Hay pocas que indiquen el estatus económico de alguien como ser el propietario de un yate o de un avión privado. Como han descubierto algunos de malas maneras, el coste más importante de tener un yate o un jet privado no es el valor del aparato en sí mismo, sino los costes indirectos en mantenimiento, tripulación, combustible, sin mencionar el impacto medioambiental de estos taxis aéreos de lujo.
Es por eso por lo que, aunque son muchos los multimillonarios que pueden permitirse incluso una flota de aviones privados, se está imponiendo la tendencia de comprar un avión privado en multipropiedad.
Como comprar un bonobús, pero mucho más exclusivo. La multipropiedad de jets privados no es exactamente como comprarse un jet entre varios millonarios, si no que lo que se compra es el derecho para utilizar el jet un determinado número de veces al año. En realidad, ni siquiera compras un avión concreto, sino que se contratan los servicios de una compañía aérea que gestiona y mantiene los jets privados. Esta empresa se encarga de disponer siempre de un aparato operativo para cuando el cliente quiera viajar.
El valor de esta inversión depende del número de veces que el cliente estima que viajará al cabo del año, por lo que, trayéndolo a un concepto que el común de los mortales podemos entender, se trata más de algo parecido a un bonobús que ofrece acceso a determinadas horas de vuelo al año y se paga una cuota que varía a razón del tipo de aparato que se use y de los vuelos realizados. La principal ventaja con respecto al alquiler por vuelo es el coste a largo plazo ya que, en esencia, el cliente es accionista en la compra de un aparato.
Por comodidad, pero también por privacidad. Tras la pandemia muchos milmillonarios se han acostumbrado a volar en jet privado y no solo lo hace por la comodidad de tener un avión disponible sin estar sujeto a restricciones de horario y sin kilométricas colas para los controles de embarque. Muchas empresas los utilizan para que sus principales representantes puedan mantenerse bajo del radar evitando que rastreen sus movimientos y se desvelen contratos estratégicos.
Bernard Arnault era la segunda persona más rica del mundo hasta hace unos días, y los movimientos de su Bombardier Global 7500 de 73 millones de dólares, al igual que el de Elon Musk, estaban monitorizados desde Twitter. A raíz de ese suceso, el millonario francés vendió su jet privado, este control de los movimientos del magnate podían levantar sospechas entre la competencia. En palabras de Antoine Arnault, hijo mayor del magnate de los artículos de lujo, "No es muy bueno que nuestros competidores sepan dónde estamos en cualquier momento. Eso puede dar ideas, también puede dar pistas”.
Menos vuelos y con aerolíneas impuntuales. El aéreo fue uno de los sectores más afectados por las limitaciones de movilidad de la pandemia y eso hizo que algunos millonarios optaran por volar por su cuenta comprando un avión privado o invirtiendo en uno en copropiedad.
Entre junio y agosto de 2019 se registraban 3.214.547 vuelos comerciales en todo el mundo, con el restablecimiento total de la movilidad en 2022, se alcanzaron los 2.793.805 vuelos. En el mismo periodo de 2023, el número de vuelos ha subido a 2.989.583 vuelos, lo que representa un 7% menos que antes de la pandemia. Además de caer en el número de vuelos, la calidad del servicio que ofrecen las aerolíneas también ha caído, presentando un índice de puntualidad del 66% en verano de 2023, frente al 72,9% de 2019. Es decir, el 34% de los vuelos presenta algún tipo de retraso o incidencia.
Las empresas de copropiedad no dejan de crecer. En contrapartida, las principales empresas de multipropiedad de jets privados no dejan de mejorar sus balances con mejores resultados.
Mientras que los vuelos regulares cayeron un 7% en el último ejercicio, los principales operadores fraccionarios representados por empresas como NetJets o FlexJet de Warren Buffett, han incrementado sus cifras de negocio un 5,2% en el último año y de hasta un 43% con respecto a 2019.
Imagen | Dassault Aviation
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