En plena vorágine, los afectados por COVID-19 crecen por minutos en España. A estas alturas, con el país en estado de alarma, contamos con 335 fallecidos y más de 9.000 infectados. Alemania, por contra, cuenta con más 6.600 y solo 14 fallecidos. ¿Por qué?
Es decir, con apenas 3.000 afectados de diferencia, la tasa de letalidad parece marcar unas cifras mucho más suaves. Todavía es pronto para saber por qué, algo que probablemente dará la cara solo en un futuro, con algo de perspectiva. Sin embargo, a estas alturas solo podemos conjeturar y lanzar algunas hipótesis. Estas son las que más fuerza tienen por ahora.
Las cifras de Alemania, España e Italia, comparadas
Comencemos poniendo las cartas sobre la mesa. Según los corresponsales, Italia registraba ayer casi cuatro centenas de fallecimientos más, alcanzando los más de 1.800. Italia, después de China, es el país con más afectados del mundo, con casi 25.000, seguido por Irán. También es el país que más defunciones cuenta tas el gigante asiático. España, por su parte, se cuenta en el quinto lugar, con más de 9.000 afectados y más de 300 defunciones.
Alemania ha registrado casi 6.000 casos y ondea una positiva cifra de solo 13 muertes. Curiosamente, Corea del Sur, que contaba con más de 8.000 casos, solo ha registrado 75, casi tres veces menos que en España, es sin duda el país que mejor ha gestionado la crisis. No obstante, debido al tamaño del país y las diferencias tecnológicas y culturales, puede que Alemania sirva mejor como referencia para hacer la comparación.
Porque, al fin y al cabo, es lo que pretendemos: hacernos una idea lo más aproximada posible de qué está pasando. Con estas cifras enfrente, es importante señalar que la epidemiología del virus suele hacer que estas converjan en números similares con el tiempo. Pero, mientras llegamos a la estabilización, existen algunas e interesantes diferencias que pueden ayudarnos a conocer más sobre su evolución.
La hipótesis de la población más vieja
Hay una cosa que el virus ha demostrado: la población mayor es la más desfavorecida en cuanto a consecuencias. Esto no es raro. De hecho, es lo más normal. En otras enfermedades parecidas, entre los grupos de riesgo se encuentran, claramente, los más mayores. También se cuentan entre la mayoría de las defunciones. Aunque todavía es pronto para saberlo, algunos proyectos de investigación, como este de Demographic Science COVID-19, publicado por Melinda Mills et al como preprint en el Centro de Ciencia Abierta, muestran cierta relación.
Según su trabajo, la estructura de personas con más edad están implicadas de forma directa con mayores tasas de mortalidad por la enfermedad. Las defunciones se concentran principalmente en las personas más mayores. Esto encaja con la situación de Italia, donde el virus comenzó a extenderse en las zonas con una población más mayor. También encaja con los resultados de Reino Unido, donde una población más vieja se relaciona con una una mortalidad comparativamente mayor.
1/12 How does #Demography impact #COVID19 deaths? In new pre-print, we illustrate how older population age structure can interact with high mortality rates at older ages to produce a large # of fatalities, as in Italy. https://t.co/G2fDFI8vN0 #poptwitter #epitwitter
— Jenn Dowd (@drjenndowd) March 15, 2020
Mientras, en países como Alemania o Corea del Sur, entre el 80% y el 90% de los casos tenían menos de 60 años; en Italia solo el 40% de casos estaba en ese rango de edad jóven. Sin embargo, si revisamos los datos demográficos nos percatamos de un hecho bastante curioso: según los datos estadísticos recogidos en Index Mundi, en Alemania los mayores de 55 años suponen casi un 36% de la población, mientras que en Italia alcanzan el 34%, menos que en Alemania. En España, de hecho, son aún menos, con el 29%. ¿Qué ocurre entonces? La respuesta parece estar en la estructura social.
La hipótesis de "en casa hasta los 30"
Vaya por delante que este es un ejemplo un tanto burdo que pretende servir para ejemplificar cómo la estructura familiar y social puede suponer una diferencia. Diferencia como la existente socialmente entre Alemania, Italia y España, en el seno familiar. Según los datos del INE, recogidos por la prensa en varias ocasiones, los jóvenes españoles no abandonan el hogar hasta los 30 años o más.
En Italia ocurre una situación parecida. Las cifras estiman que al menos el 20% de la población joven convive con sus mayores en este país. Por el contrario, Alemania es conocida por la independencia de su población más joven. Algo parecido pasa con otros países norteños, como Suecia o Dinamarca, donde los jóvenes que conviven con sus padres no alcanzan ni el 5% de la población. En Alemania, según los datos de Eurostat, los jóvenes abandonan el hogar a los 24 años, casi siete años antes que en España o Italia, y su vida aparte del núcleo familiar original es mucho más común. Solo un pequeño porcentaje continúa viviendo con sus padres.
En todos estos lugares coincide también la menor tasa de letalidad del virus. Para más peso, el modelo propuesto en el preprint del que hablábamos, Brasil, Nigeria y Corea del sur encajan en esta hipótesis. ¿Y cuál puede ser la explicación? El contacto, obviamente. El 2019 nCov, el virus que produce la COVID 19, es un virus altamente virulento.
Como a estas alturas sabe casi todo el mundo, no se transmite por el aire, sino por las gotículas de saliva y otros fluidos, mediante el contacto. Además, es altamente infectivo, con una tasa de nuevas infecciones de casi 3 (tres personas por paciente 0). Por si fuera poco, se puede transmitir, se sospecha, mediante portadores asintomáticos (es decir que no muestran la enfermedad). El virus tarda mucho tiempo en incubarse y puede transmitirse en varios de los estadios. Muchos de los mecanismos de transmisión todavía son un tanto misteriosos.
Es lícito pensar que el contacto familiar directo, especialmente entre jóvenes, que son la población que más tendencia tiene a portar el virus sin mostrar síntomas y los más mayores, que se cuentan entre la población de riesgo, es un factor importante en la transmisión de la COVID-19. No obstante, todavía es pronto para llegar al consenso científico.
La hipótesis de la sobresaturación sanitaria
Existe, también, la sospecha de que la sobresaturación sanitaria podría ser un conductor de las situaciones más dramáticas. ¿Están llevando los colapsos en los hospitales a una mayor cantidad de muertes? Como ocurre con todas las enfermedades graves que implican al sistema respiratorio, una atención adecuada, el uso de respiradores y medicación especializada son vitales para asegurar la superviviencia. Si fallan estos recursos, tal y como se ha puesto de manifiesto en varios estudios, como este de la Universidad de Ontario, la mortalidad se dispara.
Esta misma situación es la que dibujaban los reporteros asignados en China. También parece describir la actualidad de Italia, España e Irán. Estos son los posibles mejores ejemplos de la hipótesis: ¿está haciendo estragos la sobresaturación médica? ¿Puede una mala gestión unida a una rápida expansión dejar sin recursos sanitarios de manera crítica a un país? Ante esta idea, que no parece descabellada, existen algunos ejemplos que parecen contrastar.
Por ejemplo, Reino Unido, al igual que España o Italia, se está encontrando falto de recursos (como respiradores) para tratar la insuficiencia respiratoria del COVID-19. En Italia hasta usan impresoras 3D para crear válvulas respiratorias. Sin embargo, las cifras de progresión son más suaves que en los otros tres ejemplos. ¿Tal vez es demasiado pronto para que sea, comparativamente hablando, un referente? Lo cierto es que hace falta más tiempo para poder trabajar con esta idea. Todavía estamos sumidos en la vorágine del problema, con curvas aún en crecimiento y pacientes en tratamiento. Lo que sí que podemos observar es la batería de medidas de diagnóstico y contención, los tests, que se están realizando desde el comienzo de la pandemia. ¿Han funcionado?
La hipótesis del diagnóstico sistemático
Sin entrar en críticas, sí podemos señalar las notables diferencias existentes entre diversos países a la hora de enfrentarse a la enfermedad, especialmente en cuanto al diagnóstico se refiere. Así, mientras Corea del Sur ha convertido los test en una cuestión casi sistemática, en Italia la sobresaturación sanitaria ha dado escenas dramáticas. ¿Son estas diferencias significativas? Sí, y no.
Para muestra, un botón. Volviendo a las cifras de Alemania y Corea del Sur, el país asiático ha sido mucho más prolijo en detecciones y tratamientos. Sin dejar de ser eficiente, Alemania parece haber mostrado una actitud ligeramente más laxa en prevención y tratamiento. Sin embargo, con cantidades similares de infecciones (6.600 frente a 8.200), sus fallecidos son muchos menos.
En esta ocasión juega un detalle importante, y es el hecho de que a más test, más casos positivos. Esta obviedad señala que Alemania, como ocurre con otros países europeos donde no se hace el test de coronavirus de manera sistemática, podría tener más casos de los que se han registrado. Por otro lado, es raro que se pase un caso de defunción en Alemania sin haber sido testeado para COVID-19 por protocolo. Desde que comenzó la pandemia en Corea y en Alemania todos los casos sopechosos, incluidos las muertes, son revisados. Por último, sí que podrían tener más casos en Alemania, incluso, que Corea, debido a los portadores asintomáticos, por ejemplo. Y, aún así, parece que las muertes son menos que en este país. ¿Por qué?
La estructura social parece ser el factor determinante
Par reforzar la idea de que la estructura social es un factor determinante, dos profesores de economía de la Universidad de Bonn, Moritz Kuhn y Christian Bayer, desarrollaban no hace mucho un modelo que puede explicar algunas de estas variaciones basándose en el número de jóvenes que viven aún en la casa de los padres. Este, como el de Mills, encaja bastante bien con los datos y la progresión actual del virus.
Lo más inquietante, no obstante, es la previsión que lanzan los investigadores: países como Serbia, Polonia, Grecia, Portugal... podrían verse en una crisis muy similar a la de Italia. A medida que la hipótesis de la estructura social va cogiendo momento, la preocupación por frenar la curva de crecimiento de la enfermedad se vuelve más y más cruda, aunque en China parecen haberlo conseguido. Otro detalle que señalan los expertos es que, con el tiempo, la mortalidad tiende a igualarse entre poblaciones, independientemente de los pronósticos tempranos. Es lo que se conoce como estabilización de la enfermedad. Con esto advierten a países como Alemania, con bajas tasas de letalidad, para que estén atentos, pues rápidamente se podrían volver las tornas.
Para más complicación, el ejemplo de Alemania y Corea del sur se ven contrastados con el de Japón: este país es famoso por su alta tasa de gente mayor y convivencia de grupos familiares con mucha diferencia de edad. Sin embargo, es uno de los países con menos infectados, algo más de 800, y apenas 27 defunciones. Estadísticamente hablando, la letalidad es mucho más alta que en Alemania o Corea, pero su bajo número de contagios resulta sorprendente. ¿Por qué existe esta excepción? ¿Cómo se ha detenido la expansión del virus en Japón? Estas preguntas van a suponer un importante repaso a las hipótesis.
What is more, it may provide a warning sign for those countries where the elderly and the young live close together, how important it is to contain the virus there early on. These countries are within Europe in particular such as Serbia, Poland Bulgaria, Croatia, or Slovenia. pic.twitter.com/S53Y8bSPci
— Moritz Kuhn (@kuhnmo) March 13, 2020
Los núcleos familiares con una alta interacción entre personas mayores y jóvenes, que suelen tener más oportunidades de contacto, pero menos prevalencia de la enfermedad, se convierten en unidades a observar detenidamente. En estos momentos, países como España tratan de reducir la velocidad de contagio por una cuestión práctica sanitaria: no hay suficientes recursos para poder atender a todo el mundo.
En este aspecto, un núcleo familiar infectado es doblemente preocupante ya que no hablamos de una persona, sino de toda una familia, con las dificultades de tratamiento y aislamiento que eso supone. También multiplica las posibilidades de contagio. Como decíamos, aún es demasiado pronto para lanzar un mensaje tajante. Pero no está de más señalar que está cogiendo un papel importante como factor determinante en el progreso de la enfermedad.
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