Desde 1990, cuando murieron 5.736 personas en las carreteras, hemos mejorado mucho. Para que nos hagamos una idea, 2021 acabó con 1.004 fallecidos y eso, en un contexto anual en el que el español medio pasa 300 horas en la carretera y recorre 12.000 kilómetros, es impresionante.
Mucho más impresionante aún si tenemos en cuenta que, en fin, la mayor parte de las veces no sabemos muy bien qué hacer para reducir los accidentes. Y el mejor ejemplo de esto son los letreros con información, consejos y advertencias que trufan las carreteras de todo el país. Son un sistema barato, directo y claro de transmitir mensajes. El problema es que no sabemos si esos mensajes sirven de algo.
La moda (barata) de los carteles en carretera. Un equipo de científicos texanos decidieron examinar qué efecto real tenían esos carteles que estaban empezando a aparecer en las orillas de las carreteras y autovías. Especialmente, se centraron en los más 'llamativos': aquellos que publican el número de muertes anuales en la carretera.
La lógica nos dice que ese tipo de mensajes captan la atención de los conductores y eso les hace más prudentes mientras conducen. Hoy, 'Science' muestra los resultados de un pequeño estudio que confirma que efectivamente atrae la atención, el problema es que los resultados no son los esperados.
Houston, tenemos un problema. Estos investigadores descubrieron que los automovilistas que pasaban por un pizarrón de mensajes que anunciaba el número de accidentes mortales tenían en realidad un 4,5% más de probabilidades de sufrir un accidente en los próximos 10 kilómetros que los conductores que pasaban por ese mismo lugar en horas y con tráfico similar, pero con el pizarrón apagado.
Eso significa que solo en el ámbito de Texas, donde se ha estudiado el fenómeno gracias a los datos de más de dos años de datos sobre el uso de estos pizarrones, este tipo de intervenciones podrían estar contribuyendo a generar 2600 accidentes, 16 muertes y $377 millones en costos adicionales al año.
¿Cómo es posible? Lo cierto es que no está claro: el estudio estaba diseñado para encontrar variaciones en el número de accidentes, pero no para entender el mecanismo que actuaba. No obstante, los investigadores tienen alguna teoría. La principal es la posibilidad de que este tipo de mensajes "secuestraran" la atención de los conductores cuando más se necesitaba. Es decir, que lo sobrecargaran y saturaran lo suficiente como para favorecer cometer errores.
No es especialmente sorprendente que determinados estímulos pueden disparar los accidentes. En 2017, por ejemplo, se demostró que los accidentes nocturnos de moto aumentaban cuando había luna llena. En este sentido, los investigadores descubrieron que cuanto más impactante es el mensaje que aparece en los pizarrones, mayor es la probabilidad de sufrir accidentes.
¿Qué implicaciones tiene todo esto? La fundamental es que el infierno está pavimentado de buenas intenciones. Es decir, que las buenas ideas deben ir acompañadas de buenas evidencias. No basta con poner en marcha iniciativas por muy lógicas y bien intencionadas que parezcan: pueden acabar siendo contraproducentes.
En este sentido, sobre todo ahora que la DGT está realizando cambios importantes en la regulación del tráfico, debería de empezar a adquirirse la costumbre de añadir informes científicos que avalen la efectividad de las medidas. Solo fiscalizándolas y analizándolas en profundidad podemos asegurarnos de que no estamos creando un problema mayor del que intentamos solucionar.
Imagen | DGT
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