El pasado mes de marzo, la organización SEMI anunció que el gasto en equipamiento avanzado para la fabricación de chips por parte de Corea del Sur superará al que hará China en 2024. Los datos indicaban que el próximo año la inversión de Seúl se elevará en un 41,5% hasta los 21.000 millones de dólares, mientras que la de Pekín lo hará en un 2%, llegando a los 16.600 millones de dólares.
Alemania se lo piensa. Este informe evidencia las consecuencias de las restricciones impuestas por EEUU en octubre de 2022 sobre la capacidad de China para obtener material para la fabricación de semiconductores. Estas medidas, que buscan obstaculizar el desarrollo del gigante asiático en la industria de los microchips, han sido acompañadas por políticas similares por parte de países como Países Bajos y Japón. Ahora, el gobierno alemán también está planeando establecer algún tipo de restricciones en este sentido.
Limitar las exportaciones. Según ha informado recientemente Bloomberg, Alemania está planeando limitar las exportaciones hacia China de materiales químicos utilizados para la fabricación de semiconductores. Esta propuesta forma parte de un paquete de medidas que está siendo analizado por Berlín y que obstaculizaría la capacidad de Pekín para producir chips, según el medio norteamericano que cita fuentes cercanas a este asunto.
Depender menos de Pekín. El objetivo de esta medida es reducir la dependencia alemana de China, país que constituye el principal proveedor de Alemania -por delante de Países Bajos y Estados Unidos- según datos del ministerio de Economía y Acción Climática alemán. Paralelamente, Berlín se uniría a Washington, Ámsterdam y Tokio en el plan para obstruir el desarrollo de Pekín en la industria de los microchips.
Posible método para el límite. Una manera de articular esta restricción sería incluir estos compuestos químicos en la lista de productos y tecnologías de doble uso. La UE define estos elementos como “bienes, software y tecnología que pueden ser utilizados tanto para aplicaciones civiles como militares”. Tanto la Unión como sus estados miembros establecen controles a la exportación de este tipo de mercancías, por lo que la inclusión de estos productos químicos en dicha lista permitiría a Berlín establecer un control y así limitar el flujo de exportaciones hacia China.
Consecuencias para las empresas germanas. Este límite en las exportaciones afectaría a compañías como Merck y BASF, firmas que venden productos químicos a clientes de todo el mundo. Concretamente, en el caso de Merck, que posee clientes como TSMC, las restricciones gubernamentales afectarían a las exportaciones de productos como el detergente BPS-729B y el líquido de tungsteno WNBURE. En el caso de BASF, el posible límite afectaría a fluidos como el Selectipur, empleado en la limpieza de circuitos integrados, y el Fotopur, utilizado en el proceso de fotolitografía.
Alemania ya movió ficha. Por otro lado, esta medida nos sería la primera que el gobierno alemán toma en contra de los intereses chinos en la industria de los semiconductores. En noviembre de 2022, Alemania prohibió por razones de seguridad la venta del fabricante de microchips Elmos a la firma Silex Microsystems, compañía sueca subsidiaria de la firma de origen chino Microelectronics. Según Robert Habeck, ministro de Economía alemán, esta operación habría “puesto en peligro el orden público y la seguridad de Alemania”. Asimismo, Habeck señaló que Europa debía salvaguardar su “soberanía tecnológica y económica”.
TSMC se interesa por Alemania. En este marco también se sitúan los límites a las exportaciones alemanas hacia China de productos químicos para la fabricación de semiconductores. La idea es que estas medidas contribuyan al refuerzo de esta industria en Europa. En este sentido, Reuters informó el pasado mes de marzo que TSMC estaba en conversaciones con el Estado de Sajonia para construir allí una planta de fabricación de microchips. Sería la primera fábrica de la firma en suelo europeo.
Chips en Magdeburgo. Además, Intel tiene planeado construir una fábrica de microchips en Madgeburgo, ciudad ubicada al noroeste de Alemania. Según la firma, el proyecto costará 17.000 millones de euros y creará 3.000 empleos permanentes, además de 7.000 puestos de trabajo temporales durante la construcción del complejo.
La Guerra de los Chips. En definitiva, el interés alemán por disminuir su dependencia económica de China confluye con el interés de su aliado Estados Unidos en detener el desarrollo tecnológico del gigante asiático. Así surge un capítulo nuevo de la llamada ‘Guerra de los Chips’, concepto acuñado recientemente por el historiador económico Chris Miller para definir el momento histórico en el que se encuentra la industria de los semiconductores.
Imagen: Maheshkumar Painam / Unsplash
En Xataka | China encaja el golpe de gracia: Países Bajos sigue los pasos de EEUU para arrasar su industria de los chips
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