Caza furtiva y medicina tradicional asiática: el cóctel que ha acabado con el rinoceronte blanco

Caza furtiva y medicina tradicional asiática: el cóctel que ha acabado con el rinoceronte blanco
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Durante los dos últimos años, Sudan ha sido el último de su estirpe. El eslabón definitivamente perdido de una raza de rinoceronte blanco africano, la del norte, cazada hasta su virtual extinción durante los últimos cien años. Anoche, los cuidadores de Ol Pejeta, la reserva keniata que lo protegía con soldados armados día y noche, anunciaron su deceso: Sudan, el último rinoceronte blanco del norte macho, había muerto a los 45 años. El destino de su especie estaba sellado.

¿O quizá no? Aún quedan dos rinocerontes blancos del norte, Najin y Fatu, aunque son hembras. Ambas son descendientes de Sudan (hija y nieta) y también viven en Ol Pejeta. Desde hace dos años, cuando murió el penúltimo macho, tanto la reserva africana como el zoológico checo Dvůr Králové han mantenido una campaña de donaciones para financiar investigaciones genéticas que permitan, quizá en el futuro, devolver a la raza a su esplendor perdido.

La situación del rinoceronte en el mundo, en general, es complicada. Sudan se había convertido en un símbolo de su decadencia, con sus cuernos serrados para el mercado negro, con su envejecimiento irremediable, con sus guardas acantonados junto a él para evitar que los cazadores furtivos también acabaran con su vida. Pero su historia es la de muchos otros rinocerontes del planeta: objeto de deseo por una demanda incesante que dispara el precio de sus cuernos.

Sólo en 2014 se calcula que el cuerno de rinoceronte movió entre 10.000 y 20.000 millones de dólares mundiales. Su comercio internacional está prohibido desde 1977. Para entonces, pervivían alrededor de 500 rinocerontes blancos del norte. Hoy sólo quedan dos, prueba del fracaso total de autoridades y gobiernos del mundo para detener su caza furtiva y venta ilegal. Es un negocio demasiado rentable como para desaparecer: el kilo de cuerno se paga a 60.000 dólares.

Sudan Vigilado Sudan, vigilado por dos guardias en Ol Pejeta. (Made it Kenya/Flickr)

¿Por qué? Para responder a la pregunta tenemos que observar la demanda, no la oferta. Y la demanda es altísima, muy en especial, en el sudeste asiático, donde se cree que el polvo de cuerno de rinoceronte tiene propiedades curativas, místicas y esotéricas. Son dos países los acusados con mayor frecuencia de activar la demanda de cuernos: China y Vietnam, donde su utilización está asociada a medicinas tradicionales. No hay pruebas científicas que corroboren su utilidad.

Cómo acabar con el mercado negro

Sin embargo, eso no ha impedido que la demanda aminore. El del rinoceronte blanco, tanto norteño como sureño, es el más pesado y más cotizado de todos, lo que le ha colocado en el ojo de una tormenta perfecta cuyos verdugos son los cazadores furtivos. Se calcula que perviven unos 30.000 animales en todo el planeta (cinco especies), pero caen como moscas: sólo en 2013 se cazaron más de 1.000 ejemplares de rinoceronte blanco, la mayor parte de ellos en Sudáfrica.

Es allí donde aún viven alrededor de 20.000 ejemplares, la mayoría en condiciones de libertad o semi-libertad. Sudáfrica saltó a los periódicos hace un año, de hecho, cuando volvió a legalizar el comercio de rinoceronte en el mercado local. La prohibición se había implementado en 2008 ante las presiones de numerosos grupos conservacionistas, pero el equilibrio político que la mantenía duró poco. La idea de fondo es reventar los precios en un mercado legal y arruinar al mercado negro.

Soledad Rinoceronte Blanco La soledad del rinoceronte blanco, cada día más aguda. (Jonas Bengtsson/Flickr)

Está por ver que tenga efectos reales sobre la caza furtiva. En 2015 se volvieron a matar unos 1.300 rinocerontes blancos (más de los que nacieron aquel mismo año en Sudáfrica), y el ligero descenso de 2016 (un discreto 10%) no es suficiente para eliminar el riesgo de extinción de la especie en su conjunto. Otras más pequeñas (y menos cotizadas) lo tienen aún peor: apenas quedan una cincuentena de rinocerontes de Java, unos 200 del de Sumatra y unos 3.000 del indio.

Según los agricultores y ganaderos de la zona, es el camino: ellos sí saben cómo cortar los cuernos (con anestesia) para que vuelvan a crecer, ahorrando sufrimiento al animal y estabilizando una población explotada comercial y legalmente. Al fin y al cabo, razonan, los compradores no quieren que la especie desaparezca. Son los mismos compradores que desaparecieron del mercado cuando hace diez años se presionó a Corea o Taiwán, por ejemplo, para que atajaran el problema.

La demanda se ha mantenido altísima, en parte, porque en China sigue siendo apreciado como un objeto de intenso valor, y porque Vietnam vive una pequeña fiebre del cuerno de rinoceronte como remedio a todos los males. Algo tan simple como el rumor de un funcionario con cárcel terminal curado gracias a la utilización de cuerno de polvo fue suficiente para que en 2008 la demanda se disparara. Y desde entonces y hasta hoy, el rinoceronte blanco del sur ha pasado de 40 ejemplares a 2.

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