Aunque fue lanzado en 2009, compré mi BlackBerry Curve 8520 en 2010, cuando tenía 18 años. Recuerdo que tenía poco presupuesto, pero quería dar el salto desde Nokia y su tosco sistema operativo Symbian, que venía acompañándome desde hace mucho tiempo. La idea de tener un SO algo más robusto, una tienda de aplicaciones y BBM para chatear con amigos me parecía muy interesante.
Con sus ventajas y desventajas, este BlackBerry Curve 8520 me acompañó por casi un año, hasta que finalmente lo cambié por mi primer teléfono Android. Después, el teléfono de RIM siguió dando vueltas en casa por varios años y, en algún momento, acabó guardado en un cajón. Estamos en 2022, aquel pequeñín ha vuelto a mis manos y me pregunto qué puede ofrecerme en la actualidad.
BlackBerry 8520 en 2022
Ahora reconozco que, incluso en el momento en el que lo compré, ya era un teléfono bastante limitado. Cámara, almacenamiento, conectividad, etc., eran superados por otras propuestas, pero por lo que recuerdo eran más caras. Sin embargo, algo que me sorprende de este equipo es su durabilidad. Tiene un trote de más de 12 años y sigue funcionando, con las limitaciones que vamos a descubrir en los siguientes párrafos.
Desde el punto de vista del hardware (principalmente a nivel de componentes internos), el teléfono ha resistido bastante bien el paso del tiempo. La parte frontal, donde está la pantalla y el teclado QWERTY está en muy buenas condiciones, algo que no puedo decir de los laterales, cuyos botones, literalmente, desaparecieron. Es como si la goma se hubiese "vencido" hasta desprenderse del terminal.
En la parte trasera, la tapa ha padecido un poco más el paso del tiempo, al igual que la parte de goma que contiene la palabra "Curve" y el orificio de la cámara. La fila de botones superiores también se deterioró, pero internamente todo parece funcionar bien. Los botones, la cámara, el altavoz, la pantalla, las antenas. Llego a la conclusión de que si no fuese por estas partes que se desgastaron, el equipo estaría en casi perfectas condiciones.
Pero, ¿qué es un teléfono sin software? Hoy, más que nunca, vivimos en un mundo donde los equipos quedan "viejos" relativamente fácil. El hardware puede sobrevivir, pero pero las actualizaciones de software los convierten en dispositivos que van lentísimo o simplemente se quedan en versiones antiguas del sistema, y con ello, las aplicaciones más modernas ya no funcionan. ¿Qué sucede entonces con un equipo que tiene unos 12 años?
Si no fuese por las partes que se desgastaron, el equipo estaría en casi perfectas condiciones.
En algún momento entre estos últimos años cometí el error de restablecer el teléfono de fabrica y guardarlo en una caja con la batería cargada al 50%. La elección de la batería creo que no estuvo tan mal, pero sí lo de borrar todo su contenido. En ese momento no me imaginé que RIM iba a matar a la tienda de aplicaciones Blackberry App World para BlackBerry OS 5 y que, sencillamente, iba a dejar de fabricar teléfonos y suspender todos sus servicios en el mercado móvil.
De esta forma, me encontré en 2022 con un teléfono de antaño, pero completamente vacío. Mi esperanza estaba, quizá, en conectarlo a una red Wi-Fi e intentar hacer funcionar algunas de las apps que solía utilizar en sus tiempos de esplendor, como Twitter, Facebook, WhatsApp y Nimbuzz (un cliente para conectarme a Windows Live Messenger y Yahoo! Messenger). La idea era probar, aunque sencillamente las compañías detrás de estas también podrían haber aniquilado la conexión a sus servidores.
Como mencionaba arriba, tampoco tenía la posibilidad de utilizar la tienda de aplicaciones. En un intento sin sentido, intenté descargar una versión de la tienda a mi equipo, transferirla al teléfono y hacer una instalación manual, pero mi idea no funcionó. Sabía que no iba a funcionar, pero como una persona curiosa quería hacer la prueba y experimentar esa sensación en primera persona.
Por un tema de certificados de seguridad obsoletos, el navegador integrado quedó totalmente en desuso. No podía conectarme a páginas seguras. ¿Y qué páginas no son seguras hoy en día? Mis intentos por actualizar los certificados del móvil también fallaron. Así, a medida que pasaba el tiempo empezaba a ver este equipo como un bonito pisapapeles, o quizá como un nuevo integrante para a mi colección de teléfonos viejunos integrada, por ejemplo, por un Kyocera 2235.
En un momento recordé que Opera Mini había sido un navegador que había utilizado en este mismo equipo a principios de la década pasada. Curiosamente encontré la forma de instalarlo, por lo que parece ser una de las únicas apps que por estos días funciona en un BlackBerry 8520. Ver al navegador iniciarse me motivó, y comprobar que podía navegar por Internet con su pequeña pantalla de 2,46 pulgadas, me robó una sonrisa.
No obstante, el momento de felicidad fue fugaz. Navegar, Opera Mini navegaba, pero la mitad de los contenidos de las páginas a las que intentaba ingresar simplemente no cargaban. En Xataka y otras páginas cuyo eje principal es el texto podía leer artículos, aunque la mayoría de las imágenes no se mostraban. Otros elementos como vídeos o banners quedaban totalmente fuera de juego.
En el canal interno de Xataka en Slack, les comentaba a mis compañeros esta experiencia. Alberto de la Torre y Javier Pastor me impulsaban a escribir sobre ella con algunas ideas interesantes. Javier Lacort, por su parte, me sugería probar el teléfono con algunos de los servicio más populares de la actualidad. Así que lo intenté, aunque descartando la posibilidad de descargar e instalar aplicaciones.
Con las apps WhatsApp, Facebook y Twitter fuera del radar, ingresé en Opera Mini, instagram.com. ¿El resultado? La página simplemente cargó el logotipo de la red social. Hice lo propio con m.facebook.com y, sorprendentemente, funcionó. La red social cargó en su versión más espartana, como en aquellos tiempos. Me sentí en una experiencia vintage de la red social, donde todo parecía más sencillo. La cuestión era dar likes, visitar perfiles y enviar uno que otro mensaje a mis amigos. Después intenté repetir la experiencia con twitter.com, pero no tuve éxito.
En el caso de las páginas de Spotify, Netflix y TikTok también tuve mala suerte. La primera me pedía actualizar a un navegador compatible, la segunda me permitió iniciar sesión, pero no logré reproducir contenido alguno, y la tercera cargaba erráticamente y, por lo tanto, no me dejaba avanzar en absoluto.
Habiendo descubierto las limitaciones de una versión antigua de Opera Mini, pasé a explorar las otras posibilidades que me ofrecía el teléfono. La aplicación de BlackBerry Messenger (BBM) seguía ahí, incluso me llamaba por mi nombre, Javier, y mostraba mi PIN. Desafortunadamente sabemos que este servicio dejó de funcionar en todas las plataformas en 2009, así que no era más que un simpático adorno. También encontré la app de correo electrónico, pero fue imposible utilizarla.
Lejos de ser el fin, el BlackBerry 8520 todavía tenía algo para ofrecerme. Podía enviar SMS's y escribir notas en "Bloc de notas". En el caso de esta última, pensé en exprimirla por unos minutos para recordar cómo era la experiencia de escribir con un teclado físico (que algunos desean volver a ver en teléfonos actuales). Al cabo de un par de intentos llegué a la conclusión de que, en este apartado, personalmente sería imposible volver atrás. Estoy demasiado acostumbrado a los teclados en pantalla.
El móvil también podía para llamar y recibir llamadas, aunque esta posibilidad irá desapareciendo a medida que las redes 2G vayan apagándose en diferentes partes del mundo. El resto de las aplicaciones disponibles me ofrecían una experiencia completamente local. La cámara de fotos de todavía funcionaba para capturar imágenes, el reloj, calendario y reproductor multimedia también cumplían con su función, este último con archivos transferidos a la tarjeta de memoria.
Una reflexión final
Más allá de esta experiencia anecdótica, no puedo evitar volver a pensar en qué pasaría si la aplicación de correo electrónico, WhatsApp, Facebook, Twitter, BBM y otras de aquella época siguieran funcionando como lo hacían en en sus mejores tiempos. No quiero decir con funcionalidades actuales, sino aquellas funcionalidades que ofrecían hace más de una década.
Sé que estamos en un mundo en constante evolución, y que tenemos que avanzar, pero a veces pienso que para quienes solo necesitan enviar mensajes de WhatsApp, leer tweets o consultar información básica en la web, no necesitan tener un teléfono tan moderno. Sin embargo, por más que el equipo se encuentre en buenas condiciones, su software tiene una fecha de caducidad definida.
Cuando compramos algo, lo hacemos firmando implícitamente un contrato de tiempo de uso. Sabemos que tarde o temprano ese dispositivo pasará a formar parte del club de los dispositivos obsoletos. Y no importa si el hardware por el que has pagado todavía funciona a la perfección, el corazón, que es el sistema operativo y su ecosistema, se marchitarán con el paso del tiempo, porque el tiempo no perdona.
En Xataka | Así era el HTC Dream, el primer teléfono de la historia con Android (y sí, tenía teclado QWERTY)
Ver 15 comentarios