En estos momentos, Indonesia está enviando de vuelta ocho contenedores de basura a Australia después de que los inspectores detectaran que el material estaba demasiado contaminado para ser reciclado. No es un caso aislado: El mes pasado, Filipinas devolvió 69 contenedores a Canadá y hace pocos días Malasia devolvió 49 contenedores a Francia.
Desde hace un año, cuando China dejó fuera de juego a medio mundo y se hartó de ser el vertedero de los países desarrollados, el mundo del reciclaje se ha sumido en una profundísima crisis de la que, como vemos, no parece que pueda salir.
Basura, basura y más basura
No es no: Lo de China no era una "forma de hablar": en el año que siguió a su decisión, la importación de plásticos ha caído un 99%, las de papel un 30% y las de aluminio y vidrio en torno al 20%. Solo si tenemos en cuenta que el 95% de los plásticos europeos y el 70% de los norteamericanos terminaba allí, podemos entender la magnitud del problema. Australia, por seguir con el país oceánico, se han visto obligada a tratar de manejar 1,3 millones de toneladas de basura que hasta ese momento iba directamente al gigante asiático.
Los efectos de la deslocalización Como explicaba Cheryl Katz en Wired, a los países desarrollados que tenían sistemas de reciclado desde hace muchos años, la confianza en China no les ha hecho ningún bien porque la misma estrategia que les permitió "democratizar" el reciclaje, llevó a un desmantelamiento (una deslocalización) de la industria de gestión de residuos. Ahora los problemas (y los desechos) se acumulan.
Buscando una salida... Eso ha hecho que millones de toneladas de basura se hayan redirigido hacia el Golfo de Guinea y, sobre todo, hacia el Sudeste asiático buscando "nuevos vertederos". Y, cuando eso no ha sido posible, la acumulación de desechos ha puesto a decenas de países a quemarlos. Reino Unido, por ejemplo, lleva incinerados medio millón de toneladas en lo que llevamos de año.
Porque las soluciones estructurales son demasiado complejas de implementar. Hoy, al menos. La consecuencia directa de los últimos años es que el precio del reciclaje se ha disparado, mientras los expertos coinciden en que la mejor solución está en la 'R' que está antes del 'reciclaje': en reducir la generación de residuos. No parece que haya otra manera viable. Si cuando los precios estaban bajos solo conseguíamos reciclar el 9% del plástico que hemos producido, hoy mejorar esas cifras es casi una quimera.
Volveremos sobre el tema, pero no es descabellado pensar que el actual estado de ánimo en contra del plástico se asienta no solo en una preocupación contra la contaminación, sino también en una crisis global que nos hace intuir que ahora mismo el plástico ya no es rentable.
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