Los modelos que usamos para entender el interior del Sol llevan años pidiendo una actualización. Ahora un equipo internacional liderado por científicos de la Universidad de Ginebra ha lanzado una propuesta para renovar estos modelos. La clave: el nuevo modelo considera la rotación interna del Sol. La propuesta ha sido publicada en la revista Nature Astronomy.
Resolver un problema de dos décadas. El artículo trata de resolver una incógnita que surgió a principios de este siglo, cuando los datos que nos llegaban del Sol comenzaron a contradecir las predicciones del modelo solar estándar. La disonancia tenía que ver con los elementos químicos que podían detectarse en su superficie. Las concentraciones de helio y el Litio son más abundantes de lo que predicen los modelos.
Al principio se consideró que los datos podían ser erróneos, pero 20 años de observaciones confirmaron la disonancia entre teoría y práctica. Tocaba revisar la teoría.
Introducir la rotación. Uno de los coautores del estudio, explica en la nota de prensa publicada por la Universidad de Ginebra que el modelo estándar presenta una visión “muy simplificada” de nuestra estrella. “[Por] un lado, con respecto al transporte de elementos químicos en las capas profundas; por otro, por la rotación y los campos magnéticos internos, que hasta ahora eran ignorados”.
El Sol es una gran bola de plasma/gas. Sabemos que su superficie está en movimiento, lo cual hemos sido capaces de observar desde hace décadas. Sabemos también, por ejemplo, que su superficie gira a distintas velocidades (más rápido hacia el ecuador). Sin embargo, la cuestión clave, para el equipo internacional liderado por Patrick Eggenberger está en la rotación interna.
¿Y qué tiene que ver la rotación con litio y helio? El problema está en el helio y la solución en la rotación de la estrella. Entre estos dos puntos se encuentran los campos magnéticos internos que esta rotación genera. Éstas crearían corrientes internas que expulsarían estos elementos hacia las partes exteriores del Sol.
El nuevo modelo es capaz de predecir así la abundancia de estos dos elementos en la superficie. Según explica el propio Eggenberger, los campos magnéticos crean una “mezcla turbulenta” que impide al helio descender rápidamente hacia el centro de la estrella, empujando también el litio hacia zonas de mayor temperatura.
El estudio también llama la atención sobre los cambios en las velocidades de rotación que pueden darse con el tiempo. Ya sabemos que el Sol tiene sus propios ciclos internos, por lo que no resulta sorprendente.
¿Por qué es importante? Eggenberger continúa explicando que rotación y campos electromagnéticos deben ser tenidos en cuenta no solo al analizar nuestro Sol, son también al considerar la física estelar de manera más general. No en vano, muchos de los elementos a nuestro alrededor, claves para la vida se “cocinan” dentro de las estrellas. “El sol es la estrella que mejor podemos caracterizar, por lo que constituye un test fundamental en nuestra comprensión de la física estelar” concluye.
¿Cómo lo hace? ¿Qué es la heliosismología? El origen del entuerto se halla en la heliosismología, el estudio de la estructura y movimientos internos del Sol. De manera análoga a la sismología en la Tierra, su homóloga solar analiza los movimientos de la superficie para deducir qué es lo que puede encontrarse debajo. La discrepancia surge cuando las observaciones del movimiento externo no concuerdan con lo predicho por los modelos que muestran la estructura interna.
Sin lograr explicar todos los fenómenos solares. El modelo no logra hacer un “pleno” en sus predicciones y hay asuntos que aún quedan por determinar. Por ejemplo, el equipo explica como el nuevo modelo discrepa de las observaciones heliosismolígicas que nos indican los límites de la zona en la que comienzan las corrientes convectivas. Habrá que esperar hasta que nuevos datos o nuevos modelos logren salvar lo que queda de distancia entre lo que nos dice la teoría y lo que nos cuentan nuestros ojos.
Imagen | NASA
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