Carrie Hall, profesora asociada del Instituto de Tecnología de Illinois asegura que una simple actualización de software puede hacer que cualquier coche diésel funcione con combustibles alternativos. Pero, ¿es viable este sistema a gran escala?
El software. Una actualización de software para que cualquier coche diésel funcione con otro tipo de combustibles. Suena bien, sencillo y barato de implementar. De hecho, Hall asegura que puede incorporarse a los motores actuales para funcionar con "combustibles alternativos", por lo que no necesitaría de otro tipo de cambios en el motor.
La invención analiza los parámetros bajo los cuales necesita trabajar cualquier motor diésel con otro tipo de combustibles para sacarle el máximo rendimiento y expulsar las menores emisiones contaminantes posibles. Se estudia la relación de compresión o la velocidad del movimiento del pistón, por ejemplo.
Barato. Según la profesora, el bajo precio de la actualización reside en la forma en la que ellos mismos trabajan. Se trata de conseguir que el motor comprima el combustible lo justo, pues pasarse por arriba o por abajo puede provocar reacciones inesperadas y, por supuesto, un mal funcionamiento del mismo.
En el proceso, tenían dos opciones: instalar sensores en el interior del cilindro para comprender el funcionamiento del combustible en cada momento o utilizar estos sensores fuera y, a través del resultado en el exterior, conocer qué sucede en el interior. Esto les permite que el software adapte en tiempo real el comportamiento del motor para que éste se adapte al combustible alternativo. La actualización permitiría hacer de un coche diésel un vehículo movido por biocombustibles.
Sin noticias. Llevamos años oyendo hablar de los biocombustibles. Sin embargo, su aplicación práctica genera una inversión económica tan grande que no parece haber una voluntad clara para su desarrollo. Uno de los proyectos más famosos lo está desarrollando Audi, utilizando agua, CO2 y gasóleo para reducir las emisiones contaminantes. Dicen poder generar 400.000 litros de este combustible al año, pero para ello se necesitaría una grandísima inversión en infraestructura.
Otros proyectos conocidos son el de Ford y el éter dimetílico pero que también necesita de la captura de CO2 en el aire para su desarrollo. Además, el éter dimetílico tiene menor poder calorífico y, por tanto, necesita disparar su consumo para conseguir la misma energía. Repsol también anunció la creación de una planta para producir este tipo de combustibles alternativos. Sin embargo, se necesita una inversión de 60 millones de euros para empezar a producir 50 barriles diarios de estos combustibles.
Transporte pesado. Para sacar todo su potencial, Carrie Hall hace referencia al transporte pesado, más que a los vehículos de pasajeros. En Estados Unidos, estos vehículos apenas representan el 1% de la flota total que marchan por sus carreteras opero son responsables de más del 25% de las emisiones contaminantes totales del transporte.
Hay que tener esto en cuenta porque estudios como el del International Council of Clean Transportation (ICCT) siguen apostando a que el coche eléctrico es imprescindible para rebajar las emisiones contaminantes totales. Pese a todo, la Comisión Europea se ha guardado la carta de los combustibles alternativos para la aviación, mediante la iniciativa de aviación ReFuelEU.
Foto | Garett Mizunaka
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