La historia del yate Alfa Nero es una de esas que llama la atención por su ajetreada existencia. Tener un yate de ese calibre no solo requiere tener la capacidad financiera como para asumir la abultada factura de compra de este superyate, sino que también requiere un costoso mantenimiento para que siga manteniendo su esplendor. Las autoridades de la isla caribeña de Antigua acaban de descubrirlo y están deseando deshacerse de él antes de que los lleve a la bancarrota.
El protagonista: un magnífico superyate de lujo. El Alfa Nero es un superyate que cumple, punto por punto, con todo lo que el propietario de un barco de lujo puede desear. La embarcación se construyó en 2007 tiene 81,3 metros eslora (largo) y 14,2 de manga (ancho) capaz de desplazarse a una velocidad de crucero de 15 nudos. El espacio a bordo está distribuido en seis cubiertas con capacidad para 12 invitados alojados en seis lujosos camarotes. La cubierta principal está equipada con una piscina, un jacuzzi y cuenta con un piano de cola en el salón, un helipuerto, spa, gimnasio.
El navío fue diseñado por los italianos Nuvolari & Lenard y su interior se equipó con todo lujo de detalle siguiendo las indicaciones del diseñador Alberto Pinto. Se utilizaron maderas nobles, cuero, nácar y materiales de alta gama y una bodega bien surtida de los mejores caldos. El medio especializado Super Yatch Fan lo valora por unos 120 millones de dólares. Un fruto prohibido al alcance de muy pocos.
El propietario es ruso, pero no quien creían. La rocambolesca historia de este superyate comienza en febrero de 2022 con el bloqueo de los activos financieros de los oligarcas rusos del entorno de Putin como represalia por la invasión de Rusia a Ucrania. El yate se encontraba anclado en el puerto de la caribeña isla de Antigua y las autoridades sospechaban que la embarcación era propiedad del oligarca ruso Andrey Guryev, amigo íntimo de Vladímir Putin, por lo que las autoridades lo confiscaron ejecutando la sanción de Estados Unidos con la intención de venderlo a corto plazo.
Los planes parecían ir a pedir de boca para las autoridades de la isla. Eric Schmidt, ex director ejecutivo de Google, había hecho una oferta en firme por valor de 67,3 millones de dólares. El problema es que el entramado societario de Guryev había dejado como testaferro a su hija Yulia Guryeva-Motlokhov. Como sobre ella no pesaba ninguna orden de bloqueo, la confiscación del buque era ilegal y ambas partes se han enzarzado en una batalla legal para aclarar de quién es el barco. Como es normal, ante el lío legal por la titularidad, Eric Schmidt puso pies en polvorosa y retiró su oferta de compra. Antigua se quedó con el yate y una demanda.
Un caramelo envenenado. El caso es que hasta que el embrollo legal se aclare, las autoridades de la isla tienen que pagar el coste del mantenimiento del bien embargado. Lo que parecía un bombón irresistible, al final ha resultado ser un caramelo envenenado por que el mantenimiento de un yate de 120 millones de dólares no está al alcance de cualquiera.
Para empezar, el amarre del yate les cuesta 28.000 dólares semanales que incluye los el salario del capitán italiano que permanece a bordo de esta mansión flotante. Como reza el dicho popular, el capitán es el último en abandonar la nave y no es para menos ya que este yate necesita una tripulación de seis personas para su mantenimiento. En origen, la tripulación ha llegado a ser hasta de 44 personas, pero se redujo para reducir costes. Veinticinco miembros de esta tripulación ya han reclamado 2,1 millones de dólares a las autoridades de la isla en concepto de salario que no se le pagó a raíz del embargo del yate.
Una máquina de quemar dinero. A esos costes de mantenimiento y personal del Alfa Nero se suma un problema aún mayor. El motor del superyate debe permanecer constantemente en funcionamiento para alimentar los sistemas de aire acondicionado. Esto supone quemar unos 2.000 dólares de combustible al día. “Ni siquiera se pueden abrir las puertas del Alfa Nero sin diésel”, dijo Tom Paterson, jefe de muelle del Antigua Yacht Club a Luxurylaunches. “Estos barcos, desde el día en que se botan hasta el día en que mueren, queman combustibles fósiles”.
Si los motores se apagaran para ahorrar combustible, los materiales nobles con los que se construyó el interior del yate se enmohecerían y se degradarían a toda velocidad haciendo que: o el precio de venta final sea muy inferior al esperado, o que si finalmente Antigua pierde la batalla legal con la hija del oligarca ruso, tendrían que pagar la reparación de los daños.
Lo que sí parece claro, es que, de dilatarse durante mucho más tiempo esta situación, el coste del mantenimiento del Alfa Nero podría superar incluso el valor real del superyate. Para que luego digan que comprar un yate no es un lujo. La próxima vez que a las autoridades de Antigua se les ocurra confiscar un yate, procurarán que sea eléctrico.
Imagen | yachtcharterfleet.com
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