¿Vuelve la crisis? No es sólo la subida del paro: los otros datos que apuntan al peor escenario

Vuelve La Crisis Paro
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La próxima recesión económica global asoma a la vuelta de la esquina. Ya no se trata de las predicciones y los análisis de las voces más expertas, sino de tendencias y estadísticas apuntaladas en el tiempo. La última: la afiliación a la Seguridad Social en España ha perdido 212.984 trabajadores a la vuelta del verano, una temporada tradicionalmente negativa, en el peor dato registrado desde agosto de 2008. Un mes previo a la quiebra de Lehmann Brothers y al estallido de la crisis financiera más grande de todos los tiempos. Son números preocupantes, que apuntan hacia un escenario de enorme incertidumbre económica.

Cifras. Una palabra se vuelve a cernir sobre el horizonte de sucesos de España: paro. El número de desempleados aumentó en más de 54.000 al término del verano, cifras inéditas desde mediados de 2010. Si el mercado laboral funciona como termómetro perfecto de la economía española, las noticias no son muy alentadoras: pese a que agosto siempre registra bajas en el registro de la Seguridad Social, los datos son aún peores que los del año pasado, muy lejos ya de los 97.000 afiliados menos registrado en 2014 (en plena recuperación económica).

Dicho de otro modo: España ha dejado de crear empleo al ritmo que solía durante el último lustro. La economía se está contrayendo.

¿Cuánto? Tan sólo hay que echar un vistazo a las cifras del PIB: España creció al 2,3% interanual durante el segundo trimestre de 2019, un ritmo tres décimas por debajo de su crecimiento en 2018 (2,6% interanual). Si echamos la vista aún más atrás la tendencia es clara: la economía se expandió un 3,6% en 2015; un 3,2% en 2016; y un 3% en 2017. 2019 representa la desaceleración más acentuada desde 2011. Las estimaciones para 2020 oscilan entre el 2,1% y el 1,9% de la Comisión Europea. Es un fenómeno común al resto de la eurozona, y a casi todas las economías del mundo.

Por ejemplo: Francia ha pasado del 1,5% en 2018 al 1,3% en 2019; Canadá del 1,8% al 1,5%; y China del 6,6% al 6,15%, bordeando su particular barrera psicológica del 6%. Y si Alemania es el motor de Europa y quien marca el camino, las perspectivas son aún peores: del 1,5% en 2018 al 0,8% en 2019. El país germano ya registró una contracción del 0,1% de su economía en el segundo trimestre de este año, a las puertas de la recesión.

Consumo. Otro termómetro útil para saber hacia dónde se dirige la economía española es la matriculación de nuevos vehículos, directamente asociada al consumo. Pues bien: registró una caída del 9,2% durante los ocho primeros meses del año, y un retroceso del 31% en el mes de agosto. Se están vendiendo menos coches que en años anteriores. Aquí entran en juego otros factores: por un lado, la entrada en vigor de las nuevas regulaciones en materia de emisiones contaminantes; por otro, un retroceso generalizado y global de un sector, el del automóvil, en plena crisis existencial.

La posibilidad de un Brexit a las bravas a corto plazo sólo añadiría gasolina a un incendio agravado por la transición verde y la nueva movilidad al alza en las grandes ciudades.

Visitantes. El otro pulmón económico de España, el turismo, también atraviesa horas bajas. El volumen de visitantes que aterrizó en el país durante el pasado mes de julio se redujo en un 1,3%. Es el segundo verano consecutivo en el que el número de turistas decae, impulsado principalmente por el retroceso de los mercados británico y alemán. Es improbable que ambos se recuperen a corto plazo: la devaluación de la libra y el espectro del Brexit pueden suponer una losa permanente en el poder adquisitivo de los primeros, y los segundos afrontan un retroceso económico aún más agudo que España.

La competencia de otros destinos más baratos, como el norte de África, han contribuido a la tendencia. Pese a que su gasto se ha mantenido, cuando no ha ido al alza, las cifras totales de visitantes han ido a la baja: en julio de 2017 fueron 10,5 millones; en julio de 2019, 9,9 millones.

Mercados. El terremoto es global y coincide con dos acontecimientos políticos de consecuencias impredecibles: el Brexit y la guerra arancelaria entre China y Estados Unidos. Las exportaciones de la Unión Europea ya han caído un 1,7% durante el último año, y se espera que el retroceso vaya a más. Las pistas desde el Banco Central Europeo tampoco invitan al optimismo: la entidad ha decidido mantener los tipos de interés congelados en el 0%, con la esperanza de que el dinero de los ahorradores salga de las cuentas y se invierta. Las voces que apuestan por un menor control, sin embargo, parecen mayoría.

España, de momento, capea mejor el temporal que otras economías. Sus exportaciones alcanzaron máximos históricos en el primer semestre del año, pero son muy dependientes de un sector, el del automóvil, con magras perspectivas. Y el récord puede ser un espejismo: las exportaciones tan sólo crecieron un 1,7% respecto al año anterior, el porcentaje más bajo del último lustro. También se están ralentizando. El cuadro general, ahora con la alarma del paro de nuevo a la cabeza, parece claro. El mundo, y con él España, se encaminan a la crisis.

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