2025 va a ser un año sencillamente increíble en lo que respecta a capacidades de batería. Los 6.000mAh ya son el nuevo estándar en la nueva gama alta, con modelos como el Realme GT7 Pro con 6.500mAh o el Nubia RedMagic 10 Pro+ con una bestial capacidad de 7.000mAh.
En uso "normal" esto es una bendición para los usuarios. Teniendo en cuenta que los paneles son cada vez más eficientes, si no abusamos de fotografía y juegos notaremos -y mucho- que esta nueva generación dura más. Pero hay una pequeña letra pequeña que viene de la mano.
El aumento en capacidad no es casualidad. Llevábamos años pensando que, por alguna razón, los móviles no podían pasar de 5.000mAh. Había excepciones con 5.500mAh y 6.000mAh, pero ni mucho menos eran el nuevo estándar de este fin de 2024. Este hito coincide con dos grandes lanzamientos: los MediaTek Dimensity 9400 y Qualcomm Snapdragon 8 Gen 4.
Estos procesadores ya no tienen núcleos de bajo consumo. Son pura potencia, simplemente tienen núcleos extremadamente potentes y núcleos potentes. Según la tarea, el teléfono escogerá el clúster, pero no hay cores dedicados a la optimización energética.
Justo cuando estos dos procesadores han salido al mercado, las baterías de 6.000 y más mAh se han desbloqueado. Curioso, cuanto menos.
El uso diario. ¿Se nota cuando un móvil tiene 6.000mAh? Si el fabricante lo optimiza y el uso es el habitual, la respuesta es un sí. Teléfonos como el Realme GT7 Pro o el OPPO Find X8 Pro duran algo más que rivales directos como el iPhone 16 Pro Max o el S24 Ultra en uso habitual.
El problema viene cuando abusamos de benchmarks o fotografías: estos procesadores gastan bastante energía cuando están trabajando al máximo. Lo mismo sucede si el teléfono no está bien optimizado. En Xataka tenemos alguna que otra unidad de teléfonos que no podemos desvelar, con batería de más de 6.000mAh y cuya batería... vuela.
Una excusa perfecta. Hace unas semanas planteábamos en Xataka un debate interesante. Está llegando un punto en el que el procesador está sobrepasando a los móviles. No, no voy a jugar a Red Dead Redemption en mi móvil, no necesito un procesador que corra juegos triple A.
La potencia es necesaria para aspectos clave como la cámara, funciones de IA, y rendimiento general, pero empieza a llegar a límites cuestionables para un teléfono. Contar con baterías gigantescas es un plan perfecto: los fabricantes de chips podrán seguir aumentando más y más la potencia manteniendo autonomías similares.
La clave es que, quizás, el equilibrio esté en no obsesionarnos tanto con la potencia, y dejar que esas baterías de 6.000 o 7.000mAh trabajen con algo más de tranquilidad.
La gama media, una gran esperanza. Estoy convencido de que la gama media será la verdadera beneficiada con la nueva generación de baterías. Aquí no hay procesadores que puedan drenarla, ni componentes fotográficos con el potencial de acabar con ella.
Imagen | RedMagic
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