El producto que has estado deseando durante varias semanas ya está en el carrito. Tras investigar en varios comercios electrónicos te has decidido por el más barato, has iniciado el proceso de pago e introducido los datos de tu tarjeta. En este momento estás completamente convencido de tu compra, a punto de finalizarla, pero aún hay un par de variables que pueden echarte para atrás: que el envío no sea gratuito o que tarde demasiado en llegar.
Las entregas rápidas y sin costes comenzaron siendo una propuesta de valor de algunos comercios electrónicos para destacarse de la competencia, y han funcionado tan bien que se han acabado convirtiendo en una necesidad: si el envío no es gratis y rápido se corre el riesgo de que el cliente compre en otro lugar. Esto ha supuesto un quebradero de cabeza para pequeños ecommerce sin el músculo económico de Amazon o AliExpress, puesto que el transporte y la inmediatez cuestan, y mucho.
De todo el proceso de entrega de un producto a domicilio, el tramo más caro es la conocida como ‘última milla’, el trayecto del almacén al domicilio del cliente. “La entrega rápida en la ‘última milla’ es muy cara porque estás moviendo muy poca mercancía de forma muy capilar”, señala Enrique Porta, socio responsable de Digital Business y sector Consumo & Distribución para KPMG en España.
En la ‘última milla’ el reparto individualizado de mercancías a zonas que pueden distar bastante entre ellas, o entre las que pueden mediar atascos y dificultades de estacionamiento, encarecen el reparto enormemente. Una circunstancia que se agrava en el caso de los envíos de comida a domicilio, en los que los repartidores tienen que ir y volver constantemente del restaurante al punto de entrega y, por lo general, esperar durante un tiempo hasta que la comida esté preparada.
“La última milla es un sector que había estado muy abandonado siempre dentro de la logística, nunca se le había prestado demasiada atención hasta el boom digital. Pero con el ecommerce y los envíos de comida surgió la necesidad imperiosa de hacer entregas rápidas y económicas, y ahí surge Happy Box, para cubrir ese segmento de transporte punto a punto, mucho más complejo que los enrutamientos tradicionales”, explica Juan José Rodríguez, CEO de Happy Box.
La solución de esta compañía malagueña pasa por el uso de la inteligencia artificial (AI) para hacer más eficientes los envíos de ‘última milla’, con algoritmos que permiten a sus repartidores enlazar repartos sin espera y así optimizar los tiempos de entrega y reducir los gastos de los envíos hasta en un 30%, según señalan.
La solución de Happy Box
“Nuestra propuesta dentro de este sector es una fuerte apuesta por la tecnología con la inteligencia artificial como principal herramienta”, subraya Rodríguez. A partir de la AI, Happy Box usa algoritmos predictivos para prever las necesidades de flota y algoritmos de enrutamiento para aumentar la eficiencia del reparto y acortar sus tiempos de entrega.
“El algoritmo predictivo nos permite saber qué flota vamos a necesitar cada día, con la evaluación de muchísimas variables. Así, podemos disponer el número de repartidores que vamos a necesitar en cada zona de una forma más ajustada que nos permite ahorrar costes”, explica el CEO de Happy Box.
El algoritmo de enrutamiento, por su parte, es el que permite optimizar el reparto, ajustar los tiempos de entrega y es el que más incidencia tiene en la reducción del gasto: “Tenemos una API de conexión que implementan nuestros clientes para que sus sistemas se comuniquen inmediatamente con el nuestro cuando se hace un pedido, de tal forma que tenemos constancia del pedido a la vez que ellos”, señala Rodríguez.
Una vez recibida la información de la compra, el sistema de inteligencia artificial comienza a trabajar: revisa los perfiles de los repartidores que están trabajando en la zona, los envíos que tienen activos y hace una predicción de la ruta que será más eficiente en función del último punto de entrega del rider y el lugar donde tenga que recoger el siguiente envío.
“Además, nuestro sistema evalúa la efectividad de nuestros repartidores, hasta tal punto que establece que un rider es mejor para las entregas de comida en días lluviosos y otro para paquetes pequeños en días soleados. En función de esas variables el sistema les asigna una nota y, de entre todos los disponibles, solicita la entrega a aquellos que tienen la puntuación más alta. Entonces le aparece una notificación a esa persona, y sólo a esa persona, y si lo rechaza pasa al siguiente candidato con más puntuación”, explica el CEO de Happy Box.
De esta forma, aunando idoneidad por cercanía y por efectividad del repartidor, el sistema de IA de la compañía malagueña asigna el envío y calcula la mejor ruta en función de los otros envíos activos, de forma que el rider enlaza un envío tras otro sin perder tiempo.
“Esto es muy importante para nosotros, cuanto menos tiempo esté el repartidor ocioso más beneficios tendrá la compañía y mejores salarios podrá ofrecer a los riders. Las empresas que hacen un uso tradicional del delivery realizan una asignación de reparto-pedido y se acabó. Nosotros tratamos de optimizar el reparto con la ayuda de la IA. Pero es importante remarcar el rider nunca va a tener en cola 40 envíos, sobre todo porque nuestro horizonte temporal no nos lo permite”, señala Rodríguez.
Tiempo de entrega
La gran propuesta de valor de la que presume Happy Box, aparte de la eficiencia económica, es la rapidez de la entrega. La compañía andaluza tiene el compromiso de llevar cualquier paquete, no sólo comida, en menos de dos horas después de que se haya realizado la compra, siempre que sea dentro de los límites de la ciudad. Un objetivo que pueden cumplir gracias al mismo sistema de IA que hace más barato el reparto.
“Uno de nuestros mayores factores de crecimiento ha sido el ecommerce local, el de zona, paquetes de Madrid para Madrid o de Sevilla para Sevilla. Un ámbito donde los clientes quieren el producto rápido, y nosotros ofrecemos ese servicio para que lo tenga en menos de dos horas”, señala Rodríguez.
“El desarrollo de internet ha llevado a ver ahora, querer ahora y tener o comer ahora. Ha habido una pelea muy dura que ha hecho énfasis en cubrir esa necesidad y entregarte casi inmediatamente el producto. Y una vez todos los consumidores nos hemos acostumbrado a tener ese nivel de servicio es muy difícil bajar de él, porque es una ventaja competitiva: el que lo hace más rápido y más fácil se lleva el gato al agua”, explica Enrique Porta.
Por eso, el experto en comercio electrónico de KPMG en España subraya que “todas las compañías que quieran ser competitivas en el reparto de productos a domicilio deben ofrecer soluciones que les permitan ser rápidos y mantener su oferta de valor. Y esas soluciones ya no sólo las están dando los grandes operadores, sino que compañías de este tipo, de la mano de la tecnología, están habilitando esa posibilidad a empresas más pequeñas”, explica Porta.
Horarios de entrega adaptados al cliente
La inteligencia artificial también ha servido a Happy Box para implementar un sistema de horarios ajustados a las necesidades del comprador. Según explican desde la compañía, un chatbot se pone en contacto con los usuarios mediante WhatsApp y le piden confirmación de entrega en una franja horaria reducida.
“Así evitamos los periodos de tiempo de entrega muy largos que hacen que el cliente no pueda estar allí. Con nosotros no recibe el habitual mensaje de ‘el mensajero estará ahí de cinco a nueve de la tarde’. Además, si surge cualquier imprevisto nos lo puede comunicar por el chat y cambiar el horario, el día o la dirección hasta una hora antes de la entrega”, explica el CEO de Happy Box.
Los retos medioambientales y laborales de la ‘última milla’
Los retos de la ‘última milla’ no sólo tienen que ver con la eficiencia económica o la rapidez. Un punto muy importante es el del impacto medioambiental, puesto que el enorme incremento del reparto a domicilio aumenta las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Por ello, muchas de las compañías que trabajan en este sector, independientemente de su modelo de negocio, están apostando por los vehículos eléctricos y las bicicletas.
“Son varios los operadores que están tratando de ser más eficientes a través de la tecnología, tanto económica como medioambientalmente, porque las entregas fallidas y el gasto de combustible derivadas de ella no son sostenibles”, señala Porta.
Desde Happy Box afirman que tienen una flota de vehículos muy variada, puesto que trabajan tanto en ‘última milla’ como con grandes envíos, por lo que entre sus automóviles se encuentran desde furgonetas convencionales hasta patinetes o motocicletas eléctricas.
Otro reto importante es el de las condiciones laborales de los repartidores de la ‘última milla’, un punto que se ha visto rodeado de polémica en el caso de otras compañías por la relación de trabajo que han establecido con los riders como falsos autónomos.
En este sentido, Happy Box asegura que tiene repartidores tanto asalariados como independientes, aunque no aclara las condiciones laborales de estos últimos: “Tenemos tanto riders en plantilla como autónomos que organizan su disponibilidad y horarios, y que se reservan la potestad de aceptar o no una solicitud de servicio”.
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