Ha sido prácticamente inmediato. Menos de un día después del anuncio de que Microsoft invertía 60.000 millones de euros en comprar Activision, Sony caía en bolsa. Es lógico: la pregunta inmediata, después de conjeturar acerca de qué posibles planes de negocio puede tener Microsoft (¿ va a servirle para agenciarse exclusividades o para reforzar Game Pass, va a lanzarse al mercado móvil o quiere adentrarse en el sector de los MMROPG?), es: ¿cómo va a reaccionar Sony?
La fuerza de Sony, desde los tiempos de la primera Playstation, está en los juegos exclusivos. Esa es la fuerza de la marca, y los juegos más recordados de cada generación para sus consolas no son los third-parties multiplataforma, sino los que produce la propia Sony o sus estudios propietarios, exprimiendo a fondo las posibilidades técnicas de su hardware y catapultando las ventas de cada generación de Playstation: 'God of War', 'Ratchet & Clank', 'Spider-man', 'The Last of Us' o 'Uncharted' son solo algunos de ellos.
Sin embargo, esta clara diferenciación de estrategias entre Sony y Microsoft no ha impedido que se genere cierta desconfianza acerca del futuro de la compañía japonesa: la cotización de Sony en bolsa cayó aproximadamente un 10% transcurrida la primera hora desde que se conoció la noticia. Por su parte, Nintendo solo ha experimentado un leve descenso de sus acciones del 0'22%, algo lógico teniendo en cuenta que apenas llegaban juegos de Activision a las consolas de la compañía.
Sony: ¿y ahora qué?
Vlad Savov, periodista especializado en tecnología de Bloomberg, contaba en su cuenta de Twitter sus impresiones acerca del impacto de esta caída en bolsa en posibles próximos pasos para Sony. Por una parte, afirmaba que los juegos solo suponen un 30% del negocio de Sony, sobre todo teniendo en cuenta que en su rama de cine, por ejemplo, cuenta con licencias tan jugosas como Spider-Man. Y por otra, está la posibilidad de que el plan de Microsoft caiga ante las leyes antitrust, algo que todavía tardará meses en cuajar en uno u otro sentido.
Pero por otro lado, Savov señala algunos aspectos que explican esta caída en Bolsa. Por una parte, las fluctuaciones lógicas: Sony llevaba un tiempo con records de precios de sus acciones, con lo que una caída era más o menos previsible. A esto se suma que Sony no tiene el músculo necesario para iniciar una guerra de adquisiciones con Microsoft: es una competición en la que no le interesa meterse, sobre todo teniendo una estrategia de exclusivos tan clara con Playstation.
¿Qué posibles perspectivas se abren, pues, ante Sony? Por una parte, no le vendría mal reforzar su propio Game Pass, que en su caso es -con leves variantes- Playstation Plus. Game Pass crece a pasos agigantados (en un año ha pasado de 18 a 25 millones de suscriptores), pero está aún lejos de los 100 millones de usuarios de Playstation Plus, que vienen en buena parte de que el servicio es obligatorio para jugar online. Esa clara ventaja en el número de suscriptores podría ser aprovechada por Sony para unir bajo un mismo paraguas sus dos servicios (Playstation Plus y PS Now, su plataforma de juego en streaming, similar a Game Pass pero técnicamente muy por detrás).
Por otro lado, a Sony le convendría quizás no acomodarse en su catálogo de exclusivos. Es cierto que 2022 promete ser un año muy jugoso para Playstation 5, con títulos como 'Forspoken', 'God of War Ragnarök', 'Gran Turismo 7', 'Horizon Forbidden West' o 'GhostWire: Tokyo', entre otros (si la crisis de los componentes no sigue haciendo estragos). Pero con las compras de Bethesda y Activision, tiene ante sí con Microsoft a un coloso de juegos rivales como nunca antes había visto, y que con seguridad se usarán para potenciar Game Pass (exclusivas temporales o no, títulos en la plataforma desde el día uno...). Cada una de las apuestas exclusivas de Sony enriquecen su catálogo, pero son juegos lentos de producir y tienen un impacto limitado: Sony necesita que no dejemos de hablar de Playstation 5 durante meses, como pasa ahora en los interludios entre juegos.
Sin duda, es un momento relevante para Sony, y sus próximas decisiones pueden marcar el futuro inmediato de la compañía. Del mismo modo que Nintendo hace años que renunció a competir con sus dos grandes rivales y se centró en un hardware diferenciador y que acogiera a juegos a su medida, Microsoft parece cada vez más distante de la guerra de grandes nombres y exclusivas-bomba. Solo queda ver si Sony sigue por ese camino (para lo que, esencialmente, no tendría que cambiar nada) o tiene algún as en la manga para contraatacar.
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