Hay un plan para acabar con la crisis de los semiconductores: en qué consiste y cuándo llegará el final según los fabricantes de chips

Hay un plan para acabar con la crisis de los semiconductores: en qué consiste y cuándo llegará el final según los fabricantes de chips

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El impacto que está teniendo el déficit de circuitos integrados tanto en algunos sectores industriales como en el bolsillo de los consumidores está siendo demoledor. La industria del automóvil, la de las tecnologías de la información y la de los electrodomésticos son tres de las que han sido afectadas de una forma más profunda debido a su enorme dependencia de la producción de semiconductores, pero no son las únicas que están atravesando una etapa difícil.

Los consumidores constituimos el último eslabón de la cadena global de valor, por lo que difícilmente podemos permanecer al margen de esta crisis. De hecho, actualmente estamos pagando un sobreprecio muy importante cuando compramos algunos productos que tienen una dependencia muy clara de la producción de chips. Las tarjetas gráficas y las consolas de videojuegos, que son dos de los dispositivos que están alimentando la especulación, ejemplifican muy bien la situación en la que nos encontramos.

La crisis de los semiconductores es el resultado de un desequilibrio muy profundo entre la oferta y la demanda de circuitos integrados

Esta crisis es el resultado de un desequilibrio muy profundo entre la oferta y la demanda de semiconductores. En el artículo que enlazo aquí mismo explicamos con detalle cuáles son los factores que han provocado que la demanda de circuitos integrados haya adquirido su envergadura actual, pero hay tres que acaparan buena parte de esta responsabilidad y en los que, por esta razón, merece la pena que nos detengamos un momento.

El incremento del número de chips que incorporan los coches (tanto los de motor térmico como los eléctricos), el aumento de la demanda de equipos informáticos desencadenado por la proliferación del teletrabajo y la vorágine que envuelve al hardware que permite minar criptomonedas son con toda probabilidad los ingredientes fundamentales de la receta que nos ha colocado en la situación en la que estamos. Afortunadamente, tiene solución.

Solo hay una solución al desequilibrio entre la oferta y la demanda: fabricar más chips

El plan que han puesto en marcha los fabricantes de semiconductores para acabar con esta crisis no propone ninguna solución mágica. Ni siquiera una mínimamente enrevesada. Lo que persigue es, sencillamente, incrementar la producción de circuitos integrados lo suficiente para dar respuesta no solo a la demanda actual, sino también a la que se consolidará a medio plazo. El problema es que las fábricas de chips que están en marcha llevan muchos meses produciendo al límite de su capacidad (especialmente las de semiconductores de alta integración), por lo que no es posible someterlas a más estrés.

Dadas las circunstancias es evidente que la única opción posible pasa por construir más fábricas y dotarlas de los equipos fotolitográficos que requiere la producción de chips de última tecnología, pero este proceso lleva su tiempo. Según Ignacio Mártil de la Plaza, catedrático de Electrónica en la Universidad Complutense de Madrid y un consumado experto en semiconductores y energía solar fotovoltaica, «una fábrica de chips de vanguardia tarda no menos de cuatro años en estar plenamente operativa».

Algunos de los principales fabricantes de semiconductores ya están invirtiendo buena parte de sus recursos en poner en marcha nuevas factorías

Esta bofetada de realidad refleja con contundencia que no tenemos margen para resolver esta crisis a corto plazo. Al menos si nos ceñimos a la producción de los chips de alta integración que requieren, entre otras, las industrias de las telecomunicaciones, la informática profesional y personal, y los teléfonos móviles. La buena noticia es que algunos de los principales fabricantes de semiconductores ya están invirtiendo buena parte de sus recursos en poner en marcha nuevas factorías. En este contexto no hay ningún riesgo: saben que venderán todos los chips que sean capaces de fabricar incluso antes de producirlos.

A finales del pasado mes de marzo Pat Gelsinger, el nuevo director general de Intel, anunció que la compañía que dirige invertirá aproximadamente 20 000 millones de dólares para poner a punto dos nuevas fábricas en su campus de la localidad de Ocotillo, en Arizona (Estados Unidos). Esta empresa también se ha mostrado interesada en poner en marcha una nueva fábrica de circuitos integrados en Europa que contribuya al abastecimiento de nuestro continente. Aún no se sabe en qué país residirá, aunque suena con fuerza que hay varios estados de la Unión Europea muy interesados en este proyecto y predispuestos a acoger con los brazos abiertos unas instalaciones de este tipo.

No obstante, Intel no es en absoluto el único fabricante de chips que ya ha puesto en marcha la construcción de nuevas fábricas. TSMC, que actualmente es el mayor productor de circuitos integrados del planeta, ya ha iniciado las obras de una nueva factoría en Arizona (Estados Unidos) que le costará 12 000 millones de dólares. GlobalFoundries anunció a mediados del pasado mes de julio que va a construir una nueva fábrica en el estado de Nueva York que le permitirá duplicar su capacidad de producción de circuitos integrados. Y Texas Instruments inició en mayo la construcción de una nueva fábrica de chips en Dallas (Estados Unidos) que le costará 3100 millones de dólares, y ha confirmado que planea construir otra más a corto plazo.

El principio del fin de la crisis aún está lejos: no llegará antes de 2023

Los fabricantes de semiconductores de los que hemos hablado en los últimos párrafos son solo algunos de los que ya están construyendo nuevas fábricas de chips, o bien planean hacerlo a corto plazo. La mayor parte de ellos está invirtiendo muchos de sus recursos para acortar el tiempo que requiere la puesta en marcha de estas factorías, pero, aun así, los plazos son los que son. TSMC ha confirmado que su nueva fábrica de Arizona iniciará la producción de chips en 2024, por lo que a corto plazo difícilmente podrá incrementar su capacidad de fabricación con el propósito de dar una respuesta a la creciente demanda de semiconductores.

TSMC ha confirmado que su nueva fábrica de Arizona iniciará la producción de chips en 2024

La previsión más optimista por el momento nos la ha ofrecido Pat Gelsinger, el director general de Intel. Quizá debido a que sus nuevas fábricas llevan más tiempo proyectadas que las de algunos de sus competidores. En cualquier caso, este ejecutivo vaticinó a finales del pasado mes de abril que la enorme inversión que es necesario realizar para poner en marcha nuevas fábricas de circuitos integrados y el tiempo que es preciso invertir en este proceso provocarán que el déficit de chips se prolongue durante dos años más.

Estas declaraciones nos invitan a asumir que la crisis se prolongará durante todo 2022, y posiblemente el panorama comenzará a mejorar ligeramente en 2023. Por el momento ninguno de los altos cargos de las compañías que fabrican circuitos integrados se ha atrevido a vaticinar con precisión cuándo conseguirán poner fin al desequilibrio que nos ha colocado en esta situación, pero de sus declaraciones se desprende que el déficit dará sus últimos coletazos en 2024. Toca esperar, pero, a pesar de todo, si realmente logran resolver un problema de esta magnitud durante los próximos dos años estaremos ante un hito del que los actores involucrados deberían extraer algún aprendizaje.

Imagen de portada | TSMC

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