido, a medida que avanza la pandemia. Es necesario el uso de otros valores estadísticos y matemáticos que permitan comprender mejor cómo se expande el virus para poder atajar los eventos que producen cientos o miles de contagios. Para eso, hay que comprender su parámetro de dispersión, o k.
k, el parámetro de dispersión
Al igual que el R0 es una cifra que habla de la capacidad que tiene un patógeno de infectar a nuevas víctimas durante el periodo en el que está en el cuerpo del paciente, la k (en minúscula) habla de la capacidad que tiene de dispersarse. Este número describe cómo se ramifican los contagios. Cuanto más bajo resulta, menos contagios se producen, grosso modo, tal y como apuntaban los investigadores Lloyd Smith y Schreiber en 2005.
A medida que aumentan las formas de prevención y control, la R0, o la Rt, que es este ritmo de reproducción dado en un momento "t", se vuelven menos relevantes para predecir el comportamiento. Esto se debe a que estos valores dependen de la capacidad de infección de una sola persona, sin tener en cuenta los factores de protección.
Una vez que se da esta nueva situación en la que la población es consciente del peligro, k comienza a tomar relevancia. Este otro valor mide la capacidad de dispersión en un contexto empírico, más realista y que tiene menos que ver con la capacidad de transmisión de un supuesto "paciente 0". La cifra, como decimos, se calcula a partir de modelos estadísticos que cuentan de forma directa los contagios según personas infectadas.
De hecho, esta cifra es especialmente importante en el cálculo de las "superdispersiones", esos sucesos en los que una sola persona puede contagiar a decenas o centenas. Es por esta razón que la k tiene una relevancia crítica a la hora de comprender el modo de expandirse, y generar posibles nuevos brotes, del virus.
Disección de la expansión de un virus: ¿qué sabemos sobre el SARS-CoV-2?
Todavía existen muchísimas incógnitas al respecto del SARS-CoV-2. Por ejemplo, y como decíamos antes, existen bastantes datos que indican que los contagios siguen un patrón curioso y por racimos. En vez de producirse de forma constante, parece que algunos individuos contagian a muchas personas y otras no tanto. Esto se relaciona con la k de forma consistente: la k de la COVID-19, obtenida a partir de los datos de China, que es de 0,1. Esto implicaría que el 10% de los contagiados, aproximadamente, serían causantes de al menos el 80% de nuevos contagios, tal y como explica Adam Kucharski, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
A esta cifra hay que añadirle la expansión temporal. Según los datos obtenidos hasta la fecha, muchos de los contagios más numerosos se dan en momentos cortos en el tiempo. Esta combinación explicaría estos aumentos "en racimo". Aunque todavía faltan más evidencias, hay muchos datos que hacen sospechar que el virus "explota" entre ciertos individuos mientras que el contacto entre otros es más moderado. Otros resultados también indican que la cantidad de virus que infectan a una persona son indicadores de la gravedad, aunque no se puede relacionar directamente con la virulencia.
Algunos estudios preliminares indican que es mucho más fácil contagiarse en interiores que en exteriores. Esta información también se obtiene a partir de la k medida comparativamente hablando entre los espacios de interior y de exterior. Esto sería coherente con lo que sabemos de otros virus similares y también tiene sus implicaciones en el parámetro de dispersión. En resumen, a la luz de las pocas evidencias existentes hasta la fecha, y a la espera de obtener más información, parece que el SARS-CoV-2 va dando un perfil más detallado.
Dentro de este perfil vemos episodios muy rápidos de contagio, cortos en tiempo pero grandes en virulencia, con otros en los que los contagiados no parecen continuar con la expansión del virus y solo unos pocos "superdispersores" contagian a los demás. Por esta razón, la k está volviéndose cada día más importante dentro de un puzle del que todavía nos quedan muchas piezas que descubrir.
Imágenes | Unsplash, ViralSciences
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