El nuevo 'The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom' te podrá gustar más o menos (aunque lo lógico es que te guste, y mucho), pero tiene un valor que no se le puede discutir: una ausencia clamorosa de bugs, insólita en los tiempos que corren, en los que los videojuegos, ya de salida, aparecen con un parche de tamaño monstruoso. O tenemos que vivir situaciones tan lamentables como las del reciente 'Gollum', un juego que sale a la venta directamente a medio terminar.
La admiración se multiplica si tenemos en cuenta las mecánicas que despliega el juego de Nintendo: las Habilidades de Link, que nos permiten agarrar objetos, rotarlos con total libertad, unirlos entre sí y hacerlos interactuar de formas lógicas y no prescritas, serían en otros juegos un auténtico campo de minas para bugs y errores (físicas que no funcionan, objetos que pierden la sensación "tangible" e interactúan con errores con el escenario o entre sí, etc). Pero nada de eso sucede: hay que hacer un esfuerzo extraordinario para "romper" 'Tears of the Kingdom'.
El hecho de que sigamos viendo construcciones e ingenios fabricados por los jugadores que sorprenden a los creadores por su imprevisibilidad es el mejor testimonio de que estamos ante un título de posibilidades extraordinarias, literalmente sin límites... y que aún así, tiene mecánicas que funcionan como un reloj y que no se ven frustradas por inconvenientes bugs.
El pulido final de 'Tears of the Kingdom', pues, se sale de lo normal. Es lógico que se haya acabado preguntado al equipo de desarrollo dirigido por Eiji Aonuma cómo es posible que este Hyrule renovado funcione de forma tan coherente y sin errores. La sorpresa es que no hay sorpresas: el secreto está en la paciencia y el cuidado casi artesanal que Nintendo ha puesto en la realización del juego.
Una década de ensayo y error
Se sabe que muchas de las ideas que vertebran 'Tears of the Kingdom' aparecieron durante el desarrollo de 'Breath of the Wild', pero Nintendo no quiso pecar de exceso de ambición y las dejó en barbecho, asegurándose de que el primer juego de Link en Switch funcionara como es debido. Pero las Habilidades, la Ultramano, el Retroceso y demás estaban ahí, comenzando a macerarse. Por eso, se implementaron más tarde con todo el cuidado.
En una reciente entrevista con Aonuma en The Washington Post, el productor reveló otro secreto acerca de la efectividad técnica de 'Tears of the Kingdom': sencillamente, el juego había estado un año entero en fase de testeo. De hecho, cuando en marzo de 2022 se anunció que el juego se retrasaría un año, el título ya estaba completamente acabado. Quedaba probarlo hasta el infinito, pulir miles de errores: una decisión y un compromiso con la calidad que honra a Nintendo (y que, reconozcámoslo, pocos estudios tienen la cintura económica de la productora japonesa como para permitírselo).
No es el primer juego de la saga 'Zelda' que se retrasa un año sobre la fecha prevista. De hecho, casi ha terminado convirtiéndose en una tradición desde los tiempos de 'Ocarina of Time'. Tras él, 'The Wind Waker' y 'Twilight Princess' se retrasaron también doce meses. Como afirmaba Aonuma en Kotaku, "es difícil calcular cuánto tiempo nos va a llevar, así como el momento en que estaremos contentos con el resultado".
Este posicionamiento no solo habla en favor de Nintendo, sino también en detrimento del resto de las compañías. Desastres como el del lanzamiento de 'Cyberpunk 2077' (que sí, se arregló... muchos meses después) se podrían haber evitado si jugadores e industria no demostraran tanta intransigencia y las fechas no parecieran estar escritas en sangre. Por suerte, 'Zelda' ha nacido en el hogar adecuado. Eso también es digno de celebrar.
Cabecera: Nintendo
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