Las fronteras que explican hoy los territorios al norte y al sur del istmo de Panamá son el resultado de un larguísimo proceso de colonización. Las naciones americanas, tal y como las conocemos, tuvieron poca relación con los espacios poblados con anterioridad por las tribus nativas que o bien perecieron o bien fueron exterminadas o bien quedaron reducidas a confines geográficos dentro de su propio territorio. América es una gigantesca construcción política, social y militar.
¿Pero qué había antes? La historia de los nativos americanos no siempre ha sido glosada con la merecida justicia. En Estados Unidos y Canadá disfrutan a día de hoy de legislaciones especiales que velan por su patrimonio histórico y por la pervivencia de sus costumbres y culturas, pero al mismo tiempo han quedado reducidos a una minoría demográfica total. Ya fuera por medio de conquista o tratados políticos, amén del exterminio, pasaron a ser una excepción en su tierra.
Su estatus actual bebe, en gran medida, de la deuda histórica que las naciones americanas modernas tienen con las poblaciones originales. Ya sea en América del Norte o del Sur, las tribus y estados nativos se expandían a lo largo y ancho del gigantesco continente, hablando una amplia variedad de lenguas hoy al filo de la extinción y desarrollando sus particulares sistemas políticos. El mapa previo a la llegada de los europeos a América no era un mapa por dibujar, sino uno en el que las fronteras y zonas de influencia llevaban siglos formulándose.
Native Lands, un mapa interactivo diseñado por el canadiense Victor Temprano, busca recrear ese ecosistema demográfico y político original previo a la colonización. Un mapa interactivo que busca recrear las zonas de influencia o los proto-estados constituidos por la infinidad de tribus que poblaron los actuales Estados Unidos, Canadá, México, Bolivia y Australia, entre otros territorios conquistados por los europeos y de los que surgieron nuevos y muy distintos estados.
El resultado es fascinante. Temprano cuenta que ha pasado más de tres años recopilando diversas fuentes para la elaboración del mapa. Además de las escritas y documentales, se ha servido de multitud de relatos orales y del feedback aportado por la comunidad para definir con mayor acierto los límites de las zonas de influencia. A menudo, los territorios de una tribu se solapaban con las de otra y no tenían un carácter formalmente definido, como las fronteras hoy en día. El mapa también se vale de estudios académicos que han arrojado luz sobre algunas poblaciones concretas.
Con todo, su valor es meramente divulgativo y no académico. Para quienes habiten aquellas tierras tiene gran utilidad en tanto que sirve de espejo al pasado (se pueden introducir los códigos postales estadounidenses y canadienses para descubrir sobre las tierras de qué tribu nativa se edificó tu barrio, por ejemplo). Pese a que resulta en ocasiones confuso (las capas se sobreponen las unas sobre las otras), Native Lands es un homenaje a la memoria de la América que nunca fue.
En paralelo, sirve de complemento a otros proyectos gubernamentales que, como este en Canadá, buscan educar a sus poblaciones (de ascendencia europea en su abrumadora mayoría) sobre cómo se cimentaron los estados modernos. Ya fuera mediante compraventas de tierra de forma ilegítima o mediante el derecho de conquista (y el desplazamiento masivo de poblaciones), los mapas también sirven para visualizar procesos históricos dramáticos que cambiaron la faz de todo un continente (y de miles de culturas) para siempre.