No son detectives, pero casi. Los rastreadores son una pieza fundamental para prevenir la propagación del coronavirus. Son enfermeros y enfermeras que se dedican a investigar a toda la gente con la que ha estado en contacto una persona que ha dado positivo en COVID-19. Deben llamar por teléfono a cada uno de ellos para indicarles que tienen que permanecer aislados y no entrar en contacto con otras personas, cortando la cadena de contagios.
En España se han puesto en marcha diferentes equipos en cada una de las comunidades autónomas. En total, casi 2.000 enfermeros y enfermeras rastreadores para realizar el seguimiento y la vigilancia epidemiológica de los pacientes contagiados del COVID-19. Aunque ya había personal que hacía esta función desde el inicio de la pandemia dentro de sus posibilidades, ahora se han establecido equipos específicos para esta función. Hemos hablado con algunos rastreadores para que nos cuenten cómo está siendo su día a día después de la tormenta de los últimos meses.
"Nos estamos preparando para tener un sistema bien engrasado para otoño"
Las consejerías de sanidad de cada comunidad autónoma, junto a Atención Primaria, son quienes forman los equipos en sus correspondientes zonas. Ni todos cuentan con el mismo número de personas para el rastreo, ni tienen exactamente los mismos protocolos. Pero tienen un objetivo común y universal: localizar a todas las personas con la que estado en contacto la persona que ha dado positivo en el PCR (técnica molecular que detecta si tenemos el virus en el organismo), para evitar que a su vez estas personas entren en contacto con otras.
En el caso de Málaga, una vez que alguien aparece como un nuevo contagiado se le hace una breve entrevista. Se le pregunta dónde ha estado los últimos días, con quién y qué medidas de higiene ha tomado en cada contacto. Después, se intenta localizar telefónicamente los contactos sospechosos de contagio. Durante esa llamada se explica al sospechoso que ha estado en contacto con alguien que ha dado positivo en COVID-19 y se le hace un breve cuestionario relacionado con aparición de síntomas, fiebre, tos, etc. En caso de que la respuesta sea afirmativa, el rastreador pide una práctica de PCR y aislamiento durante 14 días, hasta conocer el resultado.
"Ahora se ven los resultados del confinamiento y apenas hay casos graves, podemos prestar atención a aquellos que tienen síntomas leves o son asintomáticos"
Antes esos PCRs sólo se hacían en los casos más graves hospitalizados y en residencias de mayores. Ahora Atención Primaria puede pedir hacer un PCR, según nos cuenta María Ángeles Fernández Gómez, Epidemióloga de Atención Primaria del Distrito Sanitario de Málaga y coordinadora de un equipo de rastreo: "Cuando alguien con síntomas leves llamaba desde su casa se le mandaba confinarse pero no se confirmaba si efectivamente tenía el COVID. Ahora el médico de cabecera puede comprobarlo en aquellos que presentan síntomas leves o son asintomáticos".
"Ahora se ven los resultados del confinamiento y apenas hay casos graves, podemos prestar atención a aquellos que tienen síntomas leves o son asintomáticos", nos explica a lo largo de esta desescalada, "ahora se piden muchas pruebas y pocos dan positivo en el PCR".
En su caso, no disponen de un programa informático en concreto para realizar el trabajo, pero la información se vuelca en la aplicación RedAlerta, el soporte de toda la vigilancia epidemiológica de Andalucía. También hay una formación reglada en la Escuela Andaluza de Salud Pública para formar al personal en el rastreo. "Hemos ido aprendiendo sobre la marcha y trabajando en conjunto con la experiencia de los más veteranos y la voluntad de aquellos que no tenían experiencia previa, y ahora nos estamos preparando para tener el sistema engrasado para cuando llegue otoño".
Ciudad Real ahora tiene también su propio equipo de rastreadores. Fue la provincia que peor golpeó el COVID-19, llegando a más de 190 muertos por cada 100.000 habitantes. Ahora tienen 20 personas que se dividen en dos turnos, por la mañana y por la tarde, para frenar desde el inicio la cadena de contagios.
Pilar Ramiro es la coordinadora de Enfermería en el Hospital General de Ciudad Real y la que encabeza al equipo rastreador desde el 15 de mayo. También nos cuenta cómo se ha ido perfilando el método de rastreo cada día: "Al principio había poca carga de trabajo porque había pocos PCR positivos, ya que algunos médicos aún no tenían conocimiento de cómo funcionaba el protocolo. Pero desde que lo saben mandan a hacer más pruebas y por tanto aparecen más positivos, que nos llegan a nosotros".
El proceso de rastreo comienza en el mismo momento en el que un paciente acude o llama a un centro de salud para comunicar que tiene síntomas de Covid. El médico de Atención Primaria atiende el caso y si lo considera sospechoso se le toma en el mismo centro de salud un frotis nasofaríngeo para un análisis PCR. Si es negativo, ahí se termina su seguimiento, pero si da positivo es cuando se ponen a localizar sus contactos telefónicamente. Llaman de nuevo al paciente y recogen todos los contactos estrechos que ha tenido desde los dos días de aparición de los síntomas. Entonces llaman a dichos contactos sospechosos y les indican que deben confinarse durante 14 días. Posteriormente se les hace un seguimiento el primer día, el quinto, el noveno y el decimocuarto, para vigilar si se desarrollan síntomas.
"Cuando se puso sobre la mesa el protocolo, este rastreo solo se hacía desde Atención Primaria", nos explica recordando los primeros momentos de enfrentarse a esta labor, "pero no abarcaba la gente que estaba hospitalizada, o la que venía de residencias de ancianos o de urgencias. Hemos ido incorporándolos poco a poco y mejorando el protocolo para abrir más puertas".
"Ahora también se abarca personas que no tienen síntomas pero sí aportan una serología, ya sean porque son profesionales sanitarios o porque se la han hecho de forma privada. Si el paciente es positivo asintomático pero aporta una serología que tenga IgG positivo (indica que el paciente está en etapa de curación de la infección) no se hace aislamiento, ni seguimiento por nuestra parte, estaría resuelto ese caso porque prevalece por encima de una PCR. Siempre y cuando sea asintomático."
Mientras el número de casos notificados sigue estable a lo largo de estas semanas, también han habilitado una base de datos a la que tienen acceso todos los médicos y profesionales sanitarios. Se llama EPISCAM y en el momento en que se detecta un caso sospechoso o ya confirmado se notifica mediante la misma.
"Dentro sale un mapa de Ciudad Real provincia, con todos los pueblos y demás, con puntos verdes que indica que son casos descartados y puntos rojos para casos confirmados. Es una forma muy visual y rápida de ver cuántos casos hay en cada pueblo. Lo bueno de esta base de datos es que no se duplican ningún caso, que se podían declarar dos veces, ni tenemos que enviar datos a epidemiología cada vez que se declara un caso, ya que en todas las gerencias hay ordenadores con pleno acceso a la información".
Ahora hay menos de afluencia de trabajo también en Cantabria, como nos cuenta Alfonso Alonso Jaquete, Médico residente en Preventiva y Salud Pública en la comunidad, parte del equipo de rastreadores, que nos afirma que ahora hay "entre cero y tres casos positivos diarios". Esto les permite poder "trabajar a fondo en perfeccionar el sistema y actualizar los datos". Su forma de rastreo es semejante a la de Ciudad Real.
"Una de las principales complicaciones que tuvimos al principio es el soporte técnico, no estábamos preparados, ahora hemos ido mejorando el sistema informático. Usamos Go.Data, un software gratuito diseñado por la OMS, que hace tiempo se usó con el ébola. Este sistema nos ayuda a unir los datos que vienen del laboratorio con la base de datos que tenemos, mejorando muchísimo la afluencia de información a tiempo real, lo cual es muy importante. Tener este sistema bien atado nos ayuda a estar mejor preparados para cuando llegue otoño, ser más eficientes a la hora de cortar la cadena de trasmisión".
Go.Data fue diseñado especialmente por epidemiólogos para la recopilación de datos de los diferentes casos y sus contactos para frenar la propagación de enfermedades contagiosas. Fue pensado particularmente para los equipos de rastreo.
"En general la gente está concienciada y dispuesta a colaborar"
Toñi Vélez es enfermera especialista en Enfermería familiar y Comunitaria en uno de los centros de salud que hay en Hellín, municipio de Castilla-La Mancha con 30.000 habitantes. Era residente hace dos años pero dada la situación se le comunicó, al igual que a otros compañeros, que le daban un año de contrato como enfermera de investigaciones epidemiológicas, vulgarmente llamado "enfermera rastreadora", a partir del 25 de mayo.
"El circuito empieza cuando el paciente llama a su médico de familia porque cree presentar síntomas. Si el médico lo considera manda hacer la prueba PCR al paciente. Mientras estamos a la espera de los resultados, se le llama de nuevo por teléfono y se le hace una encuesta: dónde trabaja, dónde ha estado, con quién ha estado... Se le invita a reflexionar, tanto sobre si da negativo como si da positivo, para que vaya preparando una lista de contactos. Después, si da positivo en el PCR, hay lugares que automáticamente se hace el test a todos los contactos que proporciona, aquí no. Se les pide hacer confinamiento de 14 días y luego les llamamos a modo de seguimiento los siguientes días".
"La carga de trabajo va por días", nos cuenta para este artículo, "la verdad es que pocas veces hemos activado el protocolo de la red de contactos". Actualmente tienen menos de diez personas a las que tienen en el punto de mira porque dieron positivo en el PCR. "Al principio la lista de contactos que nos proporcionaban se componía sobre todo por el ámbito familiar: padres, madres, hijos, hermanos... Ahora son los propios pacientes los que te dicen si ha salido de ese círculo, en una ocasión he llegado a hacer una red de veinte contactos. Además hay confianza, somos sus médicos de siempre."
Cada mañana, ella y otra compañera, tienen una rutina de llamadas que se reparten entre comunicaciones de afirmativos en PCR, localizar sus respectivos contactos y el seguimiento de aquellas personas que ya están confinadas por haber estado en contacto con un contagiado.
"Tuvimos que llamar a trece contactos, lo que nos llevó una mañana entera, para el rastreo de una sola persona, si viven todos juntos es más fácil, pero si cada uno vive en su casa tenemos que seguir la pista y se alarga"
Pilar y su equipo, en su caso, han llegado a realizar hasta 100 llamadas al día, pero concuerda con Toñi en su experiencia. Al inicio de la desescalada la lista se reducía a la familia, pero vamos pasando de fases y ese círculo se va ampliado: "La semana pasada un chico que rastreábamos había visto a sus amigos y tuvimos que llamar a trece contactos, lo que nos llevó una mañana entera, para el rastreo de una sola persona. Si esos amigos viven todos juntos es más fácil, pero si cada uno vive en su casa, tenemos que seguir la pista y se alarga".
Nos cuentan que al otro lado del teléfono la gente suele estar concienciada con la situación y atienden a sus indicaciones, aunque hay algunas excepciones. Por ejemplo, Toñi se ha encontrado con gente que "se enfadan cuando les explicas que tienen que recluirse durante 14 días por haber estado en contacto con una persona que ha dado positivo y que se tienen que ir de baja laboral por ello". Alfonso nos cuenta que también se han encontrado con esta situación, especialmente autónomos. Si anuncian de forma abierta que no quieren hacer el confinamiento, "se toman las acciones legales pertinentes", pero si no lo hace tampoco se puede controlar que efectivamente esté haciendo el confinamiento. Aún así concuerda que son excepciones.
En el caso de Pilar, se han topado sobre todo con gente muy mayor que desconfía ante la llamada "y no se creen que sea un enfermero el que les llama, por miedo a estafas". Ha llegado a pasar que cuando les piden el listado de contactos les dan números falsos, pero nos aclara que "la gran mayoría de las veces la gente es muy comprensiva y está muy dispuesta a colaborar".
Toda información es valiosa
Como hablábamos antes, con una situación menos saturada, ahora se puede prestar atención a los detalles. La búsqueda en ocasiones puede ir más allá de simplemente de con qué personas se ha estado en contacto sino en qué lugares se ha estado (sobre todo lo que respecta a zonas de España donde se haya pasado a una fase más avanzada). "Se le pregunta de todo", explica Alfonso, "se va reconstruyendo el día paso a paso con la persona: con quién ha estado, a dónde fue, a quién vio allí, si usó el trasporte público... No es preguntar con quién ha estado y ya está, se hace memoria de cada paso que se ha dado".
"Cuando llamamos, también nos aseguramos de que la persona tenga medios para hacer el confinamiento. Si convive con gente vulnerable o se encuentra en una situación en la que no puede hacer el confinamiento con seguridad, eso se detecta en la misma llamada. Tenemos una red de albergues con la que contamos para estos casos y donde puedan recluirse. También si viven solos, preguntar si tienen la opción de que alguien se acerce a su casa para traerles comida entre otros. Les pasamos con Servicios Sociales y la Cruz Roja para que se encarguen de ayudarle en todos estos casos".
María Ángeles nos explica que normalmente la red de contactos "se reduce al núcleo familiar o amigos, pero para nosotros también es muy importante saber sobre el ámbito laboral, de ocio e incluso información sobre la movilidad".
"Es clave hacer una buena encuesta. Si ha dado positivo y los días anteriores ha estado en un centro comercial, ¿a cuál ha ido? ¿Usó transporte público para llegar a él? En ese caso, ¿cuál? ¿En qué periodo de tiempo? Si trabajaba en uno, ¿cuántos clientes se han atendido en el establecimiento esos días? Es importante preguntarlo porque así sabemos por dónde se mueven los casos y localizamos los lugares con mayor riesgo de contagio".
"El estudio de contactos es algo que ya era habitual anteriormente, por ejemplo cuando alguien se enferma de sarampión u otras enfermedades contagiosas. La diferencia con el COVID es que tenemos que abarcar unas dimensiones mucho más amplias".
En lo que se refiere a a diferencias con otras enfermedades contagiosas, María Ángeles destaca que el único gran obstáculo es el desconocimento. El COVID es una infección muy variable: los síntomas y la duración de los mismos son muy irregulares entre persona y persona.
"No sabemos lo mismo ahora que hace tres meses ni la disponibilidad de realizar PCR es la misma ahora que antes", continúa María Ángeles, "esas herramientas ahora nos ayudan a atender las residencias de mayores, nos hace afinar la media y además un diagnóstico más acertado. En resumidas cuentas, determinar quién ha sido contagioso. Ahora la prioridad es detectar gente con síntomas y aislarlos con una prueba diagnóstica clara y que aquellos que son asintomáticos no lleguen a contagiar a los demás".
Foto enfermera rastreadora | Banc de Sang i Teixits Ilustración destacada | Jesús León.
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