Atrapados en los fondos oceánicos yacen miles de barcos hundidos a lo largo de los siglos. Como si del sueño húmedo de Robert Louis Stevenson se tratara, una importante cantidad de ellos albergan en sus bodegas, ahora carcomidas por las algas, tesoros de notorio valor. Más de un millar navegaron bajo pabellón español y son, en rigor, parte de nuestra historia militar, política y cultural. ¿Qué es de ellos? ¿Cuántos hay exactamente? ¿Qué estatus legal tienen? ¿Cuánto valen?
Preguntas con respuestas. Los barcos españoles hundidos repartidos por todo el globo son preciados para empresas privadas que buscan obtener un amplio beneficio de sus tesoros. Conocidos como pecios, algunos aún transportan, aunque sus restos reposen en el fondo del océano, cargamentos de metales preciosos extraídos del continente americano y llevados a las costas españolas durante tres siglos. Una golosina para buscavidas y cazatesoros que ha costado algún litigio que otro al Estado español. Sin embargo, a día de hoy están protegidos. Veamos por qué y en qué condiciones.
Estatus legal del pecio: es complicado
Antes que nada, conviene definir qué es un pecio. De forma poética, podemos resumirlo así de simple: los restos de un naufragio. Hablamos de cualquier embarcación que haya quedado varada en los fondos oceánicos, sea del tipo que sea. De este modo, tanto una barca pesquera perdida en algún fiordo noruego como un galeón portugués abandonado en las costas sudafricanas son pecios. Obviamente hay diferencias entre unos y otros, porque no todos tienen el mismo valor.
Muchos de los pecios se ubican en zonas costeras dentro de las aguas territoriales de otros estados diferentes al propietario de la embarcación en cuestión
Y muchos lo hacen. Finlandia, Suecia, Dinamarca, Gran Bretaña, Francia, Australia: todos tienen legislaciones diversas en relación a los pecios que se encuentran en sus aguas territoriales. Muchos de ellos asumen que los barcos hundidos privados y no salvados o reclamados en un periodo de tiempo pasan a ser de su propiedad. En el caso de España, son tres años. Estados Unidos es el paradigma del caos legal en relación a los pecios: cada estado de la unión tiene su legislación.
Que puede ser siempre revocada por una instancia superior. O no. Uno de los casos más celebres es el de los barcos El Juno y La Galga. También en 2001, el Tribunal Supremo de EEUU dio la razón al Estado español en relación a la propiedad de ambos barcos, situados frente a las costas de Virginia. Contenían grandes tesoros y iban a ser recogidos por una empresa de cazatesoros, obteniendo Virginia un 25% de las ganancias. España se opuso, llevó el caso a la corte, argumentó que no eran barcos abandonados sino de su propiedad y, en este caso, ganó.
Uno de las ventajas que han encontrado los cazatesoros a lo largo de las décadas es el estados de vacío legal para con muchos de los barcos hundidos
Uno de las ventajas que han encontrado los cazatesoros a lo largo de las décadas es el estados de vacío legal para con muchos de los barcos hundidos. Si nadie reclama su propiedad (en el caso de los privados, es más sencillo), a nivel legal su uso, explotación y comercialización está permitido. En su momento (1978), España no hizo lo propio con el Atocha, y perdió la posibilidad de protegerlo y retener los tesoros que contenía. Los estados han aprendido: ahora reclaman sus barcos.
Pero lo han hecho con lentitud. España desarrolló un plan de Patrimonio Nacional para los pecios y barcos subacuáticos en 2007, completando y siguiendo las recomendaciones de la UNESCO para la protección de sus valiosos pecios. A día de hoy, las embarcaciones pertenecen al Ministerio de Defensa, pero el Ministerio de Cultura colabora a diversos niveles (aquí, explicado en más profundidad), como declarando sus lechos Bien de Interés Cultural. En nuestras aguas.
Aunque no siempre respetada, la convención de la UNESCO, unida a la legislación particular de los estados para proteger sus barcos, ha establecido que aquellas piezas de alto valor histórico no puedan ser asaltadas por los cazatesoros. A veces no se consigue, pero como en el caso del tesoro de Nuestra Señora de las Mercedes, la legislación internacional y local termina dando la razón al estado en cuestión. En este caso, España recuperó un valiosísimo tesoro acopiado por la empresa Odyssey cerca de la bahía de Cádiz. El litigio duró años.
España está catalogando e identificando a los miles y miles de barcos hundidos a lo largo de sus siglos. El inventario lleva en marcha desde 2013
Ahora que existe una estructura legal que fomenta y obliga a la preservación y protección de los pecios, considerados bienes culturales históricos, España está catalogando e identificando a los miles y miles de barcos hundidos a lo largo de sus siglos. El inventario lleva en marcha desde 2013 y lo han desarrollado expertos de la Armada, pero no es público dado el riesgo que ello supondría. Se conoce la existencia de más de 1.500 barcos, pero se sospecha con certeza que hay muchos más.
Su localización aproximada y existencia se conoce a partir del exhaustivo estudio de diversos archivos de la marina (Madrid, Cartagena, Viso, Cádiz, Ferrol). Se sabe que de aquellos 1.500, más de 600 eran navíos mayores: fragatas, vapores, corbetas y bergantines, además de los grandes navíos. Con toda esa información, se elabora el mapa, de modo que el Estado tenga constancia de su existencia y pueda actuar en aras de preservarlo y protegerlo de saqueos y cazatesoros privados.
Todos ellos son posteriores al siglo XVIII, aunque, ya hemos visto, quedan aún muchos por descubrir. Su valor patrimonial es evidente, pero también existe una variante monetaria que explica el interés de los agentes privados en hacerse con sus bodegas. La Asociación por el Rescate de los Galeones Españoles estima que sólo en el Golfo de Cádiz podrían esconderse piezas y pecios por un valor de 25.000 millones de euros. Es una cifra significativa para menos de dos centenares de barcos.
A nivel internacional, estos son algunos de los pecios considerados de mayor valor. Entre ellos, se encuentran algunos españoles. Son de especial valor, no sólo por el barco en sí sino por su cargamento: muchos de ellos transportaban oro y reliquias de las colonias americanas hacia la metrópoli, pero una parte no lograba realizar el largo y peligroso viaje, ya fuera por batallas, tormentas o accidentes. Por ellos, hay tanta riqueza hundida en el océano como en los continentes.
Imagen | Christopher Michel, Mr Hicks46, Andrew Sutherland, Serena Livingston