Primero fue la factura de la luz, luego el coste de los carburantes y poco después el de los alimentos. Ahora se nota en casi todo: cada vez pagamos más por los productos y servicios que consumimos en nuestro día a día, una escalada de precios que, según estimaciones del Banco de España, podría llegar a una inflación promedio del 7,6% a lo largo de este 2022 con respecto al año pasado, mientras que se espera que los sueldos crezcan por debajo del 4%.
El último precedente, en 1984. Para encontrar una diferencia tan acusada entre la subida de los costes de productos y servicios y de los sueldos hay que remontarse a hace casi 40 años. En 1984, el Índice de Precios de Consumo (IPC) se alzó un 11,3%, mientras que los salarios escalaron un 7,8%, lo que arroja una diferencia de 3,5 puntos.
Este 2022, las previsiones apuntan a que el incremento del IPC llegará al 9,8%, mientras que las retribuciones de los trabajadores, como hemos comentado, subirán por debajo del 4%, lo que significa una diferencia de, al menos, 4,8 puntos.
Llueve sobre mojado. La situación es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que en 2021 los españoles ya perdieron poder adquisitivo, puesto que la diferencia entre precios y sueldos se situó el pasado año en 1,5 puntos, la mayor en lo que llevamos de siglo. Lo que supuso que nuestro salario valiese, de media, unos 400 euros anuales menos el curso anterior.
Los sindicatos piden subidas del 5%. La escalada de los precios, por tanto, venía de lejos, aunque el conflicto entre Rusia y Ucrania la ha acelerado y ha provocado un incremento acusado del coste de la energía que en apenas unas semanas se trasladó a la inflación generalizada de casi todos los bienes de consumo. Por eso, los sindicatos ya pidieron a principios de marzo que el salario de los empleados de España subiese este año un 5% como mínimo con carácter general.
Una petición que las organizaciones patronales Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) rechazaron argumentando que las compañías aún arrastran dificultades para recuperarse de los efectos de la crisis del coronavirus y que no pueden asumir tal aumento.
El FMI, en contra. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también se opone a una subida acusada de los salarios, ya que estima que esa medida solo provocaría una espiral inflacionista que agravaría el problema e impediría controlarlo a medio plazo.
El organismo internacional estima que si las empresas se ven obligadas a pagar más a sus trabajadores pero ingresan lo mismo (porque atribuyen la subida de los productos y servicios de éstas al aumento de los precios de sus proveedores), tendrán que incrementar, a su vez, el coste de lo que venden, por lo que se entraría en un círculo vicioso que empeoraría y prolongaría la situación.
No se libra ni el sector tecnológico. La escala de precios es tal que incluso trabajadores de sectores que gozan de buen músculo económico, como el tecnológico, están acusando el golpe, y no sólo en nuestro país. De hecho, los empleados de dos gigantes como Google y Amazon se han quejado en los últimos meses de su pérdida de poder adquisitivo, y los de Jeff Bezos tuvieron que acometer una subida general de salarios para evitar que sus empleados se marchasen a la competencia.
Nos conformamos… De momento. A pesar de todo esto, un estudio de la firma internacional de investigación de mercados YouGov reveló hace apenas un mes que los trabajadores españoles son los que están menos dispuestos a pedir un aumento de un total de 18 países desarrollados investigados.
Así, sólo un 20% de los profesionales de España piensan en pedir un aumento. Entre los motivos que argumentaron estos trabajadores, el 74% señaló que no se planteaba negociar el salario porque estimaba que no había posibilidades de que el empleador accediese.
Peticiones modestas. Y entre los que sí se planteaban pedir un aumento, un 37% dijo que quería pedir subidas de entre un 2,1 y un 5%, mientras que el 23,5% iba a plantear a su empresa un incremento de entre en 5,1 y el 10%, y sólo un 12% aseguró que iba a pedir más de un 10%.
Imagen | EFE
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