Beidaihe es un resort costero turístico al este de Pekín en el que cada año se celebra un cónclave secreto de la cúpula del gobierno chino. Las autoridades de dicho distrito han anunciado que se prohibirá circular a los coches de Tesla por esas carreteras durante al menos dos meses a partir del próximo 1 de julio.
No es la primera vez. La medida puede parecer sorprendente, pero no es de hecho la primera vez que el Gobierno de China toma medidas de este tipo: el año pasado prohibieron que estos coches pudieran circular por sus complejos militares.
Las medidas tomadas en Beidaihe siguen a unas similares que se produjeron a principios de junio, cuando se prohibió a los coches de Tesla circular por la ciudad de Chengdu. En esos días se produjo la visita a la ciudad del presidente chino, Xi Jinping.
La razón, entonces y ahora, es la misma: preocupación por la seguridad nacional. O lo que es lo mismo: en China creen que los Tesla pueden acabar espiándoles.
Tesla se lleva (teóricamente) bien con China. Tesla, que no ha realizado comentarios al respecto, lleva tiempo vendiendo sus coches eléctricos en Tesla y conquistando ese país que se le había resistido. De hecho el gigante Tencent compró hace años una participación del 5% de la empresa creada por Elon Musk.
No solo eso: la planta de Tesla situada en Shanghai es una de las más importantes de toda la empresa: allí se fabrican los Model 3 y los Model Y tanto para ser vendidos en China como para ser exportados. Esa fábrica fue responsable de la mitad de los 936.000 vehículos que Tesla vendió en 2021, aunque eso sí, la planta ha atravesado numerosos parones relacionados con la pandemia de COVID-19.
Pero sus coches están llenos de sensores y cámaras. Esa teórica buena relación con empresas de China y con su gobierno no parece haber bastado para librarle de las sospechas de un hipotético uso de esos coches para espiar a sus mandatarios. Las cámaras instaladas en los vehículos, afirmó el año pasado una fuente que habló con Reuters, podían ser uno de los instrumentos de esa potencial actividad de espionaje.
Musk niega la mayor. En aquel momento Elon Musk indicó que los coches de Tesla no espiaban ni en China ni en ningún otro lugar, y que si lo hicieran la empresa se iría a la quiebra. Meses después Tesla destacó además que todos los datos que generaban los coches que vendían en China se almacenaban en servidores en ese país.
Hasta Naciones Unidas han tomado cartas en el asunto. Este organismo ha creado la UN Regulation 155 Cybersecurity Management System Certification, que se concede a los fabricantes que pasan una serie de pruebas y validaciones relacionadas con la ciberseguridad de los "coches inteligentes" que poco a poco van conquistando nuestras carreteras.
¿Quién espía a quién? La sorprendente medida tomada por los gobernantes chinos es otro capítulo más de esa postura de que las empresas son culpables hasta que se demuestre lo contrario. Le pasó a Huawei en Estados Unidos —sin que jamás se demostrara que había espiado—, y eso fue un claro detonante de la guerra comercial que el país entonces liderado con Trump mantenía con China. Con Biden la cosa no se ha relajado.
Lo cierto es que los Tesla, como tantos otros coches en la actualidad, son básicamente ordenadores —muy potentes— sobre ruedas. La gran cantidad de sensores y tecnología que integran ciertamente pueden habilitar potencialmente distintos a los meramente enfocados a la conducción, pero no parece lógico que una empresa como Tesla, que tanto interés tiene en vender mucho y bien en China, acabe usando sus coches para espiar a sus gobernantes.
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