Un joven se graba mientras mete una pizza en la lavadora; otra se pone un cubo de basura en la cabeza y corre por un supermercado; otro tira su móvil al retrete al intentar hacer un reto viral. Lo que tienen en común estos vídeos es que han sido publicados en TikTok y que sus autores son menores de edad. La red social china de moda, que ya acumula más de 500 millones de descargas, se ha convertido en un territorio juvenil donde los usuarios no siempre son conscientes de la importancia de proteger su información personal, y fácilmente muestran en sus vídeos más de lo que quisieran. Una vez que comparten un vídeo, cualquier persona puede verlo o incluso descargarlo y difundirlo a través de otras aplicaciones. Pero, ¿qué papel juega la privacidad en TikTok?
Para conocer la problemática hay que saber de qué tipo de aplicación hablamos. Y es que TikTok ha sido diseñada como una red social donde los usuarios pueden compartir vídeos de corta duración, a menudo de solo unos segundos, compartir sus perfiles, indicar que contenido les gusta y enviar comentarios a otras personas. Los usuarios, la mayoría jóvenes, utilizan las herramientas que ofrece la aplicación para publicar sus vídeos acompañados de música, haciendo bromas, realizando coreografías, imitando a algún famoso, haciendo deporte o opinando sobre algo. Tal y como funcionan las otras redes, se pueden utilizar hashtags -palabras clave- para viralizar los vídeos publicados, pudiendo alcanzar los millones de visualizaciones.
Teniendo en cuenta que los principales usuarios de la red social son adolescentes, llegamos al verdadero punto débil de TikTok: su privacidad. ¿Y hasta qué punto somos dueños de ella? Cuando un usuario crea su perfil puede elegir que sea completamente público o completamente privado, sin grado medio. Aunque, al subir un vídeo, sí podemos elegir si puede verlo todo el mundo, si solo pueden verlo nuestros amigos o si queremos que sea privado.
Una de las características de la aplicación es que permite descargar los vídeos subidos por otros usuarios, lo que puede traer consecuencias nefastas para los usuarios que deciden darse de baja en la red social o eliminan cierto contenido y ven cómo esos vídeos vuelven a difundirse en la red a través de terceros. Lo cierto es que hoy en día, descargarse el contenido de las redes sociales no es algo imposible. En redes sociales como Instagram es posible descargarse las fotos e incluso los vídeos a través de aplicaciones externas o páginas webs. En TikTok, la misma red social dispone de un botón para descargar. Y esto lo complica todo.
Según la política de privacidad de TikTok, los usuarios “tienen derecho a solicitar la rectificación o eliminación de sus datos personales o la limitación del procesamiento de sus datos”. Hasta ahí todo bien. Pero el verdadero problema tiene aristas diferentes. Y un claro ejemplo es el de un menor de edad que sube un vídeo haciendo algún tipo de chiste o tontería, se arrepiente, lo borra, pero ve que sigue publicándose todos los días a través de otros usuarios.
En este sentido, Jorge Campanillas, abogado especialista en Derecho de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones, cree en la necesidad de que “hay que ser conscientes de qué tipo de material se sube y no publicar videos que puedan perjudicar a posteriori”. Un problema que se acentúa si el usuario en cuestión no tiene los conocimientos necesarios sobre la gestión de sus datos y privacidad. “La mayoría son videos de adolescentes que no entienden el grado de repercusión que puede tener lo que suben a la red social, por eso es importante concienciar a los padres, tutores o representantes legales de los jóvenes, sobre la importancia de los datos de sus hijos y qué aplicaciones utilizan”, comenta.
La viralización del contenido y sus consecuencias
¿Pero qué sucede cuándo quieres eliminar contenido que ya has subido a la red? En estos casos el usuario debería escribir a la persona que ha difundido el contenido sin permiso para que lo retirara y, si esto no sucede, puede acudir a la Agencia de Protección de Datos correspondiente para que intervenga, pudiendo derivar el caso en los tribunales. “Para cuando se soluciona, el daño ya se ha producido”, incide Campanillas. Además, TikTok forma parte de la compañía tecnológica ByteDance, situada en China, lo que complica y alarga enormemente los procesos para identificar y eliminar contenido solicitado por los usuarios.
Y es que muchas de las publicaciones que existen en la red social pueden favorecer a actitudes sexistas o incitan a actividades peligrosas para la salud. Por ejemplo, vídeos en los que aparecen jóvenes saltando entre edificios, retos virales donde adolescentes ingieren productos tóxicos o coreografías musicales con un grado de connotación sexual. “Hay que hacerse a la idea de que en el momento en el que subes a la red información, datos, fotos o videos, pierdes el control de ellos”, afirma Borja Adsuara, abogado experto en derecho digital.
Un ejemplo es el famoso vídeo de @priyankapuneetbah en el que una persona estruja la cabeza de un bebé como si fuera una esponja. Ni siquiera ahora se puede encontrar al usuario que subió inicialmente el contenido, pero el vídeo sigue resubiéndose todos los días por diferentes usuarios. Otro ejemplo lo encontramos en el vídeo de @slavskii_25, en el que un joven salta de manera peligrosa de un edificio a otro a una gran altura. Se trata de un vídeo que ya se ha resubido hasta la saciedad en la red social por cientos de usuarios que no son los autores originales. El vídeo de @magges67, en el que un hijo asusta a su madre repetidas veces, también es otro ejemplo que encontramos fácilmente si abrimos la aplicación y navegamos por ella unos minutos.
Son vídeos que se han viralizado, y cuya vida es difícil de extinguir por la cantidad de usuarios que vuelven a subir estos contenidos a la aplicación a diario, sin el consentimiento de sus autores. En el caso de TikTok, es bastante común que los vídeos se guarden para luego redifundirse. Cada vez que esto suceda, el usuario puede pedirle a un administrador que, a través de procedimientos internos, se elimine el vídeo. Desde TikTok señalan que en estos casos el usuario puede utilizar una herramienta para reportar el vídeo ya sea por copyright, porque sea un contenido inadecuado o por otras situaciones, pero no aclaran cuánto tiempo puede pasar hasta que ese vídeo es eliminado o qué hacer si vuelve a subirse. Adsuara advierte de que “dado que los usuarios pueden descargar los vídeos o hacerles una captura, es muy difícil evitar la viralización”.
Todo esto nos lleva a pensar que el problema de fondo, al final, se encuentra en la responsabilidad de los usuarios a la hora de gestionar sus datos. Algo que, en ocasiones, es ineficiente cuando se trata de menores de edad. Según el Reglamento General de Protección de Datos, solo los mayores de 14 años pueden dar sus datos y registrarse en la aplicación por sí mismos. Los menores de esta edad tienen que poseer una autorización paterna o del tutor responsable.
Por eso, Adsuara afirma que “es necesario que las aplicaciones dispongan de mecanismos de identificación y verificación, tanto de la edad como de la veracidad de la autorización paterna, para evitar la falsificación”. Pero señala que “al final, es en la propia educación en la que hay que tener en cuenta que muchas cosas que son una tontería en un momento dado, pueden volver en unos años para avergonzarnos”.
“La sociedad no está sensibilizada en cuanto a la privacidad de sus datos. Para poder utilizar todas estas aplicaciones, han de saber que lo están pagando con sus datos. La gente cree que sus datos no valen mucho, porque no son famosos u ostentan cargos públicos y no se valora su importancia. Cuando suceden casos graves como venganzas o bullying es cuando se sensibilizan”, concluye Adsuara.
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