La mayor parte del tiempo no sabemos qué ocurre en nuestro propio país. Ni siquiera en nuestro propio barrio. Es relativamente habitual que numerosas políticas públicas se pongan en marcha sobre datos, tendencias y análisis de otros países que se adaptan (mejor o peor) a la realidad en la que vivimos.
No es muy habitual encontrarse con análisis amplios de países que no sean Estados Unidos, por eso este estudio sobre cómo ha evolucionado la dieta española durante las últimas tres décadas (al que llego gracias a Luis Jiménez) es interesante. No es el único, pero sus conclusiones son claras y bastante preocupante.
Los ultraprocesados y la conquista de la dieta
Cada vez disponemos más evidencia de que el aumento del consumo de azúcares añadidos está vinculado a la ganancia de peso, las caries, la diabetes y los problemas cardiacos. Es decir, los azúcares añadidos empiezan a aparecer como un problema de salud pública de forma clara y sólida.
Sin embargo, nuestra comprensión de cómo los azúcares añadidos han ido conquistando nuestra dieta no tan buena como nos gustaría. Los investigadores de la Universidad de Sao Paulo y del Servicio de Epidemiología de la Comunidad de Madrid han usado los datos de la Household Budget Surveys en España (21,012 familias en 1990, 33,730 en 2000 y 22,116 en 2010), para estudiar una vieja sospechosa: la asociación entre la comida ultraprocesada y el contenido total de azúcares añadidos de la dieta.
La HBS es una encuesta que se hace en toda Europa y que permite hacernos una idea de cómo es la cesta de la compra de los hogares europeos y de su evolución con lo años. Los investigadores categorizaron esa cesta siguiendo la clasificación NOVA. Es decir, dividieron los alimentos en ‘poco o nada procesados’, ‘procesados’, ‘ultraprocesados’ y ‘ingredientes culinarios’ (este último es un cajón de sastre que incluye aceites, grasas, sales, azúcares y, en general, todos los ingredientes que se usan para cocinar los alimentos).
Los ultraprocesados han triplicado su peso y el azúcar añadido ya supera los límites recomendados
Los resultados no son sorprendentes. En 2010, la comida ultraprocesada representaba un 31,7% de la dieta de los españoles y el 80,4% de todos los azúcares añadidos. Es decir, el peso de la comida procesada en nuestra dieta se triplicó entre 1990 y 2010 (pasando del 11% al 31,7%)
De forma paralela el peso de los azúcares añadidos ha pasado del 8.4% de nuestra ingesta diaria de energía al 13%. Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud dicen que no debería de superar el 10%. Los investigadores ven en esto una confirmación de la relación entre la comida ultraprocesada y el aumento del consumo de los azúcares añadidos. Nosotros no podemos llegar a tanto (los estudios epidemiológicos no captan bien los mecanismos que estudian), pero está claro que ahí hay un patrón clave para entender el problema del azúcar.
Ver 27 comentarios