Existen más de 2.500 especies de mosquitos y podemos encontrarlos en todas las regiones del planeta (excepto en la Antártida). Además de su ubicuidad, cabe resaltar su letalidad, pues este insecto es la criatura más letal que existe: es responsable de más de 725.000 personas cada año, frente a las 50.000 muertes provocadas por las serpientes o las apenas 10 personas que matan los tiburones.
Y, además, los mosquitos son pesados, molestos, dolorosos y se comportan como vampiros a los que solo les interesa nuestra sangre. Su zumbido agudo en nuestra oreja es posiblemente uno de los ruidos más enervantes del mund*.
Por esa razón, ha habido muchas maneras a lo largo de la historia de controlar la propagación de estos insectos inequívocamente inoportunos. Desde las más sofisticadas, Tony Stark style, como la que propuso en una ocasión el inventor y ex director tecnológico de Microsoft Nathan Myhrvold (un láser que literalmente dispara a los mosquitos y los volatiliza, como si fueran misiles balísticos); hasta el faraónico plan del dictador italiano Mussolini (por medio del drenaje de las lagunas Pontinas).
No obstante, hay medidas mucho más razonables y asequibles para, al menos, pararle un poco a los pies (o las alas) a los mosquitos. O, más concretamente, a los mosquitos hembra, que son los únicos que nos pican.
Evita las probabilidades
El 85% de la probabilidad de ser picados por un mosquito responde básicamente al grupo sanguíneo derivado de las sustancias químicas naturales que exudamos. El mosquito atacará preferentemente a quienes presenten niveles más altos de ácido láctico en la piel. Esta es la forma que tiene el insecto de averiguar si tenemos sangre del grupo 0, en vez de A o B, porque la 0 es la que le resulta más nutritiva.
El otro factor decisivo, además de nuestro tipo de sangre, es el C02 que emitimos, el dióxido de carbono. El mosquito hembra puede olerlo a más de 60 metros de distancia. Este gas lo exhalamos cuando jadeamos tras un esfuerzo, o cuando hablamos demasiado o gritamos. Si estamos haciendo ejercicio, pues, somos un blanco ideal porque no solo emitimos más C02, sino que la temperatura de nuestro cuerpo aumenta, convirtiéndonos en un indicador término más inequívoco para su sistema de detección. Es decir, que si hay muchos mosquitos en un entorno, evitad el deporte al aire libre.
También es muy eficaz que evitemos que haya agua estancada en las inmediaciones, como la que hay en macetas, baldes, cubos de basura, etc. Es en este lugar donde los mosquitos se reproducen. Las piscinas, sin embargo, no representan ese peligro porque se usan productos químicos para mantenerlas limpias (no así si la piscina está abandonada).
Y, finalmente, a la hora de dormir, evita que haya una luz encendida en tu dormitorio: a efectos de los mosquitos, estás lanzando el equivalente a la Batseñal.
Plantas, colores y otros remedios muy asequibles
Hay muchas medidas fáciles y asequibles que todos podemos tomar para amortiguar el anhelo de sangre de los mosquitos. A continuación, algunas de ellas.
Usa colores poco atractivos: Los mosquitos no solo se basan en el calor corporal, el C02 o el olor para detectarnos, también usan su visión. Y los colores vivos le resultan más interesantes. Así, según un estudio de la Universidad de Florida, este es su gama de colores favorita: negro (el más atractivo), rojo (muy atractivo), gris y azul (neutral), verde y amarillo (menos atractivo).
Usar plantas que son un repelente natural: las flores de geranios, además de ser fáciles de cuidar, repelen a los insectos voladores. Otras plantas con un efecto similar son la albahaca, la lavanda y el romero. La hierba de gato o hierba gatera también es una planta que parece repeler a los mosquitos de forma muy eficaz. No podemos olvidarnos tampoco de los resultados de un nuevo estudio en Nature Communications que muestra cómo funciona el piretro o pelitre de Dalmacia (Tanacetum cinerariifolium), con dos componentes que actúan de manera sinérgica para disuadir a los insectos.
También han resultado ser eficaces los limones cortados por la mitad en los que hemos claveteado, como si fuera un acerico, un poco de clavo. Y si duermes con la ventana abierta, lo adecuado sería que esta esté provista de mosquitera. Accesoriamente, si hace mucho calor, también puedes encender un ventilador porque las corrientes de aire desestabilizan el vuelo de los mosquitos.
Pasa al ataque: repelentes industriales
Puede que las anteriores medidas no sean suficientes y quieras emplear una munición de mayor calibre. En primer lugar, pierde el cuidado: atacar a los mosquitos es eficaz en sí mismo. Según un estudio publicado en Current Biology por investigadores de la Universidad de Washington, los mosquitos podría ser más prudentes con quienes les atacan para repeler su picada. Al parecer, son capaces de asociar un olor particular de una víctima con una alta probabilidad de ser aplastados la próxima vez que se aproximen. Es decir, que hazte respetar y te respetarán.
Hay muchos tipos de repelente, y su eficacia depende de su principio activo y de la concentración del mismo. Así, los más eficaces parecen ser la icaridina (hidroxietil isobutil piperidina carboxilato) y el DEET (N, N-Dietil-meta-toluamida). Un estudio de 2015 en el Journal of Insect Science examinó la efectividad de varios aerosoles comerciales para insectos, y los productos que contienen DEET demostraron ser efectivos y relativamente duraderos. Rodríguez y Hansen fueron los autores del estudio de 2015 y replicaron los resultados en un estudio de 2017 en la misma revista.
Cualquier perfume o loción que contenga un 20% de DEET es eficaz para proteger a las personas durante las siguientes 5 horas de su aplicación. El problema es que, a mayor eficacia, también menor toxicidad. Una alternativa menos tóxica, aunque un poco menos eficaz sería el IR 3535 (butilacetilaminopropionato de etilo) y los aceites esenciales, como el geraniol o el aceite de lavandín (Lavandula angustifolia).
Por otro lado, las pulseras que contienen repelentes de hierbas son particularmente ineficaces: su escasa superficie limita su radio de acción a poco más de cuatro centímetros.
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las lociones repelentes se aplican en la piel y se comercializan en forma de espray, barra o gel, no repelen a los mosquitos, sino que más bien los confunden. Además, los insecticidas químicos pierden eficacia en exteriores, donde la acción del aire los elimina en cuestión de segundos.
Remedios en entredicho
Los aparatos ultrasonidos no ahuyentan a los mosquitos. Al menos siete análisis, realizados entre 1977 y 2006, han evaluado la eficacia de diferentes marcas de repelentes por ultrasonido en condiciones de laboratorio, sin que en ningún caso se demostrase que tuviesen efecto. Por ejemplo, este estudio concluye que “los estudios entomológicos de campo confirman que los repelentes electrónicos de mosquitos (REM) no tienen ningún efecto sobre la prevención de las picaduras de mosquitos".
¿Y la vitamina B1? Un estudio de 2005 encontró que ingerir suplementos de vitamina B1 no es efectivo para repeler a los mosquitos. La vitamina B1 (tiamina) es una vitamina hidrosoluble que se elimina con el sudor y la orina. La teoría es que si ingerimos mucha de esta vitamina, esta se encontrará en mayor concentración en nuestro sudor. Pero sencillamente parece no funcionar.
De la misma manera, el ajo (Allium sativum), contiene alina, principio que al eliminarse por el sudor podría repeler a los mosquitos. Pero los estudios al respecto sugieren que no es así.
Finalmente, ha habido algunas medidas desesperadas (y quizá contraproducentes) que tenían como propósito el exterminar a los mosquitos por completo. Hacerlos desaparecer de la Tierra. Por ejemplo, el plan de Oxitec (Oxford Insect Technologies) es crear mosquitos mutantes con un gen defectuoso que se transmitiría a su descendencia y haría que crías murieran antes de poder desarrollarse. Investigadores de la Universidad de Riverside, en California, proponen la edición genética para hacer que los mosquitos sean ciegos e inválidos (sin alas) para que ellos mismos se extingan.
Otra opción que se ha llegado a barajar es que, usando la tecnología CRISPR-Cas, se altere la estructura de las piezas bucales de las hembras hasta hacerlas incapaces de atravesar la piel, impidiendo que las hembras se alimenten de sangre y, por lo tanto, reduciendo muchísimo su fertilidad. Por supuesto, todas estas soluciones han sido ensayadas solo en el laboratorio y la realidad puede ser muy distinta.
Sea como fuere, para equilibrar un poco la balanza, cabe recordar que los mosquitos también hacen buenas acciones, aunque sea inconscientemente. Huevos y larvas forman parte de la alimentación de algunos peces, polinizan ciertas flores y sirven como "transporte" para bacterias y virus. Sin mosquitos, probablemente la cadena trófica se vendría abajo como un mueble aquejado de carcoma. Recordémoslo en la próxima picada nocturna.
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