Hace no mucho la UE sacó la calculadora y echó cuentas sobre cuánto deberá aumentar la producción de baterías a lo largo de los próximos años si, entre otras cosas, queremos lograr los objetivos de neutralidad climática de 2050. El resultado es bastante elocuente: de una producción de 44 gigavatios hora en 2020 necesitamos pasar a 400 en 2025. No es el único indicador que apunta el peso cada vez mayor de estos dispositivos. Hace solo unas semanas la firma de análisis IDTechEX estimaba que el mercado de las baterías de iones de litio alcanzará un valor de aproximadamente 430.000 millones de dólares impulsado en gran medida por la venta de coches eléctricos.
El gran reto es cómo lograr que esas baterías eléctricas sean a su vez lo más sostenibles posible. Y hay quien cree tener la clave: fabricarlas aprovechando los recursos que nos dan los árboles.
¿He oído baterías a base de madera? Así es como las presentan las empresas que a lo largo de los últimos años se han lanzado a apostar por su desarrollo, como las nórdicas Northvolt, Stora Enso o Ligna Energy. Y aunque no se trata exactamente de baterías fabricadas con troncos, el concepto capta bien su clave: son dispositivos que se fabrican con recursos que ofrece la madera.
En su web, Stora Enso, que se asociaba a mediados de 2022 con Northvolt, detalla por ejemplo que la clave de su sistema es el Lignode, carbono a base de lignina, un polímero orgánico crucial en los tejidos de la mayoría de plantas —representa entre alrededor del 20 y 30% de la composición de la madera— y se obtiene como subproducto de la producción de fibra de celulosa. En los árboles la lignina actúa como aglutinante e influye en la rigidez o la resistencia a la putrefacción.
El objetivo: dispositivos más sostenibles. La propuesta de Stora Enso pasa por usar lignina en vez del grafito sintético, no renovable y de origen fósil que ahora usamos en las baterías. La empresa reivindica que el carbono a base de lignina se puede aprovechar para baterías como las que usamos en la industria de la automoción, la electrónica de consumo o en los sistemas de almacenamiento de energía a gran escala. “Nuestro objetivo es ofrecer el material de ánodo más sostenible y de menor impacto”, señala la compañía, con sede en Helsinki y que destaca la trazabilidad de su producto.
“Queremos reemplazar el grafito”. Ese es el objetivo que se ha marcado la compañía y el que compartió Lauri Lehtonen durante el MOVE 2022, cita en la que presentó su propuesta: “Uno de los grandes desafíos que tenemos en la industria de las baterías actual es que las de iones de litio usan grafito y el grafito es un carbono fósil que se extrae mediante técnicas de minería o se produce sintéticamente, con las consecuentes repercusiones sociales y medioambientales […]. Queremos reemplazarlo con algo renovable, que vuelva a crecer: baterías hechas de árboles”.
¿Ofrecen algún beneficio extra? Sus impulsores aseguran que sí. Y como principal ventaja, más allá del valor ecológico, señalan su potencial para suplicar una posible escasez futura de materiales. Stora Enso recuerda que el grafito es uno de los elementos clave para las baterías de iones de litio y su demanda se verá tensionada a medida que la industria y movilidad se alejen de los combustibles fósiles. No solo eso. Ya en clave geoestratégica y comercial, la compañía finlandesa recuerda que un porcentaje considerable de los materiales para los ánodos se producen ahora en China.
"Las baterías de iones de litio son rentables, pero dependen del litio, grafito y otros materiales cuyo abastecimiento tiene impactos ambientales y sociales. Se está desarrollando una solución potencial en la que se utiliza madera para reemplazar estos materiales con una alternativa renovable de base biológica", señala el youtuber Matt Ferrell, quien ha elaborado un reportaje sobre el tema.
Más allá de sea fortaleza. Stora Enso asegura que la calidad del carbono duro de lignina es comparable a otros materiales de ánodo de carbono no grafíticos y su producto, Lignode, ofrece ciertas ventajas, incluida una tasa de carga más rápida. El gran punto fuerte en el que incide una y otra vez la empresa es sin embargo su carácter sostenible, lo que contribuye a alcanzar los objetivos medioambientales y —desliza— a ofrecer a los fabricantes una ventana a nivel de marketing.
¿Y más allá de la teoría? Hay empresas que están moviendo ficha para apostar por estos dispositivos, más allá de la teoría o los prototipos. Stora Enso tiene ya una planta piloto en Sunila, Finlandia, donde produce lignina desde 2015 y con una capacidad de 50.000 toneladas anuales. A mediados de 2022 evaluaba su primera producción industrial de Lignode en Sunila. Hace meses lograba además un acuerdo con Northvolt, proveedor europeo de celdas y sistemas de baterías.
Otra compañía que destaca en la apuesta por las baterías sostenibles es la firma sueca Ligna Energy, que ha desarrollado baterías a base de madera fabricadas en rollo. Su componente clave es también la lignina, material que emplea en la búsqueda de una solución rentable, ecológica y segura para el almacenamiento de energía. En septiembre sus responsables presentaban también S-Power, un dispositivo diseñado para aparatos conectados, como sensores o dispositivos de baja potencia. “Hará posibles dispositivos de IoT ecológicos, una necesidad para la digitalización”, resalta.
Imágenes: Stora Enso y Azzedine Rouichi (Unsplash)
Ver 9 comentarios